Las altas y muy bajas temperaturas y las lluvias pusieron en aprietos este año a los arroceros de Cúcuta y otras zonas de Norte de Santander, principalmente, después de agosto. Las condiciones climáticas generaron el “abanamiento” de los cultivos, es decir, el grano no engrosó y se redujo la producción.
El productor Rosendo Maldonado, de la vereda San José de la Vega del corregimiento Buena Esperanza de Cúcuta y quien se ha dedicado toda su vida al arroz, indicó que “nunca” le había ido “tan mal”, porque perdió el 80% de su cosecha por la lluvia.
“Eso pasó el 1 y 2 de noviembre, ya iba a recolectar. Se me inundó el cultivo y lo que se recogió fue muy poco. Tuve una pérdida como de $25 millones”, señaló a La Opinión, agregando que pese a esta situación, sacó un crédito para volver a sembrar.
Maldonado manifestó que ninguno de sus vecinos tuvo una buena producción, pues, “todo el mundo perdió”. Resaltó que lo bueno es que los precios del cereal se han mantenido estables, lo cual “compensó un poco” los daños.
José Martínez, de la vereda Restauración de Buena Esperanza, también reconoció que en el último semestre la cosecha bajó por el “abanamiento”, debido a los cambios en el clima.
Añadió que él y otros productores han llegado a recoger 45 o 50 bultos por hectárea, una reducción de entre 40% y 50% en la producción.
“El clima ha estado molestado muchísimo, se me ha reducido más del 35% o 40% la producción. Cuando no es el fuerte sol, son las heladas”, señaló por su parte José Medellín, de la vereda Londres.
El gerente de la Asociación de Usuarios del Distrito de Adecuación de Tierras de Gran Escala del río Zulia (Asozulia), Rubén Darío Fernández, manifestó que el factor climático está incidiendo mucho en la formación del grano en la espiga.
“Cuando hacen heladas repentinas o está haciendo fuerte sol, y de un momento a otro llueve, queda la pura cáscara, no se forma bien el grano”.
30 años que no sucedía
El director regional de la Federación Nacional de Arroceros (Fedearroz), Alfredo Cuevas, informó que presenciaron “temperaturas máximas muy altas y unas mínimas muy bajas”, aunado a la alta radiación solar, por lo que a pesar de que sembraron en la “mejor época” (segundo semestre), “no fue la mejor oferta ambiental”, llevando a una baja del 40% en el rendimiento, en todas las variedades del alimento.
Cuevas precisó que la situación se registró dentro y fuera del distrito de riego, en todos los municipios arroceros de Norte de Santander y en todo el país. “En los últimos 30 años, eso no había ocurrido”, enfatizó.
Cuevas afirmó que el rendimiento promedio debía ser de 6.5 toneladas de arroz por hectárea, entre agosto y octubre, pero el cambio climático llevó a una “pérdida más o menos de 2 toneladas por hectárea, y en 35.000 hectáreas de cosecha eso es un volumen grande”.
Un 2024 mejor planificado
Respecto a sus expectativas para 2024, el líder gremial recordó que está confirmado que el fenómeno de El Niño, el cual comenzó hace dos meses, se intensificará en el primer trimestre del año, con temperaturas altas, lo que genera preocupación por los caudales de los ríos Pamplonita, Zulia y Tibú, entre otros, los cuales podrían mermar fuertemente.
“Vamos a tener menos agua para la misma cantidad de área sembrada. Se espera que el fenómeno termine a la mitad del año, pero aspiramos que las cosechas sean bien planificadas para minimizar los riesgos de pérdidas”.
Alfredo Cuevas destacó que más allá de incentivar la adquisición de seguros de cosechas, para costear los daños por eventos inesperados, hay que impulsar el manejo agronómico, nivelar más los suelos, reducir el uso del agua, porque en las zonas distrito de riego se utiliza mucho, sustituir los químicos por productos más ecoambientales y lograr un cultivo sostenible.
“Debemos seguir adelante y no desfallecer, a pesar de esa situación. Esto es una zona para producir buen arroz”, recalcó.
El dato
En la producción arrocera de Colombia, el departamento tienen una participación de 11%, siendo pequeños el mayor número de agricultores, con un promedio de área por productor de 12 hectáreas, mientras que en los Llanos Orientales es de 80 hectáreas y en la zona central del país, de 50.