Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Economía
Empleo sin salario: el trabajo infantil doméstico es una realidad que persiste en Cúcuta y Colombia
Hay un rostro olvidado del trabajo infantil en Colombia, el empleo doméstico, según la antropóloga Ángela Catalina Joya.
Authored by
Image
Leonardo Oliveros
Leonardo Favio Oliveros
Martes, 10 de Junio de 2025

Colombia ha avanzado en algunos frentes en la lucha contra el trabajo infantil. Sin embargo, hay una realidad que sigue ausente en muchas políticas públicas y ha sido minimizada en el discurso social: el trabajo infantil doméstico. 

La Tasa de Trabajo Infantil (TTI), en Cúcuta y su área metropolitana, es de 2,1%, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), a corte de diciembre del año pasado, la cual tuvo un crecimiento de 0,4 puntos porcentuales (p.p.), respecto al último trimestre de 2023 (1,7%).


Lea además: Colombia logra más de US$2.860 millones en divisas por viajeros aéreos en primer trimestre


Al ampliar a la Tasa de Trabajo Infantil Doméstico (TTIAD) no remunerado, esta sube a 6,2%. Un año antes, el índice era de 9,5%, o sea, cayó 3,3% en los últimos 12 meses. 

Así, alrededor de 4.600 menores entre los 5 y 17 años trabajaban en cualquier actividad, mientras que hay 9.000 que desarrollan un trabajo doméstico no remunerado por 15 horas o más.

Las cifras del DANE reflejan que 1.000 infantes y adolescentes pasaron a formar parte de la tasa de trabajo infantil. A nivel del país, la TTI es de 2,9% y la TTIAD alcanza el 9,3% de la población. 

Según la antropóloga y magíster en Estudios Sociales de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, Ángela Catalina Joya, autora del estudio ‘Infancias Subordinadas. Historias de familia en el trabajo doméstico’, a pesar del impacto de esta realidad, raramente es clasificada como tal por los sistemas oficiales, lo que dificulta su medición y su intervención efectiva.

La investigadora analizó las formas normalizadas de violencia estructural y reconstruyó las vidas de Tránsito y Ofelia, dos niñas que nacieron y crecieron en hogares donde no solo se esperaba que cuidaran, limpiaran y sirvieran, sino que aceptaran su lugar en una jerarquía social y afectiva profundamente desigual.

Ellas aprendieron a vivir bajo esa situación, porque, cuidaban a los integrantes de la familia empleadora y recibían afecto condicionado, pero no tenían los mismos derechos que los otros niños del hogar. Vivían adentro, pero aparte; estaban presentes en la intimidad del hogar. No obstante eran invisibles en el sistema legal y en los imaginarios colectivos.


Le puede interesar: Capacitarán a empresarios y emprendedores de Norte de Santander sobre cómo exportar


“Estas niñas crecieron aprendiendo no solo labores de limpieza, también a aceptar, resistir y asimilar la posición social de sus madres en el trabajo doméstico interno, una posición que con el tiempo se volvió también propia”, expresó Joya.

La antropóloga destacó que, alejadas de sus vínculos familiares consanguíneos e inmersas en las lógicas de sus familias empleadoras, se convirtieron en trabajadoras a quienes la historia silenció y les negó el reconocimiento.

Ángela Catalina Joya

Infancia subordinada

La docente de la Unirosario, Ángela Catalina Joya, se refirió a la infancia subordinada para hablar de la condición de niñas y niños que, por su origen de clase, género y la ausencia de redes familiares protectoras, son socializados para asumir roles laborales desde muy temprana edad. 

Añadió que se trata de infancias permeadas por múltiples formas de opresión, como la falta de escolarización, la precariedad afectiva, el estigma de la ilegitimidad legal y la exposición constante al abuso o la negligencia.

La antropóloga manifestó que el estudio muestra cómo estas formas de subordinación se transmiten generacionalmente y se naturalizan en la dinámica familiar. Entonces, ser hija de la empleada implicaba una predisposición social a repetir los ciclos de servicio, precariedad y silenciamiento.

“Las niñas trabajadoras domésticas aprenden que nunca serán iguales a los hijos de sus empleadores, ni siquiera a las hijas con quienes comparten una identidad de género”, concluyó la investigadora.


Lea también: Zona económica binacional de la frontera, ¿un arma contra el multicrimen?


Más presente en la ruralidad

Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) del DANE, más de 300.000 niños y adolescentes realizan algún tipo de empleo y una parte importante está relacionada con labores domésticas que no son visibilizadas como trabajo infantil.

Ángela Catalina Joya indicó que, especialmente, en zonas rurales, muchas niñas aún cumplen funciones de cuidado, aseo o cocina a cambio de techo y comida, sin que estas prácticas sean reconocidas como formas de explotación. 

“Este es un problema que nos involucra a todos y todas. No es suficiente con reconocerlo; se requiere cambiar las formas en que nos relacionamos y comprendemos estas experiencias. Contar estas historias no es solo parte de una investigación, es un gesto que pone en primer plano la vida de las niñas trabajadoras domésticas en Colombia”, sostuvo la docente. 

Esta investigación fue reconocida con el Premio Antonio Restrepo Barco 2025 a la investigación sobre familia en Colombia, en su novena edición.


Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion

Temas del Día