Con la Navidad también llegan dos amenazas menos visibles, pero igualmente críticas en salud pública: la intoxicación por metanol y la exposición al fósforo blanco, riesgos que cada diciembre reaparecen en Colombia bajo condiciones de informalidad, consumo no regulado y una falsa sensación de seguridad. Son peligros silenciosos que no hacen ruido ni iluminan el cielo, pero dejan lesiones profundas y, en muchos casos, irreversibles.
El metanol continúa siendo, en nuestro contexto, uno de los tóxicos más peligrosos asociados al consumo de bebidas alcohólicas adulteradas. Su presencia no puede detectarse por olor ni por sabor, y el inicio de los síntomas suele ser lento y engañoso.
En lo corrido de 2025, el Instituto Nacional de Salud ha reportado menos de un centenar de casos confirmados a nivel nacional: una cifra baja en términos absolutos, pero suficiente para mantener en alerta al sistema de vigilancia, especialmente en temporadas de alta demanda de licor.
En Cúcuta, por ejemplo, las autoridades extreman los operativos en las discotecas y lugares donde se expende licor, pues en diciembre aumentan los casos de muertes por el consumo de licor chimbo o de dudosa procedencia. Pero el problema de fondo es que el metanol ejerce su toxicidad de manera tardía y progresiva. Tras un periodo de aparente normalidad, el organismo lo metaboliza a ácido fórmico, sustancia que puede generar complicaciones severas, daño neurológico y secuelas permanentes como la pérdida de visión.
Por eso es mejor que celebre, pero sin tanto trago de por medio.
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Que sea feliz
La Navidad, que debería ser un espacio de calma y reencuentro, puede verse gravemente afectada cuando la celebración se cruza con la imprudencia. Basta un brindis con licor adulterado o el contacto con un artefacto ilegal para convertir una noche familiar en una emergencia médica.
Por eso, la prevención inicia en el hogar: revisar sellos de seguridad, evitar compras en puntos informales, no aceptar bebidas de origen desconocido y mantener a los menores alejados de cualquier tipo de pirotecnia.
La salud pública se construye desde decisiones cotidianas, no solo desde las campañas institucionales.
Fiestas que cuestan vidas
También debemos tener presente el impacto del alcohol en la accidentalidad vial, así como los casos de personas lesionadas con armas de fuego o con elementos cortopunzantes durante diciembre y Año Nuevo. Un fenómeno que, aunque multifactorial, encuentra en el consumo problemático de alcohol uno de sus principales motores.
La Navidad no solo ilumina: también pone en evidencia comportamientos que, si no cambian, seguirán poniendo en riesgo vidas en las calles, en los hogares y en los servicios de urgencias.
Licor seguro
Compre solo en lugares autorizados, revise que la botella esté sellada, la tapa no debe tener fugas, golpes, desgaste ni señales de manipulación. Verifique la estampilla o sello de seguridad; si está rota o borrosa, es una alerta. El líquido debe ser uniforme, sin partículas, sedimentos o espuma persistente. Desconfíe de los precios muy bajos.
Fosforo letal
Los registros nacionales de los últimos años muestran muy pocos casos notificados, pero cada uno representa una emergencia de alta severidad. La toxicidad del fósforo blanco es contundente: puede provocar daños hepáticos agudos, alteraciones del ritmo cardíaco y fallas en diferentes sistemas del cuerpo.
En niños, la manipulación accidental de residuos o piezas de pirotecnia incrementa el riesgo, especialmente cuando se trata de productos sin certificación o sin mecanismos adecuados de seguridad.
Un dato: La Navidad no solo ilumina: también pone en evidencia comportamientos que, si no cambian, seguirán poniendo en riesgo vidas.
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