

En nuevo rector de la Universidad Libre de Cúcuta, Diego Armando Yáñez Meza no habla más de la cuenta. La seguridad con que se expresa del claustro universitario da cuenta de alguien que lo conoce como si fuera su propia casa.
De hecho, en esta casa de estudio se graduó como abogado en 2010 y antes de llegar al máximo cargo del alma mater se desempeñaba como director del Centro de Investigaciones.
Es especialista en Derecho Público y Magister en Derecho Administrativo de la Universidad Externado de Colombia, y candidato a Magister en Derecho Procesal Contemporáneo de la Universidad de Medellín. Ganador de distintos concursos jurídicos a nivel nacional e internacional.
Cucuteño de nacimiento, pero oriundo de Lourdes, porque de este municipio es su familia, dijo.
Lea aquí:Las claves que han enredado el fallo de la pensional en la Corte Constitucional
En el ámbito profesional, el Yáñez ha desempeñado cargos destacados como Sustanciador en el Juzgado Sexto Civil del Circuito de Cúcuta, Asesor de la Contraloría General de la República y de la Unidad de Investigaciones Especiales contra la corrupción. Profesor investigador de pregrado en la universidad Libre de Cúcuta, y en postgrados en la Universidad Simón Bolívar, Universidad de Medellín, Universidad Autónoma Latinoamericana y Universidad Externado de Colombia.
¿Cuál fue el mensaje que quiso transmitir a la comunidad universitaria en su llegada al claustro universitario?
A los estudiantes les hablé sobre la importancia de reconocerse en su condición de propietarios de su calidad de estudiantes. Que, a partir de ese reconocimiento, sean verdaderos titulares de sus derechos, conscientes de sus deberes y, lo más importante, que realmente propicien la materialización de lo que significa su formación integral.
A los profesores, les pedí que sigan enamorados de su labor, porque esa pasión se ha perdido un poco. Debemos llevar la realidad a las clases; es necesario recuperar ese entusiasmo.

¿Ese empoderamiento del que usted habla fue lo que lo llevó a aspirar a ser el rector de esta universidad? ¿Qué significa para usted haber llegado a la cúspide?
De cierta manera, pienso que recorrí un camino sólido. Ingresé a la universidad como docente de media jornada hace 13 años; luego fui docente de tiempo completo. Posteriormente, fui director del Centro Seccional de Investigaciones, editor de la revista Academia y Derecho y líder de un grupo de investigación de la universidad. Después volví a la docencia y, de alguna manera, ese camino bien construido me abrió la oportunidad para que las autoridades nacionales reconocieran ciertas virtudes que, seguramente, llevaron a que me confiaran las riendas de la universidad.
En este orden, ¿cuáles son los principales retos que, a su juicio, enfrenta la Universidad Libre de Cúcuta? ¿Cómo piensa posicionarla para seguir manteniéndola como un referente académico en la región?
Nuestra universidad, por varios años consecutivos, ha mostrado los mejores resultados en las pruebas Saber, incluso frente a otros programas de la región. El reto está en seguir consolidando y mejorando esos resultados, lo que nos da un plus diferenciador muy importante frente a nuestros pares. También es un reto que la investigación sea cada vez más cercana a las necesidades de la región, a las problemáticas del Catatumbo y de los pueblos circunvecinos, incluso de los más alejados. Debemos traer esa realidad al aula de clase y a los proyectos de investigación.
Por otro lado, es fundamental que la universidad sea cada vez más cercana al sector productivo, que podamos consultar y atender las necesidades de este sector. Y, de la mano de todo esto, debemos seguir siendo lo que siempre hemos sido: una institución preocupada por las necesidades sociales. Además, es prioritario fortalecer nuestro consultorio jurídico.
Lea también: Levantan el paro en el sector El Tarrita, vía Ocaña-Cúcuta
De esa trayectoria que usted trae en la universidad, en docencia e investigación, ¿cómo piensa reforzarla para que siga inculcándose como política académica durante su rectoría?
El principal valor distintivo de nuestra universidad son sus docentes. Nuestros profesores encuentran aquí un lugar de gran estabilidad, con condiciones de contratación dignas: se pagan los 12 meses del año. Estas condiciones les permiten ejercer la docencia y su profesión simultáneamente. Así, un abogado, un ingeniero o cualquier profesional que sea docente llega al aula no solo como académico, sino como litigante, juez, empresario, cónyuge o árbitro, lo que enriquece la formación de los estudiantes.
La región enfrenta retos sociales y de seguridad, por lo que pasa por momentos difíciles. ¿Cómo cree usted que la universidad puede vincularse en la búsqueda de soluciones?
La universidad tiene diferentes actores con los que actúa e interviene en la sociedad. Permanentemente interactuamos con la realidad y, en articulación con las entidades y autoridades, hemos desarrollado acciones como la formulación de políticas públicas para la toma de decisiones. Estamos en constante diálogo con las secretarías de las alcaldías, las gobernaciones e incluso con el Concejo.
¿Cómo está la universidad en materia de acreditación?
Actualmente, la universidad cuenta con acreditación institucional multicampus otorgada por el Ministerio de Educación Nacional. Esto significa que en cada uno de nuestros procesos, desde los servicios generales hasta la cátedra de una maestría, mantenemos altos estándares de calidad.
Lea además:Ministro de Minas deja cabizbajos a los empresarios del carbón de Norte de Santander
Además, varios de nuestros programas cuentan con acreditación de alta calidad, lo que garantiza que todo el proceso de formación —clases, investigación y requisitos para optar al título— cumpla con los estándares exigidos.
¿Hay retos en este campo de las acreditaciones?
Por supuesto. Estamos formulando nuevos programas a partir de diagnósticos de la realidad regional y de las necesidades del mercado. Las altas directivas de la universidad ya están evaluando la apertura de estos nuevos programas.

En su agenda rectoral, ¿tiene contemplados proyectos de infraestructura inmediata o desarrollo tecnológico?
El primer punto de acción es organizar el territorio con el que cuenta la institución. A partir de esa organización, se tomarán decisiones que apunten al crecimiento de la seccional. Por ahora, ese es el enfoque principal.
Uno de los grandes retos de los egresados es vincularse laboralmente en la región. ¿Qué estrategia se está implementando para que sus egresados puedan conectarse rápidamente con el mercado laboral?
En esta estrategia es clave la extensión y la proyección social de la universidad. Generamos permanentemente convenios con el sector productivo y las autoridades para que los estudiantes puedan desarrollar sus prácticas en esas instituciones o empresas. Este primer contacto ha demostrado ser un factor que facilita su vinculación laboral posterior. Además, realizamos estudios de mercado para conocer las necesidades de empleabilidad de las empresas y así alinear mejor la formación de nuestros estudiantes.
La universidad está en una zona de frontera. ¿Cómo ve usted las relaciones institucionales con otras universidades de la región y de otros países?
Somos conscientes de que no podemos trabajar de manera aislada. Las universidades nos hemos unido en alianzas para intercambiar investigación, producción académica y recursos como bibliotecas, con el fin de responder de manera conjunta a las necesidades de la región. Particularmente, nuestra seccional Cúcuta mantiene una relación importante con la Universidad Católica del Táchira y con el Instituto Colombo Venezolano de Derecho Procesal. De hecho, estudiantes de la Universidad Católica del Táchira asisten de forma virtual a muchas de nuestras clases.
Lea también:Aumento desmedido del salario mínimo tendría efectos en la inflación: Fenalco
Nos gustaría conocer su posición frente a las tecnologías de la información. ¿Qué valoración hace usted al uso de la inteligencia artificial, por ejemplo, en la enseñanza?
La inteligencia artificial, al igual que las tecnologías de la información y la comunicación, nos acompaña permanentemente. Un estudiante de contaduría, derecho o ingeniería sabe que debe dominar las TIC. Incluso en las reformas curriculares que estamos implementando, el uso de estas herramientas se reconoce y se fortalece.
Sin embargo, lo que no puede ocurrir es que la inteligencia artificial reemplace el criterio de la inteligencia humana: la capacidad de conocer, reconocer, criticar y discernir. Esa capacidad es insustituible.
La inteligencia artificial es útil y necesaria, debe manejarse y aprovecharse de la mejor manera, pero siempre sobre la base de conocimientos sólidos y pensamiento crítico. Esto nos ha permitido, por ejemplo, alcanzar los mejores resultados de la región en las pruebas Saber Pro, especialmente en lectura crítica y competencias ciudadanas.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion