Pero también la mujer cabeza de familia que sale todos los días a ganarse el pan de sus hijos debió privarse de hacerlo por no contar con transporte público.
El estudiante, la enfermera, el vendedor o el repartidor se enfrentaron a situaciones incómodas por culpa de un gremio cada vez más numeroso y que, “a decir verdad, no presta un servicio económico y de calidad a sus pasajeros”, dijo Álvaro Gómez, un usuario del gremio ‘amarillo’.
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