Qué grato volver a Villa de Leyva y reencontrarse con tanta historia nacional en tan poco espacio, digamos, en el espacio empedrado, que es el que los turistas buscan y donde nos acumulamos. Como también es grato reencontrarse con paisanos nortesantandereanos: hombres de letras y servidores públicos, entre otros.
Solamente en la cuadra donde me hospedo hago un inventario de remembranzas históricas y hallo la Casa Museo Antonio Nariño, donde falleció el prócer el 13 de diciembre de 1823; la piedra de Bolívar, que nos recuerda el paso del Libertador en septiembre de 1819 y que fue ubicada el 17 de diciembre de 1830, día de su fallecimiento. Esta sola cuadra se denomina “Carrera Nariño”.
Sigo derecho y llego a la enorme Plaza Mayor, con un empedrado que se inauguró solemnemente el 31 de julio de 1966, restauración que se hizo de conformidad con el Plan de Ordenamiento Urbano, donde unieron voluntades la Universidad de los Andes, cuyo rector era el intelectual cartagenero Ramón de Zubiría, y el señor Gobernador. A manera de las manecillas del reloj inicio el recorrido por cada una de las cuadras de la Plaza Mayor y encuentro que el templo parroquial de la Villa de Nuestra Señora Santa María de Leyva, título que ostenta por el patronato de Nuestra Señora del Rosario y regentado por los frailes dominicos, fue construido entre 1608 y 1665, y por estos días luce atiborrado de feligreses. En la cuadra de enfrente de la parroquia del Rosario, me causa curiosidad esta placa:
“En esta casa habitó José María Vargas Vila en 1885, donde escribió «El maestro de escuela»”. En la cuadra que sigue encuentro una placa muy pequeña, pero diciente, sobre el cajero de una entidad bancaria: “FRANCISCO DE PAULA SANTANDER. 1792-1840. Dijo Bolívar: El ejército en el campo y Santander en la administración son los autores de la existencia y de la libertad de Colombia”.
En la esquina del parque, luego de la citada parroquia, encuentro el inmueble donde se reunió el Primer Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, reunido en 1812, luego del llamado Grito de Independencia y cuando se acercaban días aciagos para la naciente República.
Hoy este inmueble es Casa Museo. Enfrente de este inmueble existe otro, también icónico, la inmensa residencia del sevillano don Juan de Castellanos, autor de “Elegías de Varones Ilustres de Indias”. Obra que con 113.000 versos narra la historia de la Conquista en Colombia y Venezuela. Hoy es un centro comercial, sede de la Alcaldía, restaurantes y almacenes de artesanías.
Sigo derecho en busca de la casa natal de don Antonio Ricaurte, el héroe de San Mateo, que hasta ayer lunes estuvo en comodato por 50 años con la Fuerza Aérea Colombiana -FAC-, porque Ricaurte es el hombre insigne de la FAC. Ahí estaba ubicada la Casa Museo Antonio Ricaurte, que la FAC dotó y administró por cinco décadas, pero ya recogió y entregó el inmueble.
En pleno recorrido encuentro que la Alcaldía conmemora, en el parque Ricaurte, frente a la casa natal del prócer, un acto solemne para conmemorar los 210 años del fallecimiento del ilustre villaleyvano Antonio Ricaurte. En su discurso, que escuché con atención, el señor alcalde Víctor Gamboa Chaparro promete reabrir pronto la Casa Museo Antonio Ricaurte, con gestión que hará ante el Ministerio de Cultura. Con este desgobierno nacional, lo dudo, compañero.