La alharaca que ha desatado la información del gobierno nacional sobre la conveniencia de usar el glifosato para erradicar los cultivos de coca contempla, solamente, un lado del problema: Los efectos colaterales que puede producir el uso del químico.
Tal vez por desconocimiento o bien por fanatismo, en las críticas no se consideran los enormes daños que causan los propios cultivos ilícitos al medio ambiente, a la salud de los ciudadanos, a la paz y a la cultura nacional.
El inmenso territorio que cubren estos cultivos en nuestro país puede ser tan grande como Aruba o Curazao, y en él se ha ocasionado la desforestación más inmisericorde a los bosques tropicales que, con el tiempo, se convertirán en un desierto.
Un estudio de Naciones Unidas revela el impacto que está teniendo la ampliación del área cultivada de coca en la deforestación: El 34% de los cultivos identificados están plantados en áreas que en 2014 eran bosques; el 5% están sembrados en parques naturales, y el 27% a menos de 20 kilómetros de una de esas áreas protegidas
Por su parte, la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de Estados Unidos –ONDCP- señala que las hectáreas cultivadas de hoja de coca aumentaron un 11% al pasar de 188.000 en 2016 a 209.000 en 2017.
Pero, además, esta agencia estima que la producción de cocaína tuvo en el mismo período un incremento del 19% para llegar a un total de 921 toneladas métricas en 2017.
Esto significa que para elaborarla se emplean millones de galones de gasolina y acetona que envenenan las fuentes de agua; toneladas de cemento y no sé cuántos precursores más que contaminan los suelos y perjudican a los habitantes.
Y, como se trata de una actividad ilícita, no se conocen las prácticas agrícolas para la producción de las matas de coca con posible utilización incontrolada de químicos para fertilizar y controlar plagas -seguramente compuestos por glifosato- que estarían agravando la destrucción de la fauna y la flora de las regiones afectadas.
Es bien sabido que el tráfico de drogas es el mayor combustible de la violencia en Colombia, de suerte que si no se combate y, por el contrario, llegare a aumentar por la ineficiencia de las autoridades, sería el más grave de los males sin solución. Todos los esfuerzos para aclimatar la paz se perderían irremediablemente.
Ahora bien, la erradicación de los cultivos, que es el comienzo para atacar el fenómeno del narcotráfico que tanto está perjudicando a la población especialmente infantil y juvenil, tiene que ser con medidas drásticas.
El glifosato es un químico de común uso en la agricultura y la jardinería del mundo entero, y puede utilizarse de forma controlada para evitar la mayor parte de los efectos dañinos que pueda ocasionar. El gobierno ha informado que, si llegare a emplearse, no sería la única estrategia sino uno de los elementos del control a la producción de estupefacientes. Y, en todo caso, sus efectos adversos serían infinitamente menores al enorme estrago que genera el narcotráfico.
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