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¿Estupidez y torpeza?
Les ocurrió a los estúpidos, que le quitaron los incentivos a las Acciones Populares.
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Jueves, 7 de Mayo de 2020

Sí, es una redundancia. O esa dificultad de uno, o  de unos pocos, para entender las cosas. Sobre la estupidez se ha escrito obras completas, serias y graciosas.  Carlo Cipolla, un italiano, escribió diez leyes de la misma, para evitar los estúpidos que son una lacra de la sociedad. La tercera dice que “ellos causan un daño a otras personas o a la sociedad, sin obtener al mismo tiempo beneficio alguno para sí mismos. Paul Tabori otro italiano dice que la estupidez tiene de fondo el orgullo, la vanidad, la autocredulidad, el temor y el prejuicio.

Aquí en Colombia, en materia de lucha contra la corrupción, éso, les ocurrió a los estúpidos, que le quitaron los incentivos a las Acciones Populares, que se contenían en los artículos 39 y 40  la Ley 472 de 1998. 

Artículo 39º.- Incentivos. El demandante en una acción popular tendrá derecho a recibir un incentivo que el juez fijará entre diez (10) y ciento cincuenta (150) salarios mínimos mensuales. Cuando el actor sea una entidad pública, el incentivo se destinará al Fondo de Defensa de Intereses Colectivos. 

Artículo 40º.- Incentivo Económico en Acciones Populares sobre Moral Administrativa.  En las acciones populares que se generen en la violación del derecho colectivo a la moralidad administrativa, el demandante o demandantes tendrán derechos a recibir el quince por ciento (15%) del valor que recupere la entidad pública en razón a la acción popular. Para los fines de este artículo y cuando se trate de sobrecostos o de otras irregularidades provenientes de la contratación, responderá patrimonialmente el representante legal del respectivo organismo o entidad contratante y contratista, en forma solidaria con quienes concurran al hecho, hasta la recuperación total de lo pagado en exceso. Para hacer viable esta acción, en materia probatoria los ciudadanos tendrán derechos a solicitar y obtener se les expida copia auténtica de los documentos referidos a la contratación, en cualquier momento. No habrá reserva sobre tales documentos.

Estos estímulos fueron derogados con dos lacónicos artículos de la Ley 1425 de 2010 de la administración del Presidente Santos. Obviamente los corruptos celebraron. Y la gente y sus veedores públicos quedaron mudos. Como en el cuento del Chapulín Colorado, se quedaron con  la pregunta en la boca ¿Y ahora, quién podrá defendernos? Y los corruptos, “todos  a una, como en fuente ovejuna; respondieron ¡no contaban con mi astucia!

Sí. Fue una estupidez. Hoy que la prensa internacional divulga que ya somos de líderes de la corrupción en el mundo, pues advertimos la sinrazón de la derogatoria. Con los incentivos la corrupción estaría disminuida en elevado porcentaje. La acción de repetición asusta mucho en la rivalidad política, a los Gobernadores y a los Alcaldes, a Senadores y representantes.

La gente se hace la pregunta: ¿No es mejor pagar el valor de 150 salarios mínimos, unos $ 120 millones antes que dejar robar impunemente $1.000 millones en un contrato(s)?

Como dije, los voceros de la corrupción celebraron la derogatoria. Uno de ellos dijo en una publicación Jurídica: “Los perversos incentivos de la acciones populares han muerto”, la Corte Constitucional en tres sentencias de 2011, dijo que los dos lacónicos artículos derogatorios de la Ley 1425 de 2010 eran exequibles.

Primero porque los incentivos eran inconvenientes, pues se volvieron un negocio. Segundo que el artículo que por estupidez no incluyeron en la derogatoria, quedaba cubierto en la derogatoria tácita propia del derecho positivo y tercero que otras corporaciones judiciales eran partidarias de la derogación.   Y así borraron más de un siglo de jurisprudencia impoluta en La historia judicial de Colombia. 

Sabrá Dios que pensarán hoy los alegres defensores de la derogatoria, cuando la prensa internacional dice que Colombia es el país más corrupto del mundo, para alegría de los mejicanos.

Adenda: La exposición de motivos de la ley derogatoria de los estímulos, fue más simple que una badea. Increíblemente, por ahí decían, que se trataba de controlar los sobrecostos que beneficiaban al accionante.

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