Cualquiera que conozca la historia, o haya seguido lo ocurrido en Gaza durante los últimos meses, siente frustración por la incompetencia global para detener los ataques de Israel. En medio de las noticias, asombra la distorsión de la realidad.
En Colombia se impuso el simplismo, por un raciocinio torpe: estar contra Petro, significa mezclarlo todo. Sin embargo, una cosa es nuestra realidad, y otra la confrontación entre Israel y los palestinos, porque no es solamente contra Hamás. La postura de un segmento colombiano en favor de Israel carece de justicia y fundamentación histórica. Así opera el simplismo en un país dominado por la polarización.
Durante siglos, los verdaderos verdugos de los judíos fueron los cristianos europeos, quienes los expulsaron de Francia, Inglaterra, España, Portugal, Alemania, y Austria. No fueron los musulmanes; al contrario, en tierras islámicas, los judíos convivieron en armonía. Baste evocar Bagdad, la ciudad más importante del mundo entre el 800 y el 1200, o los siglos de ocupación de España por los moros.
Del Imperio Otomano, desarrollado por los turcos después de tomarse Constantinopla en 1453, hacían parte lo que llamamos Siria, Jordania, Líbano, Israel, Palestina, Irak, y Arabia. Durante cuatro siglos, los palestinos vivieron en su tierra en paz, siendo mayoritarios frente a los judíos. La derrota de los turcos, alemanes y austriacos en la Primera Guerra Mundial cambió todo, pues Inglaterra y Francia como triunfadores, pulverizaron el Imperio Otomano, dejando Siria y Líbano bajo mandato francés, y Jordania, Irak y Palestina en manos de Inglaterra. En la Declaración Balfour de 1917, los ingleses contemplaron crear un estado judío y uno palestino.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, y conocidas las atrocidades de Hitler contra los judíos, el mundo desarrolló solidaridad, en particular los europeos, que en el pasado los habían perseguido. Formada la ONU, el tema Palestina fue abordado, conformándose un comité que propuso la creación de un estado árabe, un estado judío, y un estatus especial para Jerusalén. Para la época, en la zona habitaban 1’237.000 palestinos y 608.000 judíos.
Esa partición, que creó Israel en mayo de 1948, no fue aceptada por los palestinos, ni por Egipto, Líbano, Siria, Irak y Arabia Saudita, porque negaba el principio de autodeterminación de los pueblos, previsto por Naciones Unidas. En consecuencia, la primera guerra estalló, pero el poderío militar de Israel, que tenía el apoyo de Estados Unidos e Inglaterra, volvió añicos las fuerzas árabes, dejando 750 mil palestinos sin hogar, y convertidos en refugiados en los países árabes vecinos. Desde entonces, han sido expulsados de su propia tierra, porque con las guerras de 1967 y 1973 nuevos territorios fueron militarizados y colonizados por Israel.
El ataque de Hamás del 7 de octubre fue brutal. Más de 1300 israelitas perdieron la vida, y 253 fueron tomados como rehenes. Pero más que brutal, fue un ataque sin cálculo, porque no previó la reacción militar de Israel, que ha sido desproporcionada, matando ya más de 37000 palestinos, y arrasando la infraestructura, dado que se han destruido redes eléctricas, acueductos, hospitales, escuelas, mezquitas, y miles de viviendas. El 85% de la población de Gaza, en donde viven 2.3 millones de personas, ha sido obligada a huir. Mucha gente no tiene que comer, porque hasta los camiones de ayuda humanitaria han sido atacados. No hay duda, Israel ha remplazado la legítima defensa, a la cual tenía derecho, por la más repugnante violación del derecho internacional humanitario.
Lo ocurrido, que constituye una vergüenza para Naciones Unidas, devela la profunda crisis que atraviesa. El apoyo de Estados Unidos a Israel puede interpretarse como complicidad. Kamala Harris estuvo en Gaza y regresó indignada, pero su reporte contra Israel fue restringido. Las protestas en universidades norteamericanas parecen anunciar la derrota electoral de Biden. Su propuesta de cese al fuego, aprobada el lunes pasado por el Consejo de Seguridad, hubiera podido presentarse hace meses.
Para terminar, recordemos que judíos ilustres, como Kalmanovitz en Colombia, y Sanders y Chomsky en Estados Unidos, desaprueban con firmeza las acciones de Israel. Vale la pena oírlos.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion