A medida que el gobierno de Gustavo Petro ultima detalles para renovar la flota de aviones de combate del país, se conocen también pormenores del billonario proceso contractual, lo que ha hecho que una discusión que debe ser técnica termine permeada por la política y la especulación. En juego no solo están alrededor de $26 billones –más de lo que el presidente espera recaudar con su reforma tributaria: $20 billones–, sino la defensa nacional y la seguridad aérea de Colombia.
Se trata de un proceso que se viene construyendo desde hace más de una década, ideado para remplazar –de forma gradual– entre 12 y 36 aeronaves, entre ellas al menos 16 tipo Kfir. Justo sobre ellos se centra la atención, pues algunos están en operación desde hace más de 30 años, por lo que tres ya gozan de buen retiro, mientras que otros tienen vida útil hasta diciembre de 2023. “Ya era un peligro subirse en esos aparatos”, admitió hace unos días Petro.
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La polémica quedó servida luego de que Petro confirmó que está dando continuidad al plan de modernización que arrancó Juan Manuel Santos y que alcanzó su maduración este año, en las postrimerías del mandato de Iván Duque, cuando quedó listo un CONPES por $14 billones. “Se tenía la plata lista e íbamos a hacer la contratación, pero en el empalme ellos dijeron que no estaban de acuerdo”, dijo una fuente de ese gobierno que ayudó en el diseño del proceso.
Al menos desde 2019, el Ministerio de Defensa tenía ofertas de cuatro conglomerados de diferentes países para renovar la flota: los F-16, de Estados Unidos y Dinamarca; SAAB Gripen, de Suecia; Eurofighter Typhoon, de España, Reino Unido y Alemania; y Rafale, de Francia. Los F-16 eran los que más le sonaban al gobierno Duque y en su momento se contemplaba adquirir al menos 24 por US4.500 millones. “Comprar esos implicaba estar alineados con los estándares de la OTAN, a la que pertenecen Estados Unidos y Dinamarca”, sostuvo el alto funcionario.
Otra de las ofertas es de la firma francesa Dassault Aviation, que fabrica los Rafale y que ha tenido acercamientos con el gobierno Petro. Al parecer, ofreció ocho aeronaves por un valor unitario que ronda los US115 y US120 millones. Una tercera alternativa son los Gripen de la sueca SAAB, que habría ofrecido 10 aviones por US850 millones. A ellas se suma 12 cazas de Eurofighter Typhoon por cerca de US2.000 millones.
Además del precio, la capacidad y si se trata de aeronaves nuevas o usadas, para el gobierno Petro es determinante el tiempo que cada firma se tomaría en entregar los aviones pues –en el caso de los nuevos– se habla de un periodo de fabricación y ensamblaje que tardaría hasta cinco años, pese a que en 2023 ya saldrán del aire los Kfir. Y acá comienzan los reparos políticos.
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Desde la oposición, muchos no tardaron en enrostrarle a Petro su postura en campaña contra compras similares que planeaba el gobierno anterior. Uno de esos reparos fue en marzo de 2021, en plena pandemia por el COVID, cuando el entonces senador era vehemente en advertir que se trataba de recursos que podrían invertirse en sedes universitarias y colegios. “Nosotros invertiremos esos recursos en la educación de la gente”.
Una Colombia que se gasta 14 billones de pesos en aviones de combate y otra Colombia que decide no hacerlo e invertir ese dinero en sedes universitarias y colegios.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) March 29, 2021
¿Cuál cree que sería la mejor Colombia?
Nosotros invertiremos esos recursos en la educación de la gente. https://t.co/HcyFUy5qlG
Más allá de los reparos de la oposición, la compra también desató fuego amigo. El propio hijo del presidente, el diputado del Atlántico Nicolás Petro, trinó: “No estoy de acuerdo con la compra de aviones. Todo para la paz, nada para la guerra”.
Fue secundado, nada menos, que por uno de los principales escuderos políticos del mandatario: el presidente del Senado, Roy Barreras, quien dijo que, dadas las condiciones del país, no es “oportuno ni conveniente” gastar recursos en aviones de guerra.
Barreras admitió que hay limitaciones en la flota aérea, pero manifestó que “las nuevas y positivas condiciones internacionales”, entre ellas el restablecimiento de relaciones con Venezuela, “aplazan esa urgencia”.
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Pese a que hoy hay cordialidad con ese país, no puede pasar por alto que el poder de la Aviación Militar Bolivariana incluye 70 aeronaves de combate, equipadas no solo con tecnología estadounidense, sino también rusa, china y brasileña.
Al margen de la controversia, lo cierto es que Petro ya comenzó el proceso de renovación: justo hace una semana adjudicó un proceso por US41.000 para adquirir cinco aviones de instrucción para la formación de pilotos. ¿Continuará por esa senda el presidente del “gobierno del cambio” o atenderá los reclamos de personajes que, como el entonces senador Petro, se oponían a la compra de aviones de combate, más cuando se habla de una “paz total”?
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Necesitamos tantos recursos para la lucha contra el hambre,la educación y empleo de los jóvenes, el ingreso mínimo vital de nuestros viejos, para el campesinado y la compra de tierras, para invertir en la paz que no parece oportuno ni conveniente gastar $ en aviones de guerra. https://t.co/tXtnMo76yU
— Roy Barreras (@RoyBarreras) December 20, 2022