Hay un lugar en el mundo que está lleno de diversidad: plantas, animales, hongos, frutas y colores que llenan las regiones, los bosques y hasta los desiertos. Uno creería que, en ese lugar tan rico en alimentos, nadie pasa hambre. Pero en ese mismo país la pobreza y la inseguridad alimentaria son la mayoría. Se trata de Colombia, país donde casi 16 millones de colombianos viven con dos o menos comidas al día, según la Asociación de Bancos de Alimentos.
Parece no tener sentido, pero en temas de plantas y hongos hay mucho por explorar. Muchas de estas especies son comestibles y podrían constituir fuentes de alimentos y ayudar a disminuir la hambruna. Un nuevo estudio llamado Comprender la diversidad y biogeografía de las plantas comestibles colombianas y realizado por investigadores de Colombia y Reino Unido reveló que de las más de 7.000 especies de plantas comestibles del mundo, el país tiene por lo menos 3.805 que fueron catalogadas.
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El estudio, publicado en Nature, explica que los departamentos de Antioquia, Boyacá, Meta y Cundinamarca son los más diversos, con mayor número de registros únicos georreferenciados y también en el total de las especies.
Mientras tanto, y es preocupante, en Cesar, Sucre, Atlántico, Vichada y Guainía no se logró obtener información por el conflicto armado. Es decir que son muchas más de 3.805 especies. La mayoría están ubicados en los bosques húmedos andinos.
¿Por qué un país tan rico pasa hambre? Podría ser desconocimiento, miedo, predominio de otras industrias, la globalización, el hecho de que los colombianos se han alejado de los alimentos nativos en las últimas décadas debido a la transformación cultural y socioeconómica, entre muchas otras.
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El problema y la solución
El planeta Tierra es hogar pero también es fuente de alimento. El medio ambiente, sus aguas, los animales, las frutas y vegetales y, por supuesto, las plantas, han alimentado a generaciones y sus consumos han variado con los años.
Estas últimas son consideradas comestibles cuando en su totalidad o parte de ellas, en raíces, hojas o frutos, pueden ser consumidas por el ser humano y, según los autores del estudio, “forman parte del patrimonio gastronómico tradicional de las poblaciones humanas y tienen el potencial de apoyar la seguridad alimentaria y desarrollar una agricultura sostenible en el mundo”. Dependerá de su utilización, agricultura y fomento.
El problema es que, a pesar de esa diversidad de más de 7.000 especies conocidas de plantas, “casi toda la ingesta calórica humana está compuesta por solo 10 especies”, no hay variedad, lo que ha reemplazado las variedades tradicionales de los pueblos por especies más globales, por híbridos, por las que se producen más fácil en masa o las que fueron introducidas desde afuera.
“La gente comenzó a disminuir su interés en las plantas comestibles locales mientras disminuía progresivamente su atención al bienestar de los ecosistemas que las albergaban, lo que condujo a su degradación”. Mejor dicho, se dañó el sistema y se dañó el consumo: un círculo vicioso porque al comer menos variedad se dañan los suelos y se agotan las poblaciones.
Estas mismas plantas, que hoy constituyen la problemática, podrían convertirse en la solución para más de 800 millones de personas que, en el mundo, aguantan hambre según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO.
Néstor García, del Instituto Alexander Von Humboldt, explicó en otro trabajo que esta diversidad agrícola en plantas es clave para la “reducción del hambre y la pobreza rurales en los países en desarrollo”, pero, sobre todo, porque “gran variedad de estas plantas alimenticias subutilizadas pueden proveer los nutrientes básicos para tratar la llamada ‘hambre oculta’”, que es la deficiencia de vitaminas y minerales que ocasionan problemas de salud y desarrollo en los habitantes de países como Colombia. Esto es lo que el estudio encontró.
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Caso Colombia: aún mucho por saber
Colombia alberga 10 % de la biodiversidad mundial y reúne varios tipos de ecosistemas naturales. Es basto, también, en diversidad cultural y poblacional. Tiene todos los ingredientes para ser un país rico pero, en cambio, más de la mitad de su población vive en inseguridad alimentaria.
Al tiempo y de forma contraria a la deseada, en el país “las plantas comestibles locales han sido reemplazadas rápidamente por variedades comerciales de alto rendimiento y se han convertido en especies desatendidas e infrautilizadas”. Esto se debe a las dinámicas económicas y de agricultura, también al desconocimiento y la poca documentación al respecto.
El primer trabajo que abordó este tema, realizado en 1978, catalogó 1.771 especies, solo algunas eran comestibles. Luego, en 1991 se ahondó en el tema de frutos comestibles y se encontraron 167 especies, y así con los años. “Sin embargo, a pesar de tan valiosos esfuerzos, la información sobre las plantas comestibles colombianas es aún escasa, por ejemplo, según se han realizado estudios agrícolas en menos del 20 % de las frutas silvestres colombianas”.
Las plantas subutilizadas, según cita García, son aquellas “cuyo potencial no ha sido aprovechado en toda su capacidad para el tratamiento de los problemas de seguridad alimentaria, salud, generación de ingresos y servicios ambientales”.
Este actual trabajo publicado en Nature encontró que hay 3.805 especies comestibles en el país, la mayoría nativas (73,8%) y 11,9 % (457) naturalizadas. Se cultivan 662 especies (17,3%), de las que solo 158 son nativas. Además, del total de 3.805 que se han categorizado, solo 2.457 tienen usos alimentarios locales; es decir que “1348 especies comestibles están presentes en el país pero no tienen usos reportados a nivel local”. El total está dividido en 219 familias y 1.389 géneros. Las más importantes familias son: Fabaceae (119 géneros y 351 especies), Asteraceae (86 géneros y 136 especies), Poaceae (72 y 140), Arecaceae (55 y 180) y Rubiaceae (52 y 137). En el país hay para comer desde árboles hasta hierbas y trepadoras
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