La fibrosis quística (FQ) es una enfermedad pulmonar crónica que no solo afecta a los pulmones sino también al aparato digestivo, el páncreas, el hígado, los intestinos, los senos paranasales y los órganos sexuales.
Su origen se relaciona con el déficit de una proteína encargada de regular la circulación del sodio y el cloro en el cuerpo. Como consecuencia, las células de las vías respiratorias y del tracto digestivo segregan mucho más moco de lo normal. Este moco es muy espeso y pegajoso, lo que causa obstrucciones, infecciones, dificultad respiratoria y problemas en el funcionamiento de otros órganos.
Las personas que viven con fibrosis quística se enfrentan a diversos síntomas, como lo son tos crónica, sibilancias (sonido silbante y chillón durante la respiración), infecciones y falta de aliento. Otros síntomas gastrointestinales suelen ser las deposiciones grasas y malolientes, pérdida de peso o incapacidad para ganarlo a pesar de llevar una alimentación saludable, problemas de crecimiento o pancreatitis, entre otros.
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Otra característica de la fibrosis quística es el exceso de sodio que los pacientes suelen tener en la piel. Este signo puede ser de gran ayuda a los padres a la hora de detectar la enfermedad en los niños pequeños, ya que al besarlos se nota el sabor salado.
Los síntomas y la severidad de la fibrosis quística pueden variar de persona en persona. Algunas personas tienen problemas serios desde el nacimiento. Otras pueden tener un tipo más leve de la enfermedad que no se manifiesta hasta la adolescencia o al inicio de la edad adulta.
La fibrosis quística se suele diagnosticar en la infancia o adolescencia a través de varias pruebas, tales como genes, sangre y pruebas de sudor. Esto permite iniciar de manera temprana el tratamiento que incluye una dieta rica en grasas y fármacos que ayudan a disminuir el exceso de moco de las vías respiratorias, mejorando así la calidad de vida del paciente.
Aunque la fibrosis quística es progresiva y requiere cuidados médicos diarios, los pacientes suelen ser capaces de estudiar y trabajar. A menudo tienen una mejor calidad de vida que la que tenían las personas con esta patología en décadas anteriores.
Si bien actualmente no existe una cura para esta condición, hay tratamientos que se concentran en mejorar la calidad de vida de las personas, al mitigar los síntomas y reducir las complicaciones de la enfermedad.
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