La posibilidad de que cualquier creencia o manifestación espiritual sea reconocida como religión en Colombia, es una puerta que ha quedado abierta, luego de que, el pasado cuatro de agosto, fuera radicado ante el Congreso de la República el proyecto de ley 058 de 2025, que contempla la modificación del artículo 5º de la Ley 133 de 1994, que excluye las actividades relacionadas con fenómenos psíquicos o parapsicológicos, satanismo, prácticas mágicas, supersticiosas o espiritistas.
La propuesta ha levantado críticas entre los diferentes sectores religiosos del país, pero también ha encendido las alarmas, por las implicaciones que tendría para la sociedad colombiana una hipotética aprobación del texto.
Propuesta impertinente
Marly Álvarez, consejera de Asuntos Religiosos de Norte de Santander, indicó que la propuesta fue evaluada en mesa departamental, por parte de los representantes de las entidades y organizaciones, quienes concluyeron que la misma además de ser “poco pertinente”, no discrimina sobre las condiciones o requisitos que debe cumplir estas prácticas para ser reconocidas como religiosas.
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“La iglesia o confesión religiosa es toda comunidad de fe que tenga formas propias de culto, que cuente con ministros para el desarrollo de sus actividades religiosas y posea una doctrina”, explicó Álvarez, a la vez que señaló que son elementos que no están presentes en muchas de las formas o creencias espirituales que pasarían a ser reconocidas con la modificación de la Ley 133.
Precisó que, de acuerdo con la caracterización hecha en 2024, en Norte de Santander existen 2.234 organizaciones y entidades religiosas, con diferentes doctrinas y motivos de fe, sin embargo, con la búsqueda del bien común como prioridad.
Por su parte, Julián Rolón, concejal de Cúcuta, indicó que con este proyecto de espíritu progresista, “lo que se busca es destruir la fe y las iglesias, así como han querido destruir a la familia”.
“Esperamos y estamos confiados en que esto no vaya a prosperar, porque sería un retroceso sobre lo que hemos avanzado, que no ha sido muy rápido, pero estamos allí poco a poco en todo el proceso de implementación de la política pública de libertad religiosa”, dijo Álvarez, quien demandó la mayor rigurosidad en sobre la definición de esas prácticas que ya existen, pero no cuentan como religión.
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