La llegada de diciembre en Norte de Santander no solo se abre al alumbrado, los pesebres y el olor a natilla y buñuelos. También marca el inicio de una de las temporadas más significativas para las comunidades de fe: el tiempo de Adviento y la Navidad, en la frontera colombo-venezolana, donde confluyen tradiciones de ambos países, creyentes católicos y cristianos viven estas fechas desde perspectivas que, aunque distintas, coinciden en un mismo propósito: celebrar el nacimiento de Jesús.

El Adviento: la espera que prepara el corazón
Para la iglesia católica, el camino hacia la Navidad inicia cuatro semanas antes con el Adviento, un tiempo de silencio, sobriedad y esperanza. Así lo explica el padre Fabián Staper Carvajal, párroco del Santuario Divino Niño Jesús, en Lomitas (Villa del Rosario), capellán del deporte profesional y profesor del Seminario Mayor San José.
“El Adviento llega, latente al Adviento, y nos ayuda a preparar el corazón, a reflexionar y a vivir desde el arrepentimiento y la conversión. La experiencia del adviento coloca en el corazón de cada creyente un deseo profundo de preparar el camino para recibir a Jesús”, señala el sacerdote.
Uno de los símbolos más queridos para los fieles es la Corona de Adviento, una tradición y que combina elementos litúrgicos y decorativos, cuatro velas —tres moradas y una rosada— se encienden cada domingo como signo de la luz que se aproxima.
“La vela blanca, reservada para Navidad, representa el nacimiento de Jesús, el Hijo invisible que se hace visible en su Hijo”, recuerda al sacerdote citando al papa benedicto XVI.
El Adviento concluye el 24 de diciembre y da paso a la Nochebuena, cuando la iglesia celebra el momento central de la fe cristiana: la encarnación.

La Navidad desde la mirada cristiana: Cristo naciendo en el corazón
Para las iglesias cristianas pentecostales y evangélicas, el enfoque navideño tiene un componente diferente, más allá de fecha o las tradiciones culturales: una comunión esencial con: el nacimiento de Cristo en la vida de cada creyente.
Así lo explica Juan Carlos Cuéllar, pastor de la iglesia Cristiana Elim, ubicada en la zona industrial de Cúcuta.
“La Navidad para nosotros es la celebración del regalo más grande que Dios nos ha dado: la llegada de Jesucristo, el Salvador. La preparación también existe pero se centra en acondicionar el corazón para recibir ese regalo”, asegura Cuéllar.
Cada costumbre, desde arrepentimiento hasta el gozo común del 25, “no es un tiempo de fiesta en el cielo, lo Navidad es un acto de reconciliación entre Dios y su iglesia”, explica.
En cuanto a tradiciones como los pesebres, los bautizos o las novenas, en las iglesias cristianas no son ritos esenciales, pero sí los momentos simbólicos y bíblicos estrictamente necesarios: “Nuestro único interés es Cristo. No es una tradición, buscamos relación con Dios”, añade el pastor.
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Novenas y unión familiar
Uno de los rituales más importantes para los católicos es la novena de aguinaldos, desde el 16 hasta el 24 de diciembre.
En Cúcuta y el área metropolitana, se viven entre rezos, cantos, parrandas navideñas, y por supuesto, natilla, buñuelos, chocolate caliente, hallacas y pan de jamón, entre otras delicias gastronómicas propias de la temporada.
“Todos los días de la novena compartimos, nos acercamos, vivimos en familia, amigos y vecinos; es un momento perfecto para nutrir nuestra fe y fortalecer nuestra unión. La novena es parte de la identidad católica”, dice Castellanos.
Las misas de aguinaldo en la madrugada son también un signo de piedad popular. Una tradición que distingue a los santandereanos.
Una de las expresiones religiosas más arraigadas en Cúcuta son las misas de aguinaldo al amanecer, celebraciones que anteceden la Navidad y que simbolizan la espera de Jesús como luz del mundo. La comunidad se congrega en plena oscuridad, en un acto de fe y esperanza, aguardando al “sol que nace de lo alto”.
Aguinaldos, festivales y la riqueza cultural de la frontera
En la frontera, diciembre no se vive solo en los hogares: las calles se llenan de luces, música, festivales y tradiciones compartidas entre Colombia y Venezuela.
En corregimientos como La Parada, Banco de Arena y otras zonas rurales, los juegos tradicionales, concursos comunitarios, comidas típicas y encuentros culturales enriquecen un ambiente que mezcla ambas identidades.
“El intercambio cultural de nuestra región hace que nuestras celebraciones navideñas sean únicas. Las hallacas, el pan de jamón, el pollo relleno y las gaitas se mezclan con la natilla, los buñuelos, la música de cuerda nortesantandereana y el espíritu festivo colombiano. Esa mezcla es símbolo de la hermandad que caracteriza a nuestra frontera”, explica Juan Carlos Castellanos, líder comunitario.
También destaca que esta combinación de influencias ha consolidado prácticas como el “paseo de pesebres”, concursos de fachadas y festivales navideños, que cada año fortalecen la identidad fronteriza.
1854 AÑO EN QUE SE PROMULGÓ EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
La madrugada conserva un simbolismo espiritual particular
La oscuridad representa en el mundo antes del nacimiento de Cristo y los fieles llegan a Dios como peregrinos que se abren al Misterio.
Aunque estas prácticas religiosas se viven en varias regiones del país, en Cúcuta tienen un sello particular: la participación masiva de jóvenes, adultos y adultos mayores, que se congregan para la misa en medio de un ambiente profundamente devocional que hace parte del ADN regional.
Padre Fabián Staper destaca que este tipo de prácticas influyen emocionalmente en los creyentes, fortaleciendo su espíritu de preparación interior para recibir al Niño Jesús.
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Reyes Magos, los portadores de esperanza
El 6 de enero, la fiesta de la Epifanía del Señor, se celebra la llegada de los Reyes Magos al pesebre de Belén. La historia de los tres sabios de Oriente que siguieron la estrella hasta Jesús continúa siendo una tradición viva.
En la iglesia católica se ve como el reconocimiento de que Cristo se revela a todas las naciones.
En los hogares cristianos, esta tradición se mantiene con regalos simbólicos para los niños, recordando que ellos también reciben el amor de Dios.
“Cada detalle en Navidad tiene un significado especial que nos ayuda a reflexionar y renovar nuestra fe”, afirma Cuéllar.
Aunque el paso del tiempo ha cambiado ciertas costumbres, la fe del pueblo fronterizo sigue intacta. Diciembre es un tiempo donde lo cotidiano se transforma y se busca vivir un encuentro profundo con la espiritualidad, que permanece firme incluso frente a las dificultades.
En Norte de Santander, esta fe compartida entre tantos es la fuerza que ha permitido recuperar tradiciones, proteger la unidad familiar y renovar la memoria de esa búsqueda fiel.
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