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Especial | A cinco años del coronavirus: cambios, avances y desafíos en Norte de Santander
En Colombia, la pandemia cobró la vida de más de 6 millones de personas, de esas, 5.215 fueron nortesantandereanos.
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La opinión
La Opinión
Domingo, 16 de Marzo de 2025

Redacción 

Deicy Sifontes / Orlando Carvajal 

Fotos: Archivo Web La Opinión 


Han pasado cinco años desde que el mundo enfrentó una de las crisis sanitarias más significativas de la historia reciente: la pandemia de la COVID-19

Lo que comenzó como un brote en Wuhan, China, a finales de 2019, se convirtió en una emergencia global que puso a prueba los sistemas de salud, la economía y la vida cotidiana de miles de millones de personas en el planeta.

Las cuarentenas, el distanciamiento social y la incertidumbre marcaron una era que transformó la manera en que trabajamos, estudiamos y nos relacionamos.


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Hoy, con el paso del tiempo, es posible reflexionar sobre los cambios que dejó la pandemia en diversos ámbitos.

Impacto de la pandemia en la salud de los cucuteños

La pandemia de la COVID-19 dejó una profunda huella en la salud de la comunidad cucuteña.


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Según Carlos Roberto Varón Jaimes, médico cirujano egresado de la Universidad Metropolitana y especialista en Medicina Interna por la Universidad del Rosario, quien actualmente dirige la Unidad Hemato-Oncológica Especializada IPS SAS, los efectos de la crisis sanitaria fueron devastadores tanto en la mortalidad como en la atención de patologías crónicas.

Mortalidad y desatención de enfermedades crónicas

En su concepto, el impacto más fuerte de la pandemia fue la pérdida de vidas humanas, afectando a poblaciones vulnerables como adultos mayores, pero también a jóvenes y personal de salud. 

“Médicos, amigos y conocidos fallecieron. El otro impacto grave fue la atención de otras patologías, en particular el cáncer. Muchos pacientes con esta enfermedad continuaron sus controles, pero otros dejaron de asistir por miedo, lo que llevó a recaídas y agravamiento de sus condiciones”, explica.

El acceso limitado a los servicios de salud impactó también a quienes desconocían que padecían cáncer y fueron diagnosticados en etapas avanzadas tras la pandemia, lo que aumentó la mortalidad.


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Además, muchas patologías crónicas quedaron relegadas debido a la prioridad en la atención del coronavirus. “Las urgencias, enfermedades de alto costo, diálisis y cáncer fueron priorizadas, pero hubo una población que, al no salir de sus casas ni acceder a la atención médica, sufrió descompensaciones severas”, recuerda.

El impacto en el personal de salud

El temor fue uno de los factores más dolorosos para la población médica. “Muchos colegas no trabajaron por miedo, mientras que otros, que enfrentaron la pandemia en primera línea, fallecieron.

En cada nueva ola, médicos y trabajadores de la salud vivieron un desgaste emocional y físico severo”, recalca el especialista. La incertidumbre sobre la evolución del virus y la aparición de nuevas variantes generaron un alto nivel de estrés en el personal sanitario y sus familias.

 

Secuelas psicológicas y efectos en la salud mental

Más allá del impacto físico, señala el especialista, la pandemia dejó estragos psicológicos, porque el encierro, la incertidumbre y el temor incrementaron los trastornos mentales. “Las consultas con psiquiatras se saturaron debido al aumento de diagnósticos y la reactivación de enfermedades mentales preexistentes”, comenta Varón.


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En países como Japón, los suicidios superaron las muertes por la COVID-19 en el primer año de la pandemia, reflejando el profundo impacto emocional de la crisis.

El deterioro de las relaciones familiares también fue evidente. “Muchas parejas se separaron, y las relaciones sociales colapsaron, lo que generó un ambiente deprimente incluso después de la pandemia”, añade. 

Vacunación: éxito y controversias

La vacunación fue clave para el control de la pandemia, aunque no estuvo exenta de controversias.

“Fue un avance científico sin precedentes, permitiendo que en dos años se superara la crisis sanitaria. Aunque la vacuna no prevenía la infección, redujo la severidad de la enfermedad y la hospitalización”, explica el especialista.


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Sin embargo, también hubo eventos adversos, como trombosis y efectos secundarios graves, aunque en una proporción menor comparada con los beneficios obtenidos.

De pandemia a endemia

Al cumplirse  los cinco años de esta  emergencia sanitaria mundial, ahora aquél atemorizante virus permanece en la Tierra de manera endémica. “El COVID-19 sigue circulando, ahora de forma estacional. Los pacientes vulnerables pueden fallecer, tal como ocurre con la gripe u otras infecciones respiratorias. La ciencia ha avanzado en el entendimiento de la microbiota pulmonar, lo que permite comprender mejor la reactivación de microorganismos propios del organismo en enfermedades como el asma, cáncer o infecciones respiratorias”, dice el especialista.

Coronavirus en el país y la región 

Desde que inició la pandemia en 2020  y hasta el 8 de marzo de 2025, según el último reporte emitido por parte del Ministerio de Salud en relación con el coronavirus, Colombia  ha registrado un total de 6.416.872 casos confirmados de COVID-19, con 143.485 fallecidos y 6.273.387 recuperados. 

En Norte de Santander, en el mismo periodo, se reportaron 126.453 casos confirmados de COVID, con 5.215 fallecidos, 

Y, de acuerdo con el último boletín epidemiológico emitido por el Instituto Nacional de Salud (INS), entre el 02 y el 08 de marzo de 2025 se confirmaron 335 casos en el territorio nacional. Uno de ellos correspondió a Norte de Santander. 


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En este sentido, cabe precisar que, el primer caso de COVID en Colombia se registró el 6 de marzo de 2020, correspondiente a una joven de 19 años. 

La ciudadana, procedente de Milán (Italia), presentó síntomas y acudió a los servicios de salud donde se le tomaron las muestras para el análisis respectivo, dando resultados positivos a las pruebas. 

Mientras que, en Cúcuta, el primer caso se registró el 15 de marzo de 2020. Una mujer de 47 años, procedente de Asturias (España), llegó a la ciudad el 9 de marzo de 2020 y, luego de presentar síntomas y hacerse los exámenes, dio positivo para COVID. 

 

Mitos y verdades que dejó la pandemia 

¿Qué aprendimos realmente de esta crisis? ¿Cuáles fueron las verdades y cuáles los mitos que persistieron en la conciencia colectiva?


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Desde el inicio de la pandemia, la incertidumbre llevó a la difusión de múltiples teorías, algunas basadas en hechos científicos y otras en especulaciones sin fundamento. 

En ese aspecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC),  jugaron un papel crucial en la desmentida de información errónea. 

Y es que, se decía de todo. Por ejemplo, uno de los mitos que más tomó fuerza se relacionó con que el coronavirus fue creado en un laboratorio intencionalmente, ¿falso o verdadero? 

Sin embargo, la verdad revelada por la OMS es que el virus tiene un origen natural y es que, probablemente, se transmitió de animales a humanos en un mercado de Wuhan, China. 

“Los virus que circulan no son nuevos, sino que ya están en la naturaleza, en determinados ‘reservorios’. Concretamente, viven en animales y tienen la capacidad de pasar de una especie a otra, como se considera que hizo el SARS-Cov-2 al saltar de los murciélagos a los humanos. Al pasar entonces a habitar un huésped nuevo, el virus produjo más enfermedad que en el reservorio natural”, precisa el virólogo Juan Arbiza. 


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Otra ficción que se propagó y que aún, después de cinco años se mantiene, es que las vacunas para prevenir la enfermedad o mitigar sus riesgos, no son seguras y que tienen un chip. 

Y claro, las vacunas para la enfermedad fueron creadas en tiempo récord, lo que generó dudas, sin embargo, María Moreno, integrante de la Comisión Nacional Asesora de Vacunación de la OMS, señala que esto no se traduce en que se hayan saltado etapas para su creación, sino que, por el contrario, cada una de las dosis “pasó todas las pruebas, los ensayos clínicos fase 1, fase 2, fase 3 con las mismas exigencias que las otras vacunas”. 

La profesional aclara que la autorización de emergencia que se les dio implicó el “aceleramiento de todos los pasos burocráticos” de administración y distribución, pero no de los pasos de su producción. 

Esto se traduce, según Moreno en que, es un mito decir que “la vacuna puede causarnos la muerte. Lo que sí puede es ocasionar efectos adversos a nivel del sitio de inyección como hinchazón o dolor y efectos más sistémicos como fiebre, dolor de cabeza o muscular, pero todos ellos son leves y de una corta duración”.


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Asimismo, las vacunas contra la COVID-19 no contienen productos manufacturados como microelectrónica, electrodos, nanotubos de carbono ni semiconductores de nanocables.

Una de las fórmulas que se creó sin sustento científico alguno es que el coronavirus se podía curar rociando el cuerpo con cloro, pero al hacerlo no se eliminó a aquél mortífero microatacante, puesto que al pulverizar dicha sustancia llegaron a ponerse en riesgo las mucosas de los ojos, la piel o la boca y hasta dañar la ropa. 

Las mutaciones de la COVID-19: ¿cómo ha evolucionado el virus cinco años después?

Aunque la emergencia sanitaria global fue superada, el virus sigue circulando y evolucionando.A lo largo de este tiempo, múltiples variantes han surgido, algunas más contagiosas o resistentes a la inmunidad previa.  

Desde la aparición del SARS-CoV-2, su evolución ha sido constante. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y centros de investigación han identificado varias variantes, algunas clasificadas como “de preocupación” debido a su impacto en la transmisibilidad y la eficacia de las vacunas. Entre las más relevantes están:

Variante alfa (B.1.1.7): identificada en el Reino Unido en 2020, fue una de las primeras en demostrar mayor contagiosidad.
Variante delta (B.1.617.2): originada en India, causó olas significativas en 2021 debido a su alta capacidad de transmisión.
Variante ómicron (B.1.1.529) y sus subvariantes: dominante a partir de finales de 2021, mostró una gran capacidad de reinfección y afectó la efectividad de las vacunas.

El doctor Esteban Ramírez, virólogo, explica que “el virus sigue mutando, pero gracias a la inmunidad adquirida y las vacunas, su impacto ha disminuido en términos de hospitalización y mortalidad”.

 

Las lecciones aprendidas  

El médico Arturo Arias, intensivista, explica que, aunque la OMS declaró el fin de la pandemia, el COVID-19 sigue circulando en un estado endémico, con una mortalidad baja y un comportamiento estacional similar al del H1N1.

¿Entonces, el COVID-19 se comportará como otros virus que han surgido en la historia?

Exactamente. Esto ya ha ocurrido con virus como el H1N1, que con el tiempo migró y se volvió estacional. El COVID-19 quedará presente en la humanidad, en la sociedad y en animales silvestres. En ciertas épocas del año, con cambios climáticos, habrá picos de contagios, pero con muy pocos casos graves o fatales. 

Desde su perspectiva, ¿hubo aspectos positivos en la pandemia?

A nivel global, como ha pasado con pandemias anteriores, hubo devastación, gran morbilidad y mortalidad. Pero también impulsó cambios importantes. Hubo una división evidente entre países con altos y bajos ingresos, y esto afectó la respuesta ante la crisis.


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En algunos lugares, la infraestructura hospitalaria no mejoró porque se desviaron recursos en compras innecesarias, como ventiladores chinos que resultaron ineficaces.

Sin embargo, en el lado positivo, los sistemas de salud intentaron organizarse mejor. Médicos y personal sanitario se prepararon más, se estudió y se investigó a fondo el virus. También se hizo evidente la importancia del personal de primera línea, que fue el que recibió el impacto más fuerte. 

¿Qué errores no deberían repetirse si enfrentamos otra pandemia en el futuro?

Nosotros, como intensivistas locales, hicimos un manifiesto denunciando la falta de apoyo de la salud pública. En su momento nos tildaron de alarmistas, cuando en realidad pedíamos una estrategia efectiva.

El sistema público debe coordinarse mejor con el privado. En 2020, en Cúcuta, podría haberse hecho muestreos en barrios como Atalaya para identificar rápidamente los casos y contener la propagación. Además, cerrar fronteras y rastrear a las personas que llegaron del extranjero hubiera sido una medida efectiva. No se tomaron esas decisiones a tiempo, lo que permitió la expansión del virus.

Un tema controvertido fue la vacunación. ¿Considera que la gente que no se vacunó estuvo más expuesta?

Sin duda. El virus no hizo distinciones de nivel social o sistema de salud. Casos como el del padre Botello, que era muy querido en la comunidad, muestran que nadie estaba exento del peligro.


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Sin embargo, algunas personas decidieron no vacunarse, influenciadas por desinformación y teorías de conspiración. Hoy sabemos que algunas vacunas tuvieron efectos secundarios, pero en el balance general, la vacunación ayudó a detener la pandemia. No se logró una inmunidad de rebaño total, pero sí fue un factor clave en la reducción de la propagación.

Se habla de que podría haber nuevas pandemias en el futuro. ¿Cree que surgirán por infecciones respiratorias?

Sin duda. Pandemias seguirán ocurriendo, posiblemente provenientes de Asia, Egipto u Oceanía. Aún hay muchas dudas sobre el origen exacto del COVID-19, pero lo que sí sabemos es que los sistemas de salud aprendieron mucho y están mejor preparados para el futuro.

Cúcuta es una ciudad fronteriza, ¿esto la hace más vulnerable a nuevas pandemias?

Absolutamente. Si consultamos a los infectólogos locales, veremos cómo han aumentado enfermedades infecciosas, de transmisión sexual y hasta parasitosis cerebrales.

Esto no se debe solo a la crisis migratoria del vecino país, sino también a la llegada de personas de Irán, Egipto, África y Asia que usan la frontera para llegar a Estados Unidos. Cúcuta sigue siendo un punto de alto riesgo, un “colador abierto” para la entrada de nuevas enfermedades.

¿Algún mensaje final?

Solo quiero enfatizar que no podemos olvidar lo que pasamos con el COVID-19. Debemos aprender de los errores y fortalecer los sistemas de salud para que, cuando llegue la próxima pandemia, estemos mejor preparados.


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Pros y contras de la pandemia de COVID-19 en Cúcuta

El Dr. Carlos Roberto Varón Jaimes, especialista en Medicina Interna y director de la Unidad Hemato-Oncológica Especializada IPS SAS, destacó los siguientes aspectos. 

Pros

Transformación digital en salud y justicia

  • Se fortaleció la telemedicina, permitiendo un acceso más rápido a consultas médicas sin necesidad de desplazamiento.
  • La virtualización de audiencias judiciales redujo la necesidad de traslados de personas privadas de la libertad.

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Avances en vacunación y prevención

  • Se amplió la indicación de la vacuna contra el neumococo para adultos mayores de 60 años, reduciendo la incidencia de neumonía adquirida en la comunidad.
  • Se reforzó la importancia de la inmunización en la prevención de enfermedades infecciosas.

Mejoras en hábitos de higiene y prevención de enfermedades

  • Uso continuo del tapabocas, lo que disminuyó la incidencia de infecciones respiratorias.
  • Adopción del lavado de manos como hábito cultural, reduciendo la propagación de enfermedades infecciosas.

Contras

Aumento de enfermedades trombóticas

  • Se observó un incremento del 25-30% en la consulta por trombosis.
  • Aparición de trombosis en poblaciones más jóvenes, incluyendo trombosis mesentérica y tromboembolismo pulmonar.

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Efectos en el sistema inmunológico

  • El COVID-19 generó inmunosupresión pulmonar en algunos pacientes, aumentando el riesgo de infecciones secundarias.
  • Se observaron casos de reactivación de cáncer en pacientes con antecedentes oncológicos tras una infección grave de COVID-19.

Desafíos en el manejo clínico de la enfermedad

  • Durante la pandemia, hubo escepticismo sobre la inflamación y trombosis generada por el virus, lo que dificultó la aceptación temprana de tratamientos antiinflamatorios y antitrombóticos.
  • Se modificaron los protocolos médicos debido a la alta replicación viral y su impacto en la salud de los pacientes.

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