"No estamos aquí por gusto, es lo que nos tocó para poder sobrevivir”, dice Ana Rosa* (nombre ficticio por seguridad de la víctima), una de las víctimas de desplazamiento forzado que ha dejado la crisis humanitaria del Catatumbo y que desde hace unas semanas vive en uno de los albergues temporales habilitados en Cúcuta, ciudad a la que han llegado más de 29.000 de los 57.318 refugiados que ya deja el conflicto, según el reporte del Puesto de Mando Unificado de la gobernación de Norte de Santander.
De su casa en zona rural de Tibú lo extraña todo, pero sabe que por ahora no es prudente volver. Los combates entre los grupos armados del Eln y las disidencias de las Farc siguen activos, de modo que la carpa asignada en el albergue es, de momento, su lugar más seguro, aunque otros problemas le acechen.
Lea más: Rectores trabajan para ubicar a 388 estudiantes que aún no han regresado a clases en el Catatumbo
Y es que como las más de 100 personas con quienes comparte espacio, Ana Rosa vive con el temor de verse afectada por algunos de los males que comienzan a correr en el lugar, como gripas y malestares estomacales, que algunos asocian al estado de descomposición en el que han llegado algunas comidas.
Por otra parte, asegura que el área de aseo personal es insuficiente. Hay sanitarios, pero solo una ducha para alrededor de 150 personas, “no tenemos privacidad para bañarnos y cambiarnos de manera adecuada”, dijo.
Adicionalmente, manifestó no sentirse segura, toda vez que las carpas están dentro de un coliseo techado pero apenas cubierto en sus laterales con polisombra. Indicó también que otra de las quejas colectivas es la ausencia de una ambulancia para atender una emergencia en caso de que se presente.
“Ya varias veces hemos manifestado nuestra preocupación, porque hay muchos niños y adultos mayores aquí, con cuadros de salud más delicados, pero no nos han dado respuesta, nos dicen que el proceso es muy lento. Estamos en constante incertidumbre”, explica Ana Rosa.
“Se está prestando el servicio”
Respecto a estas denuncias, Tais del Pilar Ortega, secretaria de Salud del municipio, dijo a La Opinión que no hay abandono de estas comunidades desplazadas, todo lo contrario “hemos dedicado días y noches a la prestación del servicio”, dijo la funcionaria.
Explicó que periódicamente los albergues son visitados por personal de salud de la secretaría y de Imsalud, para verificar que las personas se encuentren bien y brindar la debida atención en caso de que haya afectaciones.
Ortega indicó además que cuentan con una caracterización detallada de cada uno de los desplazados, saber si tienen alguna enfermedad, y en ese caso se les ayuda a tramitar directamente los medicamentos que necesiten ante sus Eps o las consultas médicas que requieran.
En cuanto a la permanencia de una ambulancia, Ortega explicó que solo hay seis en el municipio y no es posible dejar una en el lugar de manera exclusiva.
Lea más: ‘No más peaje’: el clamor de los habitantes de Villa del Rosario que piden eliminar este cobro
Respecto a las condiciones sanitarias, este medio conoció que se organizan comités de aseo con integrantes de la comunidad para limpiar el albergue, en la parte interna se coordina con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf), y para el exterior, se conforman equipos de voluntarios, con vecinos de la cuadra.
De igual forma, la alimentación está a cargo del Icbf, que coordina el despacho de los alimentos y verifica que se encuentren en buen estado.
Y en lo que tiene que ver con la seguridad, trascendió que hay seis unidades policiales asignadas a cada albergue las 24 horas, además de uno exclusivo en puerta.
A pesar de la acción institucional del municipio, Ortega reconoce que quizá para las personas víctimas de desplazamiento no sea suficiente, “pero es que son más de 25.000 personas las que nos ha tocado atender”, dijo.
En medio de estas circunstancias no es raro ver que algunos catatumberos asuman los riesgos y decidan retornar a sus territorios, pero así como algunos van, otros apenas van llegando, evidencia de que al conflicto todavía le quedan días, o meses, antes de alcanzar una señal de tregua.
Alcaldes piden acelerar acciones
Un grupo de alcaldes de la región del Catatumbo viajó a Bogotá para pedir celeridad en los trámites administrativos relacionados con el Estado de Conmoción Interior, toda vez que siguen sin ver resultados concretos en el territorio.
Robeiro Muñoz, alcalde de Hacarí, dijo que hay preocupación entre sus colegas por cuanto “no hay claridad de los proyectos concretos con los que se pretende mitigar la ola de violencia en la región, pues necesitamos una inversión social importante, además de la militar”.
“Necesitamos contundencia por parte de los ministerios. El decreto de la conmoción y el Pacto por la Transformación del Catatumbo deben articularse desde el territorio, a partir de sus necesidades del territorio, para que comiencen a dar resultados”, sostuvo.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpin
