La Hidalga Villa amurallada de cerros conserva los tesoros más preciados del arte y la cultura en los museos donde propios y forasteros pueden sumergirse en el maravilloso mundo de los antepasados.
A la entrada del parque de San Agustín se aprecia la estatua del legendario encomendero español Antón García de Bonilla dando la bienvenida a los visitantes a la vieja casona de estilo colonial donde se guardan las reliquias más preciadas del proceso evolutivo del municipio de Ocaña.
Allí se percibe un ambiente distinto, añejo, donde los acontecimientos cuelgan en las paredes de la memoria como cuadros gigantes para perpetuar la memoria de la humanidad.
Los transeúntes con su caminar arrebatado al ritmo de la cotidianidad, el estridente sonido de las bocinas de los vehículos que buscan paso por el enmarañado tráfico y la amena conversación de los enamorados quedan atrás al cruzar el portón y llegar al imponente jardín como antesala a las amplios salones de exposiciones adecuados para inmortalizar los momentos más significativos de la historia.
Salas fermentadas de historia
Piezas precolombinas, esculturas, lienzos y urnas bien acomodadas en cada uno de los rincones como si fueran fantasmas que miran desde el más allá dando un tinte de misterio en la casa habitación del ilustre personaje de la época colonial.
Esas reliquias cobran vida ante la voz ronca del guía quien explica en detalle el uso de esos elementos, con tanta seguridad y aplomo como si fuese un testigo de excepción de la época.
Los pasillos impregnados de historia conducen hacia los escenarios de culturas milenarias donde aparecen los utensilios de los primeros pobladores que de acuerdo a los documentos de la Biblioteca de la Real Academia de Historia de Madrid, data del año 1578 con el nombre nativo del asentamiento indígena de Argutacaca. Los descubrimientos arqueológicos del año de 1933, atribuidos a los sacerdotes del seminario de Ocaña, Debily y Escobar, encuentran tumbas localizadas en montículos artificiales con urnas funerarias de forma ovalada y variadas dimensiones, indica el director Alejandro Navarro.
En las salas dos y tres se puede apreciar la llegada de los conquistadores, el rito de la fundación y el papel del arte ligado al método de evangelización de la iglesia católica. Después se muestra la importancia de la región en el crecimiento de la Nueva Granada, la gesta independentista y la Gran Convención. Asimismo, la conformación de la provincia de Ocaña.
Una misteriosa escalera en madera, que ha sobrevivido al implacable paso del tiempo, conduce hacia el mirador donde se encuentra la sala del nuevo ordenamiento, la Guerra de los Mil días, los cambios trascendentales, la creación del departamento del Norte de Santander, el cable aérea, la revolución empresarial, cambios ideológicos y la vocación artística
Un fin un verdadero viaje imaginario por el tiempo hasta llegar a nuestros días, recordar a los personajes que dejaron huellas. Las pupilas pueden apreciar el proceso evolutivo de la sociedad y los aportes para la identidad cultural.
La vigía del patrimonio cultural, Martha Pacheco García, resalta como una joya que guarda el museo Antón García de Bonilla el primer retablo de la virgen de la gracias de la Torcoroma que data del año 1716. También, el Resucitado en talla de 1635. Igualmente, el bordado de 1873 de la aparición de la patrona de Ocaña confeccionado por la bisabuela del médico el Manuel José “El Che” Cabrales.“El museo se conformó con donaciones de las prestantes familias gracias a la idea de Argelino Durán Quintero en el marco de la celebración de los 400 años de Ocaña”, indica.
Voces truenan en la Convención
El ilustre visitante se debe preparar para caminar unas cuadras, pasar por la catedral de Santa Ana, iglesia matriz de la diócesis de Ocaña hasta llegar al complejo histórico de San Francisco e ingresar al museo de la Gran Convención donde se guardan los vestigios de las luchas partidistas entre Bolívar y Santander.
Observar la urna de votación de la frustrada convención, el crucifijo que ofició de testigo mudo de los candentes debates de los diputados de la Gran Colombia y la réplica del mobiliario utilizado en ese acontecimiento para la historia del país, indica el presidente de la Academia de Historia Luis Eduardo Páez García.
A la memoria llega la osadía de Bárbara Vicenta Lemus, la mujer seguidora de Santander que se vistió de hombre con saco y sombrero de paño para no perderse detalles del encuentro como si fuera una paparazzi de la época de la independencia.
Son tesoros que reposan en los museos con una alta connotación social, cultural, patriótica y religiosa para mantener viva la memoria de los pueblos.
El patrimonio material de Ocaña
El presidente de la Academia de Historia de Ocaña, Luis Eduardo Páez García, en la guía turística habla del patrimonio digno de apreciar por los visitantes.
El Museo de la Gran Convención fue Inaugurado el 9 de abril de 2003 en cumplimiento de la Ley 10 de 1977, por la Red Nacional de Museos. Contiene objetos representativos de la Convención Constituyente celebrada en Ocaña en 1828.
Área total, 99,47 m2, distribuidos en tres salas de exposición. Está localizado en el Complejo histórico de la Gran Convención, barrio de San Francisco donde se realiza visitas guiadas, biblioteca especializada en historia y asesorías en materia cultural e histórica.
El museo Antón García de Bonilla, fundado en 1973 y reinaugurado el 7 de mayo de 2004 por la Red Nacional de Museos. Sus colecciones muestran objetos significativos a la evolución histórica de Ocaña desde la época prehispánica. Se nombre le fue dado como homenaje al encomendero Antón García de Bonilla.