Hace casi 14 años los habitantes del municipio de Gramalote, en Norte de Santander, vieron cómo su pueblo quedó destruido luego de que la montaña se viniera abajo y el movimiento de masas y rocas fracturadas colaboraran con el desastre. Hoy los casi 3.000 santiagueños temen que el cerro de La Cruz repita la historia de su vecino y deje bajo escombros el lugar.
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Las casas más cercanas al pie del cerro ya fueron evacuadas ante la zozobra que genera el peligro inminente de un deslizamiento y los rastros de la falla geológica quedan marcados en las enormes grietas que hay en algunas estructuras de la zona.
“Estos deslizamientos no avisan. Podemos estar descansando cuando ocurra. Sentimos demasiada preocupación, porque tenemos un ejemplo de Gramalote. Estamos manifestando al Gobierno Nacional para que nos ayuden con esta problemática”, expresó Danis Ramírez, alcalde de Santiago.
La escuela del pueblo ya fue testigo de la furia que representa la unión de estas fallas geológicas con la temporada de lluvias. Una estructura de la institución quedó en escombros luego de que unas fuertes lluvias, hace un par de años, logaran que una pequeña parte del cerro se viniera abajo y se trajera algunas paredes de esta escuela, junto a otras viviendas del lugar.
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A los niños del lugar ya los están entrenando para afrontar una posible catástrofe. En la escuela hacen constantes prácticas de evacuación, puesto que la institución también está a orillas del cerro de La Cruz.
“Algunas puertas de las escuelas ya no están cerrando por la misma presión que genera la montaña y tiene muchísima filtración de agua. Hemos hecho evacuaciones con estudiantes porque en época de invierno es donde viene el miedo”, contó Gilbert Acero, profesor de la institución educativa Santigo Apóstol.
De Gramalote a Santiago
Viviana Delgado fue una de las miles de desplazadas que generó la tragedia ambiental de Gramalote. Huyó del municipio buscando dejar atrás el fantasma de las casas destrozadas y cubiertas por el lodo y los escombros.
En su afán por comenzar de nuevo, llegó a Santiago, un municipio nortesantanderano que tiene las mismas dinámicas geológicas que Gramalote.
“Yo viví lo de gramalote y vivirlo aquí en Santiago… siento muchos nervios”, dijo Viviana mientras mostraba las grietas de su casa.
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Las autoridades municipales le han dicho a Viviana y a todos los santiagueños que la única esperanza que les queda es esperar que el Gobierno Nacional apruebe unos recursos millonarios para mitigar los riesgos.
“Que el Gobierno nos escuche. No queremos que nos pase lo mismo que Gramalote. Que pase en Santiago es complicado y para dónde nos vamos nosotros. Nos toca quedarnos aquí porque no tenemos para donde irnos”, aclamó esta ciudadana a quien le titubea la voz cada vez que intenta recordar los momentos de tensión y pánico que vivió en Gramalote.
Por otro lado, contó que las grietas se vienen aumentando de manera exponencial cada vez que llueve.
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“Se han venido viendo constantemente las grietas cada vez que llueve. Desde hace como un año aproximadamente en mi casa comenzaron a aparecer más y más grietas”, agregó.
¿Cuánto cuesta una intervención?
Preservar la vida de estos casi 3.000 ciudadanos le cuesta al Gobierno Nacional, según cifras que compartió la misma municipalidad de Santiago, alrededor de $30 mil millones de pesos.
“El proyecto que se vienen planteando es uno donde se busca generar terrazas para poder estabilizarlo y crear muros de contención para poderlo sostener y hacer obras hidráulicas que controlen el tema de las lluvias y que se pueda canalizar”, explicó Camilo Cuervo, secretario de Planeación del municipio.
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Sobre este proyecto, Cuervo explicó que están esperando que la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres les devuelva el estudio que suministraron las anteriores administraciones para volver a actualizar los costos.
¿Qué dice riesgos departamental?
El secretario departamental de Gestión Riesgos de Desastres, William Vera, manifestó que sí es importante que el municipio haga estas obras para pensar en la mitigación de posibles deslizamientos en la zona.
Sin embargo, también enfatizó en la necesidad de no generar alarmas dentro de la población, pues ante este tipo de fenómenos es imposible predecir una fecha de una posible tragedia.
“No debemos negar que hay la necesidad de hacer unas obras para minimizar unos riesgos de un fenómeno que se está presentando. Pero de ahí a decir que eso pueda pasar mañana o en un mes, sería irresponsable de mi parte. Uno no puede predecir estos fenómenos”, manifestó Vera.
También agregó que, en primera instancias y sin estudios más específicos, no es recomendable comparar este fenómeno con lo ocurrido en Gramalote.
Redacción: Brayan Silva/La Opinión