La historia de Cúcuta es contada por sus estatuas, que son el testimonio perenne de sus tradiciones, de sus valores humanos y un saludo a las generaciones futuras.
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"Las estatuas son lo que fuimos, somos nosotros, nuestra frente que miraba las olas, nuestra materia a veces interrumpida, a veces continuada en la piedra semejante a nosotros", nos dice Neruda.
La Opinión hizo un recorrido por aquellos altares de la patria donde están las estatuas de nuestros héroes y heroínas, que recuerdan sus victorias militares y los actos que los hicieron grandes en su decidida lucha por el derecho sagrado a la libertad.
Queda a la posteridad el deber de mantenerlos, restaurarlos y conservarlos como un patrimonio común para que puedan "subsistir destinadas al tiempo silencioso".
Estatua de Santander
Los cucuteños y visitantes se adentran a diario en el corazón de la ciudad representado en el parque Santander, homenaje a un hijo ilustre de estas tierras fronterizas y una de las figuras determinantes en la emancipación americana frente al imperio español.
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Los cucuteños pagaron por ella 20.000 marcos de la época y las láminas de mármol tuvieron un costo de $4.000, materiales que también fueron importados de Alemania, según los historiadores.
En la parte frontal del pedestal está el escudo de armas de la República de Colombia y sobre él la inscripción: Santander. En el lado posterior hay una placa que dice: levantada por suscripción popular en su primer centenario. 1892. Es considerada la mejor estatua hecha del general Santander.
Columna de Bolívar
La Columna de Bolívar es un homenaje de gratitud del pueblo cucuteño al Genio de América, monumento erigido el 28 de febrero de 1882, igual que el anterior por suscripción popular, es decir mediante una colecta.
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Nos recuerda que en esa loma, en el occidente de la ciudad, las tropas del entonces coronel Bolívar derrotaron con más valor y arrojo que poderío militar, a las fuerzas realistas del brigadier español Ramón Correa, el 28 de febrero de 1813.
Es un altar de la patria donde se libró la llamada Batalla de Cúcuta, de enormes repercusiones en el terreno político y militar, que le sirvió de sustento al Libertador para planear e iniciar desde la frontera la Campaña Admirable, que culminó con la toma de Caracas.
La columna fue obra de don Pedro Tobías Vega, quien más tarde construyera la plaza de mercado de Cúcuta y reconstruyera la Catedral San José.
En 1960 y por solicitud del que fuera presidente de Colombia, Virgilio Barco Vargas, el Concejo de Turbo (Antioquia) obsequió a Cúcuta un cañón usado en la guerra de la Independencia, que se encuentra desde ese año instalado al pie de la columna, monumento que cada 28 de febrero los cucuteños visitan.
Busto de Juana Rangel de Cuéllar
La ilustre matrona Juana Rangel de Cuéllar (6 de octubre de 1649, Pamplona - 1736, Pamplona), descendiente de los primeros conquistadores, a la edad de 84 años firmó en Tonchalá, el 17 de junio de 1733, la escritura por la cual donó media estancia de ganado mayor de su hacienda Guasimal para fundar a Cúcuta, motivo suficiente para que los cucuteños le rindamos tributo.
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Pero fue, paradójicamente, un hijo adoptivo de la ciudad, quien le hizo el más grande de los tributos, donando un busto para que se recordara su generosidad y ejemplo, por los siglos de los siglos.
El busto en mención se erige en el parque Juana Rangel de Cuéllar, ubicado en la Diagonal Santander con avenida Sexta, frente al barrio La Merced. No siempre estuvo ahí, porque a finales de la década del 50 lo habían instalado en la glorieta de la autopista a San Antonio frente al barrio San Mateo.
La obra que fue tallada en Italia por el escultor Pietro Canónica, autor de bustos de pontífices que están en el Vaticano en Roma, donada a la ciudad por el comerciante italiano Gaetano Severini, quien vivió varios años en Cúcuta. La efigie está elaborada en mármol de las canteras de Carrara en los Alpes Apuanos de ese país europeo.
En el pedestal se puede leer: "La Sociedad de Mejoras Públicas consagra este sitio a la memoria de doña Juana Rangel de Cuéllar, insigne fundadora de Cúcuta, mayo de 1962".
Columna de Padilla
Muchos habitantes de la ciudad desconocen que en un cerro que bordea la ciudad hacia el sur, sobre la vía llamada Circunvalación, en el barrio El Contento, está la Columna de Padilla.
El monumento fue levantado el 24 de julio de 1923 al conmemorarse el centenario de la Batalla Naval de Maracaibo, y como homenaje a su máximo héroe José Prudencio Padilla López (Riohacha 19 de marzo de 1784 – Bogotá 2 de octubre de 1828) , quien derrotó a los españoles y los desterró de nuestros mares.
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Es una columna triangular levantada por iniciativa del gobierno de Norte de Santander, el Concejo de Cúcuta y la junta de festejos patrios de ese año. En una de sus caras puede leerse: "El almirante Padilla enalteció en esta jornada el honor de la marina colombiana".
Los cucuteños seguramente tampoco saben que José Prudencio Padilla no fue precisamente de estas tierras, sino que nació en Riohacha, la capital de la Guajira. Llegó al grado militar de Almirante tras ser humilde boga, hijo de Andrés Padilla y Lucía López, en un hogar pobre. Su adolescencia la pasó entregado a las rústicas labores del campo, en el poco húmedo suelo guajiro.
El monumento recordatorio de la Batalla Naval de Maracaibo fue diseñado por Fabio González Tavera y construido por el arquitecto Cristiano Ramírez.
Estatua de Bolívar
La imponente estatua de Simón Bolívar que se levanta en el parque del barrio Colsag, contigua a la avenida Gran Colombia, es réplica de una que se erige en un parque de Roma (Italia), obra del célebre escultor Pietro Canónica. Fue obsequiada por el gobierno venezolano y es la única estatua ecuestre que del Libertador existe en Cúcuta.
El trabajo de fundición en bronce se hizo en los talleres La Estancia de Caracas, por el escultor Martín Toledo y su costo ascendió a 700 mil bolívares.
La inauguración fue el 28 de febrero de 1982 con presencia de los presidentes de Venezuela y Colombia, Luis Herrera Campins y Julio César Turbay Ayala.
El monumento vino a satisfacer el anhelo de los habitantes de la Perla del Norte de contar con una efigie pública del padre de la patria, a quien se le había designado en 1940 la llamada Plazuela del Libertador, frente al Palacio Nacional o edificio Santander. "Pero en 1982 las autoridades de Venezuela consideraron que ese parque no llenaba las especificaciones de extensión requeridas para una estatua de tan extraordinarias proporciones", según se consigna en el trabajo de Leonardo Molina Lemus 'Patrimonio Cultural de Norte de Santander".
Busto de Antonia Santos
El busto de Antonia Santos, levantado en el parque que lleva su nombre, en la avenida 7 entre calles 5 y 6, frente a la antigua Cárcel Modelo, no es ni sombra de lo que fue, convertido en la actualidad en plaza de mercado y refugio de habitantes de calle, pero que al ser inaugurado en 1934, los bellos acabados de su arquitectura y diseño le valieron el nombre de “El rincón de los poetas”.
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El parque fue dedicado a la heroína María Antonia Santos Plata, fusilada en El Socorro (Santander) el 28 de julio de 1819, a las diez y media de la mañana. Junto a Mercedes Ábrego y Policarpa Salavarrieta representan a las mujeres rebeldes de Colombia, que ofrendaron la vida por amor a la patria.
Antonia Santos se unió a la causa de Simón Bolívar. Creó la guerrilla de Coromoro y Cincelada, la primera que se formó en la provincia de El Socorro para luchar contra la invasión española, grupo que tuvo un papel importante en las batallas del Pantano de Vargas y de Boyacá.
El busto fue inaugurado el 20 de julio de 1922, escultura elaborada y obsequiada por el artista cucuteño Alberto Jurgesen.
Estatua de Mercedes Ábrego
La estatua en bronce, de tamaño natural, muestra la altivez de esta valiente mujer que entregó su vida por la cusa de la Independencia. Fue erigida el 13 de octubre de 1913 por suscripción popular, una colecta entre los comerciantes y la ciudadanía que sólo cubrió el 60 por ciento y el dinero restante lo pagó el departamento ($2.882,23). El costo fue de seis mil dólares de la época.
El italiano Tito Abbo, quien fuera cónsul de su país en Cúcuta, sirvió de intermediario en Génova (Italia) con el escultor Víctor Bisagne para que elaborara la estatua. La trajeron de Europa por el Lago de Maracaibo.
Se levanta sobre un pedestal de granito y representa a la heroína en el momento de ser sacrificada. Está en ropa de dormir, porque los militares españoles que la capturaron en su hacienda de Urimaco, a 15 kilómetros de Cúcuta, al occidente, no le permitieron tomar ropas de calle al momento de arrestarla, en la madrugada del 21 de octubre de 1813, como tampoco le permitieron calzarse, por eso está descalza y al parecer la trajeron amarrada desde Urimaco a esta Villa para su ajusticiamiento. Fue decapitada desnuda en la esquina de la avenida 5 con calle 11, en un costado del parque Santander.
Monumento a la Victoria
El monumento a la Victoria de Boyacá se levanta en el parque Colón, importante sector del barrio La Playa, calles 12 y 13 con avenidas 2 y 3, inaugurado el 7 de agosto de 1919, en conmemoración de esa confrontación armada que selló la independencia de Colombia con la derrota del ejercito realista un siglo atrás.
Aunque en 1919 la Gobernación del Departamento cambió el nombre de Cristóbal Colón por el parque “La Victoria”, por medio de la ordenanza No. 19 de ese mismo año, los cucuteños no se familiarizaron con el nuevo nombre y lo siguen llamándolo con el original.
Las crónicas de Cúcuta cuentan que acercándose el 7 de agosto de 1919, primer centenario de la Batalla de Boyacá, el alcalde Ricardo Jordán y el secretario Andrés B. Fernández, dispusieron la erección de un monumento en el centro del parque para conmemorar esa efemérides.
Contrataron con el maestro José Crisanto Ramírez la construcción de un pedestal y una columna de 13 metros de alta, de estilo corintio, coronada con un hermoso capitel, las cuales tuvieron un costo de $1.012, 75.
Después le compraron al artista cucuteño Olinto Marcucci Ramírez la obra escultórica La Victoria. La estatua representa una joven con vestido suelto al viento, con una corona de laurel en la mano izquierda y una espada en la mano derecha como exponente de la victoria, que costó $4.175.
Este monumento,do uno de los más importantes de la ciudad, está rodeapor frondosos árboles que fueron plantados en 1899 por soldados del Batallón Bomboná No. 15 acantonado en Cúcuta.
Monumento al Indio Motilón
“Para defender con tanto heroico ahínco el suelo que habitaban, se necesita un concepto algo elevado del amor al solar nativo, y la tribu de los motilones, mostrose ufana en exhibirlo en sus peleas y acontecimientos, acaso inspirado por la disciplina de sus ritos o por la agradecida memoria con que miraban las proezas y hazañas de sus antiguos capitanes”.
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Así describe el historiador Luis Febres Cordero a la raza motilona, cuya valentía y altivez están representadas en la estatua que se yergue en la bifurcación del camino hacia la imponente selva del Catatumbo y al lago de Maracaibo, los dominios de estos guerreros que no se doblegaron ante el invasor extranjero y prefirieron morir en libertad que vivir esclavos en su propia tierra.
Es el monumento "A la raza motilona", donde el indio está de cuerpo presente, blandiendo su arco y apuntando su flecha, instrumento de lucha y de resistencia, inaugurado el 7 de agosto de 1968 en el costado occidental de la intersección vial de la avenida a Atalaya y la glorieta de la Terminal de Transportes estación Cúcuta.
Fue gestado por el padre Rafael García Herreros, quien desde mediados de 1962 inició con la idea y la socializó, logrando que el 13 de febrero de 1965 el Concejo de Cúcuta aprobara el Acuerdo No. 6, que dispuso "erigir un monumento escultórico al indio motilón, el cual se colocará en la glorieta de la intersección de la Diagonal Santander, con la autopista al Aeropuerto, que se llamará "Los Motilones" y la autopista a El Zulia".
La obra fue encargada al escultor antioqueño Hugo Martínez, considerado el primer escultor abstracto y geométrico de Colombia, quien en 1963 fue llamado a desempeñar la cátedra de escultura en la Escuela de Bellas Artes de Cúcuta.
En la capital de Norte de Santander el artista inició los planes para la elaboración de la gigantesca estatua destinada a conmemorar las luchas de los indios motilones y para el efecto se trasladó a la ciudad de Sogamoso (Boyacá). Como escultor y diseñador en el Museo de Sogamoso dio fin a la estatua planeada: un indígena de casi cuatro metros de altura, con taparrabo y cuerpo descubierto en actitud de disparar la flecha.
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