Sea un día soleado o lluvioso, las niñas y niños del corregimiento de San Pedro, impulsados por sus ambiciones deportivas atraviesan, por lo menos dos veces por semana, el río Pamplonita, que limita Cúcuta con Los Patios, para llegar al parque del kilómetro 8, lugar de la escuela deportiva más cercana.
Los más grandes, acudiendo a su tamaño, deben procurar cargar a los niños más pequeños, con extremo cuidado debido a que la corriente que es impredecible.
A lo lejos, de forma irónica, los chicos observan las columnas abandonadas del puente que hace muchos años fue gestionado por la comunidad, pero que nunca terminó de construirse, el cual permitiría que el corregimiento (tan cercano de la zona urbana) tuviera esta ayuda arquitectónica de por medio.
Los niños y trabajadores del barrio deben alistar un pantalón corto y sandalias a diario en sus bolsos que usarán al tener que cruzar el río sin mojar la ropa de la empresa.
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“Todos los días que vengo a arreglar el césped a la patrona, debo atravesar el río, llevo mucho tiempo trabajando con la tierra y para mí no es complicado cruzarlo, pero hay niños que no deberían acostumbrarse a estas rutinas”, comentó José Gregorio Asturias, cultivador de césped en el barrio San Pedro.
El corregimiento con 281 años de historia, sigue con la incógnita del por qué no se ha construido un puente hasta el momento, pues la entrada principal de San Pedro está ubicada a 6 kilómetros de la zona urbana de Cúcuta, y en época de invierno, las personas deben caminar ese recorrido si desean encontrar transporte o llegar a su lugar de destino. En ocasiones el barro es tanto, que ni siquiera los vehículos pueden ingresar.
Aún con la acción popular que ganaron en 2013 para la construcción del puente, el proyecto sigue sin arrancar.
El presidente comunal Pedro Durán afirma que está en conversaciones con la administración para gestionar la obra de un puente hamaca por tercera vez.
“Esperamos la respuesta de la Alcaldía. Me preocupa cuando los jóvenes retornen a las escuelas, porque antes de la pandemia, a diario los jóvenes de colegios cercanos, se veían en la necesidad de atravesarlo, exponiéndose a una infinidad de peligros”, comentó el líder comunal.
Las edades de los deportistas están entre los 7 y 15 años.
Ella los cuida
La secretaria de la junta de San Pedro Carolina Sánchez, es quien se tomó la responsabilidad de acompañar a los pequeños a sus entrenos deportivos. Ella viaja con 14 jóvenes en promedio, que cruzan el río para ir y volver, tomando las precauciones que pueden, sin embargo, al encontrarse a la merced del afluente, cualquier cosa puede pasar.
“El río en esta época del año está más fuerte y sucio que de costumbre, es triste, pero no tenemos por donde más pasar, necesitamos un puente hamaca para al menos evitar tragedias en nuestros niños, porque nuestros escenarios deportivos están en pésimas condiciones”, explicó Sánchez.
Ellos, señala Carolina, siguen siendo muy inocentes y atravesar el río es como parte de un juego, pero la situación es crítica.
Hace algunos meses, contó el presidente, estuvo un profesor encargado de impartir deportes en el corregimiento que envío el Instituto Municipal para la Recreación y el Deporte (IMRD), pero por causas desconocidas, dejó de venir, lo que desencadenó la situación actual y los niños tienen que ir al otro municipio para hacer actividades deportivas.
“Esperamos que la administración mire hacia el corregimiento de San Pedro, sinceramente necesitamos de su colaboración, ya se ha intentado en varias ocasiones llegar a un acuerdo con alcaldías o la Gobernación, pero el proyecto nunca se concreta en su totalidad”, manifestó la responsable de la integridad de los niños.
El corregimiento sigue con la incógnita del porqué no se ha construido el puente.
Las vías, otro calvario
Sumado a esto, la comunidad espera el comienzo de un proyecto para arreglar la calle del caserío en San Pedro.
La entrada hacia sus viviendas está compuesta exclusivamente por una carretera de tierra que está en mal estado y dificulta el acceso.
Toda su vía principal, cubierta de tierra, otrora fue una de las vías del tren que se comunicaba con estaciones de carga para cumplir sus labores de transporte, hoy el barrio, solo cuenta con un monumento que, según Durán, está bastante olvidado.
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Además, esperan la instalación de agua potable para los 570 habitantes del lugar, hasta el momento tienen acceso al agua, pero no es 100% purificada, lo que puede desencadenar malestares de salud si llega a ser ingerida en cantidad.
“Muchas de los avances que se han tenido en la comunidad, son obra del sector minero, que ha invertido para tener cámaras de seguridad y alarmas comunitarias, sin embargo, todavía hay bastante trabajo por hacer, esperamos que nos tengan más en cuenta y no se quede solo en palabras”, concluyó el presidente.
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