Día 1 después de Neymar, el último de Rio-2016. Los Juegos Olímpicos se despiden con la resaca del oro de la Canarinha y las lágrimas resecas de 200 millones de personas, que lloraron cuando su estrella les entregó su medalla más importante. La que les faltaba.
A nadie le importa ya en Brasil que su país ocupe el decimocuarto puesto del medallero, a la altura de Jamaica, Kenia o Croacia.
Porque los Juegos de Rio serán los Juegos de Usain Bolt, Michael Phelps, Simone Biles... y de Neymar.
La seleçao colgó al fin en su vitrina el único trofeo importante que le quedaba por ganar, acabando con una maldición que duraba toda la vida.
"Hoy hemos hecho historia. No encuentro palabras para describir este sentimiento", sostuvo el delantero muy emocionado.
Como los héroes cuando realizan una gran gesta, Neymar decidió dar un paso a un lado y quedarse en un segundo plano a partir de ahora.
"Hoy me he consagrado campeón y entrego el brazalete de capitán, fue algo que recibí y la honré con cariño. Fue un honor ser el capitán pero a partir de hoy dejo de serlo", señaló el crack.
Lo que no pudieron conseguir mitos como Romario o Ronaldo lo hizo Neymar, que ahora espera entregar el testigo dorado y servir de inspiración a su selección masculina de voleibol, rival este domingo de Italia en la gran final.
En un país donde el fútbol es religión, el voleibol es el segundo deporte más importante. Y uno en el que a la auriverde también le rondan los fantasmas.
Brasil llega a su cuarta final olímpica consecutiva pero ha perdido las dos últimas. En 2016, los sudamericanos tienen su esperanza puesta en 2004. En la capital de Grecia. En Atenas, donde lograron su último éxito olímpico, precisamente contra la Azzurra.
"Cuarta final olímpica en fila, no recuerdo otro país que hiciera eso, es algo grande, el equipo ha hecho historia", comentó Bruno, armador y capitán de Brasil.
Sacarse esa amargura es el desafío de una selección que ya tiene el respeto de su gente, pero que con un triunfo se hará legendaria.
Historias paralelas que podrían cruzarse. Una de ellas ya ha cambiado su rumbo. La otra espera hacerlo en las próximas horas.
De Maratón al Dream Team
El decimosexto y último día de los Juegos de Rio comenzará, como es habitual en cada cita olímpica, con la tradicional carrera que recrea el recorrido desde la ciudad griega de Maratón en 1896 a la capital Atenas.
Con el medallero ya decidido en favor de los estadounidenses, que acumulan 113 medallas, 43 de ellas de oro, y son ya inalcanzables en lo más alto del podio, los Juegos se cerrarán con la final de básquetbol masculina.
Los Carmelo Anthony, Kevin Durant, Kyrie Irving y compañía regalarán un último gran espectáculo al mundo cuando se midan a Serbia, minutos antes de que dé comienzo una ceremonia de clausura que promete trasladar el carnaval al interior del Maracaná.
Carnaval en fin de fiesta
Rio se despedirá de sus Juegos con una gran fiesta, antes de que su compleja realidad le despierte el lunes de su sueño olímpico.
Los organizadores pretenden llenar otra vez de música el templo del fútbol a partir de las 20H00 locales (23H00 GMT). El objetivo es meter en el estadio a las calles de Rio y sus sonidos, la esencia de esta ciudad multicolor.
De ello se ocuparán, entre otros, el tradicional Cordao da Bola Preta, la mayor fiesta callejera del carnaval carioca, o la diva de la samba Roberta Sá, quienes envueltos por los tambores de las baterías y el brillo de las pasistas mostrarán cómo Rio se convierte en la ciudad más alegre del mundo una vez al año.
Allí no estará el presidente interino, Michel Temer, que prefirió evitar los abucheos que sufrió en la apertura, pero sí acudirán los presidentes de Bulgaria y Finlandia, así como los reyes de Suecia y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, que recogerá el testigo de Rio antes de que comience su viaje hacia Tokio-2020.
Ese momento tan característico se lo perderá el astro Pelé, después de que los organizadores desmintieran estar en contacto con quien fuera elegido por el COI como el mejor atleta del siglo XX.
Pero los brasileños no lo echarán de menos. A falta de Pelé está Neymar, quien les ha devuelto al lugar que les correspondía, despidiendo la fiesta de los primeros Juegos en Sudamérica.
Río de Janeiro | AFP