Desde su llegada al pontificado en 2013, el papa Francisco (Buenos Aires, 1936 - Roma, 2025) mantuvo una relación cercana con Colombia, el país del Sagrado Corazón de Jesús, marcada por gestos simbólicos y llamados a la reconciliación en una nación golpeada por el conflicto armado, las divisiones políticas y los desafíos sociales que aún persisten.
Los encuentros del papa Francisco con los ex presidentes Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe en el Vaticano en 2016 buscaron mediar en las tensiones políticas tras el plebiscito sobre el Acuerdo de Paz. Luego, en 2017, su visita a Colombia, bajo el lema "Demos el primer paso", representó un respaldo al proceso de paz con las extintas Farc y reafirmó su interés en la construcción de un diálogo nacional.
Más recientemente, el deseo del papa Francisco de recibir al presidente, Gustavo Petro, y a la primera dama del país, Verónica Alcocer, para conversar sobre la paz total y los llamados del sumo pontífice sobre la situación en el Catatumbo reflejan su atención constante sobre el país.
Tras su fallecimiento este lunes, el primer papa latinoamericano dejó una huella profunda en el país, marcada por su incansable trabajo por la paz y la reconciliación.
Uno de los últimos pronunciamientos del papa Francisco sobre Colombia fue su llamado a que "cesen las hostilidades" en el Catatumbo.
El 26 de enero, durante un discurso en el Vaticano, instó a la comunidad internacional a respaldar el diálogo y evitar la violencia en esta región afectada por el conflicto armado.
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“Estoy cerca de los pueblos de ambos países y los invito a la fraternidad, a la solidaridad, a evitar todo tipo de violencia”, expresó el pontífice, subrayando la necesidad de una solución negociada para la crisis.
Francisco señaló que mira con "preocupación" la situación del Catatumbo, donde los enfrentamientos entre grupos armados han causado "numerosas víctimas civiles y más de 30.000 desplazados". "Les expreso mi cercanía y rezo por ellos", comentó.
El recuerdo de su viaje apostólico, donde pidió "no abandonar los esfuerzos de paz", así como su última exhortación por el Catatumbo, resuena hoy con más fuerza en un país que sigue enfrentando desafíos en la construcción de la reconciliación.
Con su partida, queda en la memoria su insistencia en el "abrazo de paz" como camino para superar la violencia y su compromiso con los más vulnerables.
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