¿Sirven?
A la pregunta: ¿Qué puede enseñar o aportar un reality de cocina en el aprendizaje de un cocinero o de las personas del común?, el chef Federico Trujillo opina que este tipo de formatos son una motivación para que la gente se acerque al mundo de la gastronomía y a la vida de un chef.
“Los ‘realitys’ no son más que un producto comercial, un drama montado muy alejado de la realidad, aunque sí da un acercamiento del estrés de vive un cocinero por la presión de una preparación”, dice Trujillo y recalca que la vida de un cocinero es bastante lejana a la que se ve en esos programas de TV, aunque destaca que estos formatos permiten conocer otras experiencias y culturas que dan los viajes, el estudio y el manejo de los tiempos de cocción, que ayudan a comprender el mundo gastronómico “que es lo que necesita un aspirante a ser cocinero”.
En ese sentido, Juan Pablo Tettay, periodista gastronómico y editor de la Revista La Barra, considera que un programa como Master Chef permite visibilizar la cocina como tal. “La edición australiana, por ejemplo, se dedica al desarrollo de las técnicas y en varios capítulos a la semana dan clases de cocina, donde no solo aprenden los concursantes, sino los televidentes”.
Acerca del formato colombiano, del que hizo parte, Tettay relata que se enfoca más en la competencia y es muy parecido al de Estados Unidos “donde no hay espacio ideal para enseñar técnicas, aunque hay visibilidad para muchos ingredientes poco comunes, en ese sentido es importante”.
Duda que las personas puedan aprender a cocinar viendo un reality tipo Master Chef.
El crítico gastronómico Lorenzo Villegas es mucho más severo en sus conceptos frente a esta propuestas de televisión.
En el artículo Los show foods sí sirven, señala que: “Sirven para que los estudiantes de cocina observen cómo no deben comportarse en la cocina, que la patanería no es bienvenida y que menospreciar al compañero porque hace mejor las cosas que yo, no es la manera como se logra un buen ambiente laboral”.
En su concepto, los “realitys” de cocina generan que “la comida se vuelva número artístico, el foodie logra más seguidores y el influencer más contratos”.
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