“Maté a mi hija”, habría sido la frase que pronunció Wilkin Roney Durán García al entregarse a las autoridades de Ocaña el pasado 13 de marzo, luego de que su pequeña, de tan solo cinco meses, fuera ingresada de urgencia con un trauma craneoencefálico y múltiples fracturas, presuntamente provocadas por él.

Aunque en un principio se conocieron pocos detalles sobre el hecho, este medio de comunicación logró obtener información sobre lo ocurrido.

Un golpe contundente

La noche del miércoles 12 de marzo, aproximadamente a las 10:30, en la habitación principal de una vivienda del barrio Promesa de Dios, en Ocaña, Wilkin Roney se encontraba con su pequeña hija. Todo parecía transcurrir con normalidad, hasta que un hecho inesperado cambió el curso de la noche.

En otra de las habitaciones de la casa estaba la madre del hombre, abuela paterna de la niña, quien ya se preparaba para dormir. Sin embargo, antes de acostarse, decidió ir al baño, ubicado cerca de la habitación principal. Fue en ese momento cuando escuchó un fuerte golpe proveniente del cuarto de su hijo.

Alarmada, la mujer salió del baño y se dirigió a la habitación para verificar qué había sucedido. Lo que encontró fue una escena desgarradora: su nieta de cinco meses estaba tendida en el suelo, ensangrentada, mientras que su hijo permanecía al lado de la cama, inexpresivo y sin reaccionar ante lo ocurrido.

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Según las investigaciones, todo apunta a que el uniformado tenía a la bebé en sus brazos y, en un aparente acto de violencia, la lanzó al piso desde una altura considerable.

Sin dudarlo, la mujer tomó a la niña en brazos y la llevó de inmediato al Hospital Emiro Quintero Cañizares, donde los médicos confirmaron la gravedad de las lesiones: la menor presentaba un trauma craneoencefálico y múltiples fracturas.

Se entregó

Apenas ingresó la niña al hospital, el personal médico alertó a la Policía de Norte de Santander sobre el caso. Eran las 11:50 de la noche cuando se recibió el reporte.

Al llegar al centro asistencial, los uniformados descubrieron que el presunto responsable de la agresión era un miembro de la institución, por lo que el caso fue asumido por el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI).

A medida que avanzaban las horas, entre las 12:30 y las 2:00 de la madrugada, el subintendente Durán García se entregó, manifestando que había matado a su hija. Sin embargo, se encontraba en un estado de crisis, por lo que fue trasladado al hospital para recibir atención médica, permaneciendo allí bajo custodia.

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La investigación

Mientras tanto, las autoridades continuaron con la recolección de pruebas, determinando que las lesiones de la menor habrían sido provocadas por su padre, quien, al parecer, estaba en estado de embriaguez al momento de los hechos.

Según las investigaciones, el uniformado, que se encontraba de vacaciones, llevaba al menos tres días consumiendo licor, lo que habría afectado su estado mental.

“Es una mezcla entre el trago, al parecer drogas y el estado de shock, así se encontraba el capturado”, indicó una fuente judicial.

Con base en declaraciones juradas y en la historia clínica de la bebé, el Juzgado Tercero Penal Municipal de Ocaña emitió en la tarde del 13 de marzo una orden de captura contra Durán García por el delito de tentativa de homicidio.

La captura se hizo efectiva a las 9:30 de la noche en el hospital donde permanecía bajo custodia. Allí se llevaron a cabo los procedimientos judiciales correspondientes, y un juez le dictó medida de aseguramiento en centro carcelario.

“No hay una causa específica que explique lo sucedido o una conducta previa que lo sugiriera. Se sabe que sostenía una relación en unión libre con la madre de la menor, quien en ese momento se encontraba en Bucaramanga estudiando medicina. Por esa razón, la niña estaba bajo el cuidado del padre”, explicó la fuente.

Asimismo, se confirmó que el capturado fue retirado de la institución policial en cuanto se hizo efectiva la orden de captura.

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