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Percepción de inseguridad la usan las bandas para intimidar en Cúcuta
Recrudecimiento de la violencia ha empezado a dar indicios de secuelas psicológicas y sociales en la población, dicen expertos.
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La opinión
La Opinión
Lunes, 17 de Marzo de 2025

Estallidos de artefactos explosivos en cadena, personas desmembradas, asesinatos con sevicia… si hay algo que caracterizó el mes pasado a Cúcuta y su área metropolitana, fue la crueldad con la que se recrudeció la violencia.

Estos hechos que fueron cometidos tanto por grupos armados organizados, como por bandas delincuenciales de microtráfico, a pesar de motivarse por intereses criminales distintos, para la población, la sensación que infunden sigue siendo la misma: miedo.


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Aun así, en el desarrollo de cada uno de estos hechos, fue perceptible una posición jocosa, indolente y hasta burlona de algunos cucuteños, tanto en redes sociales como en los sitios donde ocurrieron los homicidios; una respuesta que, para psicólogos y expertos en criminalística, es normal, dada la cultura violenta que ha azotado este territorio durante años.

De acuerdo con la psicóloga y profesora de la Universidad Simón Bolívar, Zuleima Bitar, esto sucede como un mecanismo de defensa que muchas personas deciden adoptar, con la intención de evitar afectarse psicológica o emocionalmente con la realidad de Cúcuta.

La normalización de la violencia

La psicóloga aseguró que, debido a la incesante ola de homicidios y ataques que se presentan en Cúcuta y su área metropolitana, la comunidad ha empezado a justificar cualquier hecho de sangre con estigmas sociales.

“Se ha normalizado la violencia, si a alguien lo matan porque lo intentaron robar, se argumenta que fue culpa de la víctima por no entregar las cosas, o por dar papaya, y cuando es una muerte sicarial, entonces se argumenta que es porque debía algo o tenía antecedentes judiciales, lo que implícitamente quiere decir que su muerte fue desencadenada por un mal actuar de la víctima”, explica la psicóloga Bitar.

Esta manera de darles sentido a los asesinatos y hechos violentos, argumenta la profesional, lo usa la comunidad para intentar blindarse, en su mente, de que no van a estar expuestos al peligro  cuando salgan a la calle si no cometen ningún hecho delictivo o están inmersos en ese mundo criminal.


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“El problema con esta idea es que no es necesariamente cierta, muchos inocentes tienen la mala suerte de sufrir heridas o ser asesinados solo por encontrarse en el lugar y momento equivocados, y no es una estadística tan pequeña como se pensaría”, asegura la profesora.

La profesional en Psicología explica que gran parte de la responsabilidad se encuentra en los medios de comunicación, y la forma en la que se narran los hechos para tratar de impactar, aunque  reconoce que muchos hechos son tan violentos que, a pesar de que el ejercicio periodístico solo se ciña a suministrar la información sobre lo sucedido,  de igual forma genera reacciones de temor en la comunidad

La víctima, al parecer, intentó huir luego de ser herido, pero cayó pocos metros más adelante y falleció.
La crueldad de la muerte

Y es que hace menos de 20 días, tres homicidios, dos de ellos, todavía no resueltos por las autoridades, alimentaron el miedo y la zozobra de la comunidad cucuteña, al perpetrarse con un alto índice de violencia y sangre, dejando entrever que la intolerancia, así como la lucha interna por zonas críticas de microtráfico, está llegando a límites que rozan lo macabro.

El primero de estos hechos fue el asesinato de Cristian Jhoan Mora Manrique, un consumidor de estupefacientes de Belén conocido como Yotas, quien en la madrugada del 7 de febrero fue perseguido hasta la muerte en un recóndito callejón del barrio Belén. El hombre sufrió 13 heridas por parte de sus homicidas que, de acuerdo al testimonio de la comunidad, habrían sido dos personas.


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Lo relevante de este homicidio, es que las heridas que recibió en su cabeza, brazos, abdomen, espalda y pecho, fueron tanto a cuchillo como a pistola, dejando tras de sí, una escena del crimen que se extendía, por lo menos, en quince metros y tenía varios rastros de sangre en piedras, paredes, árboles y tierra.

De acuerdo con las autoridades, este joven trató de huir de sus agresores, a pesar de encontrarse herido de muerte, sin embargo debido las diez puñaladas y tres tiros que recibió, cayó poco tiempo después agonizando hasta morir.

Dos semanas después, el viernes 28 de febrero en la madrugada, un taxista descubrió una escena sacada de una película de terror, en la vía principal del barrio Ospina Pérez. Allí, a las 2:10 de la madrugada, el conductor vio el cuerpo sin vida de Norma Alexio Pérez Moreno.

Lo aterrador del homicidio, fue que a su asesino ni siquiera le importó retirar el cuchillo con el que lo mató, lo que alarmó al taxista y de inmediato se trasladó a una instalación policial para avisar a las autoridades. Horas más tarde los uniformados de la policía judicial, aseguraron que Norma Alexio recibió una puñalada mortal en el pecho, allí donde se encontraba el cuchillo clavado.

Desmembrado y abandonado

Pero el caso más macabro que se ha reportado, en lo que va del año en Cúcuta y el área metropolitana ocurrió un día antes de ese hallazgo. El 27 de febrero, al mediodía, cuando un colaborador de una empresa de aseo vio una cava dentro del canal Bogotá a la altura de la calle 11, en los límites de los barrios Cundinamarca y San Miguel, y fue testigo de un terrorífico descubrimiento.

Allí, el hombre que no dudó en avisar a la Policía Metropolitana de inmediato, encontró una cava de icopor, y dentro de esta, varias partes de un cuerpo humano que, al parecer,  fue abandonada con hielo, pero debido al calor y las horas de exposición se habría derretido, dejando al cuerpo sumergido en un agua rojiza.

La noticia no duró en esparcirse por todo Cúcuta por medio de las redes sociales y voz a voz de la comunidad de barrios aledaños, lo que hizo que, en poco tiempo, se formara una aglomeración de 60 personas aproximadamente.

La escena del crimen concluyó cuando la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brihno) buscando reducir el peso de la cava para trasladarla a las instalaciones de Medicina Legal y hacer el respectivo levantamiento del cuerpo, vertió el agua con sangre a las profundidades del canal, en medio de la mirada de decenas de personas y bajo reacciones totalmente opuestas.


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Por un lado, algunos buscaban grabar con sus celulares, de manera morbosa, el accionar de las autoridades, otros solo observaban impactados en silencio, y unos pocos decidieron retirarse por la impresión que les causó.

Respecto a este último caso, La Opinión hizo un trabajo periodístico en el que se dio con la identidad de este hombre, su nombre era Sixto Ferney Rojas Montalvo, y las investigaciones apuntarían a que fue asesinado en medio de una tortura que tres hombres, dos de ellos ya capturados, le habrían hecho por un dinero que presuntamente robó.

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No es un mensaje entre bandas

Aunque en un principio las autoridades pensaron que la muerte de Sixto Ferney se trataba de un mensaje entre bandas, dado que, según una fuente judicial, actualmente existe una reestructuración en estas organizaciones delincuenciales por la captura de algunos cabecillas como el líder de Los Mexicanos, Jeison Omar Pabón Garavito, alias Pepino, en las últimas semanas la investigación inicial tendría como principal móvil, la intolerancia.

Y es que este macabro crimen, que se habría perpetrado bajo el efecto de los estupefacientes, tendría un impacto psicológico más fuerte, aunado a la ola de violencia que, de acuerdo al psicólogo, perito forense e investigador de la Universidad Simón Bolívar, Frank Orduz Gualdrón, se vive en la actualidad de Cúcuta.

“Un ejemplo de esto fueron las bombas y el terror que se vivió en Villa del Rosario hace pocas semanas. Especialmente porque ocurrieron en lugares muy visibles y comunes para la ciudadanía, y más allá de un mensaje a la población civil, fue un mensaje a las autoridades del poder y la libertad que estos grupos criminales ostentan en el territorio. El poder de delinquir y no ser capturado”, explicó el docente.

Debido a esta narrativa, argumenta el psicólogo especializado en criminalística, con el tiempo se ha debilitado el tejido social de la ciudad y esto termina favoreciendo directamente a las bandas delincuenciales.

“El hecho de que la comunidad vea que el delincuente goza de una libertad para cometer crímenes, y que las autoridades, a pesar de actuar, van detrás de las situaciones y muchas veces no logran resultados, hace que se genere un sentido de vulnerabilidad, una percepción de inseguridad que, finalmente es usada por esas bandas para intimidar a la población y así no ser denunciados”, explica el experto forense.

El profesional, resalta la necesidad de unirnos como sociedad y, entender la magnitud social que implica si nadie denuncia en los barrios, y el maleante no es perseguido, pues en ese sentido “nos espera el caos, la injusticia, la falta de oportunidades, y evidentemente el incremento exponencial de la violencia”.

El profesional entiende que, tantas situaciones delictivas poco a poco están destruyendo la empatía entre la misma comunidad. “Si seguimos perdiendo el pensamiento de ciudad, y nos acostumbramos a la individualidad, poco a poco perderemos la empatía en lo que le suceda al prójimo, en ese sentido la única persona que resulta beneficiada es el delincuente”, manifiesta.

Un Observatorio de Seguridad

Cúcuta contará con un Observatorio de Seguridad para apoyar en la formulación de las políticas públicas para  mitigar la delincuencia en la ciudad, es el anuncio del secretario de Seguridad del municipio, Diego Villamizar.

“El observatorio nace como un instrumento que nos ayudará tanto a la secretaría como  a la Policía, la Fiscalía y el Ejército a medir la criminalidad de la ciudad, no solo en índices de homicidio sino en todo sentido, con eso podemos tomar decisiones con informaciones más precisas para optimizar nuestros recursos”, explica Villamizar.

De acuerdo con el funcionario, una de las labores más importantes del observatorio se relaciona con el análisis de las estrategias de seguridad que actualmente se encuentran en desarrollo por parte de las autoridades competentes.

El propósito es hacer comparativos para determinar su eficiencia y modificarla en caso tal que no responda a las metas establecidas para la recuperación de la seguridad ciudadana.

“Esperamos que el primer boletín de datos que saquemos sea en este primer semestre, y estamos trabajando para que se contemplen las cifras de distintos organismos de seguridad, para corroborar su exactitud”, es la precisión del secretario de Seguridad sobre los reportes que entregue ese laboratorio.


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