Cuando un partido entre niños sub-14 llegó al minuto 77, varios estruendos sacudieron la normalidad del encuentro en la cancha contigua a la redoma de la cárcel Modelo, aunque algunos de los jugadores pensaron que se trataba del estruendo del exhosto de una moto (modificado) que pasó por la avenida 7, lo cierto es que era un homicidio.
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Un hombre, identificado como Darwin José Díaz Padilla, de entre 30 y 35 años de edad, que estaba sentado sobre unas rocas, con su espalda contra un árbol recibió al menos cuatros tiros que le quitaron la vida. Una vez disparadas las balas y derramada la sangre, todas las personas alrededor de este lateral de la cancha, principalmente padres que veían a sus hijos jugar, emprendieron la carrera al interior del campo, poniéndose a salvo.
Según cuentan los testigos, los responsables fueron una pareja, que llegó en una motocicleta Suzuki GN negra, una mujer conducía, mientras el hombre iba de parrillero, se bajó y disparó sin mediar palabra, para posteriormente huir.
En el lugar había quedado Darwin, quien en sus últimos momentos había visto a su hijo jugar este partido, y quien entonces vio a su padre, tendido sobre el césped, con sangre emanando de las diferentes heridas que había recibido.
Una vez pasado el revuelo, y escapados los responsables, cerca de las 9:20 de la mañana del 24 de mayo, jugadores, padres y vecinos se acercaron al lugar de los hechos para ver el cuerpo de Darwin, vestido con una camiseta blanca y azul, mangas negras, short oscuro, tenis negros y una gorra azul, que cubría la herida que le habría causado la muerte, un impacto directo a la cabeza, que conectó por el rostro y tuvo salida por la parte trasera.
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La sangre empezó a derramarse sobre la tierra, aún con desespero y miedo, los testigos avisaron a las autoridades. Patrullas de la Policía Metropolitana de Cúcuta llegaron a este sector en el barrio El Salado y acordonaron el lugar. A pocos metros de distancia del cuerpo, la escena era desoladora, su hijo veía con lágrimas como avanzaban la inspección al cadáver.
El Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) llegó al lugar, para analizar los hechos y recoger el material probatorio dejado en la escena del crimen. La familia de la víctima, quien sería residente del barrio Pizarro de Cúcuta, arribó para comprobar lo que temían.
Habían perdido un padre, un hermano, un familiar, y apenas a horas de que se celebrara el Día de la Madre en la capital nortesantandereana, una mamá había perdido a su hijo. Con notorio desconsuelo, y aun incredulidad por lo sucedido, sus allegados se tiraban las manos a la cabeza, mientras una leve lluvia acompañaba el momento.
Una vez hecho el levantamiento y las respectivas pesquisas, las autoridades trataron de adelantar la investigación, sin embargo, todo era muy difuso, “eso fue en cuestión de segundos, cuándo me di cuenta ya estaba él ahí tirado”, comentó una de las personas que estaban viendo el partido en el momento.
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Las autoridades aún investigan los móviles del hecho, para tratar de esclarecer las razones por las cuales asesinaron a Díaz y tratar de dar con los responsables. Las autoridades manifestaron que se pudieron determinar algunas características de los responsables, y de inmediato se inició un Plan Candado para tratar de atraparlos, aunque, a cierre de esta edición, aún no se ha logrado ninguna captura.
La comunidad reaccionó con indignación contra este hecho. “Ya uno no puede sacar al hijo a jugar ni un partido, porque nos golpea la inseguridad que vive la ciudad. En una bala perdida cualquiera de los niños pudo resultar lastimado”, dijo otro de los testigos.
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