Si hay algo de cierto en la vida de Joe Alexander González Álvarez es que su paso por este mundo estuvo ligado a la violencia y al ámbito judicial, en algún momento como capturado y ahora como víctima, pues murió dos días después de ser atacado a tiros.

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Para sorpresa, el hombre estaba libre y disfrutaba de esa libertad como cualquier otra persona. En la noche del pasado sábado, 18 de octubre, salió a la cancha del barrio La Laguna, se sentó sobre una silla improvisada con un neumático relleno de cemento y se puso a fumar.

El momento de relajación pronto fue interrumpido, pues la vida del sujeto, conocido con muchos alias, uno de ellos siendo Búcaro, iba a ser marcada por un nuevo capítulo de violencia.

En este sitio, ubicado en la avenida 0E con calle 15, en medio de la oscuridad, la figura de Búcaro se veía apenas acompañada por el humo y una leve chispa, suficiente para que un criminal que llegó por su espalda lo pudiera identificar y ejecutar.

Iba a matarlo, razón por la cual desenfundó un arma de fuego, le apuntó sin que el hombre se diera cuenta y apretó el gatillo en repetidas oportunidades. La víctima intentó escapar desesperadamente y tras recibir cuatro impactos, que deberían haberlo fulminado, el hombre quedó tendido mientras que el criminal huyó.

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Pero este capítulo no terminaría tan rápido, pronto los vecinos del sector alertaron a las autoridades, que llegaron al lugar para trasladar a la víctima a un centro asistencial. Allí fue estabilizado y remitido al Hospital Universitario Erasmo Meoz, pues sus heridas requerían mayor atención.

Fueron 48 horas de tensión para el hombre, en las que el personal médico usó todas sus herramientas para contrarrestar el daño causado por la violencia. La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) se volvió la casa de Búcaro en sus momentos finales, pues el destino parecía inevitable para el hombre.

En la mañana del pasado lunes, su corazón se apagó definitivamente y la muerte de Búcaro quedó marcada, al igual que su vida, por la violencia, a sus 33 años de edad.

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Recorrido criminal

El nombre de Joe no era desconocido para las autoridades, pues el sujeto ya había sido capturado en la frontera en dos oportunidades. La primera fue en 2017, cuando fue señalado junto a otro sujeto en Ureña, Táchira (Venezuela), como presunto paramilitar. En el acto, les encontraron dos revólveres y una granada de mano, y eran acusados de estar vinculados en extorsiones, homicidios y estafas.

Pero esa no sería su última vez tras las rejas, pues cinco años después, tras recuperar su libertad, se estableció en Cúcuta, por el sector de La Laguna, una zona dominada por el microtráfico.

Fue vinculado con el homicidio de Ricardo Zorrilla Maldonado, ocurrido en el asentamiento humano Nueva Ilusión en agosto de 2022, hecho que lo puso en ojos de las autoridades.

Menos de tres meses después fue capturado y enviado a prisión por los delitos de homicidio agravado y porte ilegal de armas de fuego.

Aunque no se ha confirmado de manera oficial, una de las hipótesis de las autoridades apunta a que el pasado podría haber alcanzado al hombre.

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