Ante los ojos de muchos de los testigos, el asesinato de Jesús Alcides Estrada Galván quedó como un crimen más cometido en contra de un, presunto, expendedor de estupefacientes, quien cayó víctima de la disputa territorial entre bandas que se pelean los negocios ilegales en la ciudad, pero para sus conocidos, fue el final de una complicada vida.
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El hombre, conocido El Zarco o Chuchito, fue el primer asesinado en este mes. Bastaron apenas once horas para que la violencia continuara su recorrido por Cúcuta. Minutos antes de que el reloj marcara las 11:00 de la mañana de ayer, 1 de septiembre, se cometió el crimen en la avenida 65 con calle 23, del barrio El Progreso.
Frente a un establecimiento comercial, El Zarco fue interceptado por dos sujetos en una motocicleta, que llegaron hasta el sitio, uno de ellos desenfundó un arma de fuego y con un disparo directo en la frente, acabó con la turbulenta vida que llevó el hombre.
La muerte fue instantánea, el cadáver quedó tendido sobre el andén, con su cabeza sobre un pequeño muro, por el cual empezó a bajar la sangre, mientras sus victimarios escapaban.
“Sonó el estruendo y después la moto alejándose, ahí salimos y lo vimos echado, nos acercamos para ver que ya estaba muerto, alguien lo cubrió con una sábana mientras llegó la Policía”, relató un residente del barrio.
Pasaron varios minutos hasta que llegó una patrulla de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) a atender la situación, acordonaron la zona, mientras la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) arribó a la escena para hacer el levantamiento del cuerpo e identificar a la víctima.
En medio de los curiosos se asomaban algunas personas que lo reconocían, pues se pudo conocer que durante un tiempo vivió en El Progreso, aunque se había mudado a otro barrio cercano, también señalaban que laboraba como soldador, mientras otros discutían un trabajo simultáneo que concordaba con la versión de las autoridades, quienes lo tenían identificado como un expendedor de estupefacientes del sector.
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Antecedentes por estupefacientes
Aunque los móviles aún son materia de investigación, las autoridades podrían tener la primera pista del crimen en el pasado de la víctima, pues según declararon las autoridades, el sujeto tenía antecedentes.
“Esta persona ya era conocida para los uniformados de la zona, incluso desde 2019 a la fecha tenía a su nombre cinco órdenes de comparendo por estupefacientes. Al parecer, era expendedor”, manifestó el coronel Johnny Castillo, comandante del Segundo Distrito de la Mecuc.
De forma preliminar, las autoridades investigan si el hecho estuvo relacionado con el pasado del hombre o cuál fue el motivo detrás del certero ataque que acabó con una vida marcada por las adversidades.
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Apagaron los ojos de El Zarco
Según se conoció, desde muy joven El Zarco pasó por momentos difíciles por temas familiares, que lo obligaron a ‘rebuscársela’ desde temprana edad. Al momento de su fallecimiento trabajaba como soldador, pero anteriormente desempeñó diversas labores, como minero e incluso ayudante de construcción.
También le decían El Mocho, pues por un accidente de niño perdió parte de uno de sus dedos, razón por la cual lo habrían rechazado de muchas empresas, aunque según cuentan, eso no lo detuvo para seguir trabajando.
“Luchó siempre por sus sueños y con trabajo incluso se pudo hacer una casita, pero perdió el puesto y la sociedad abandonó a mi hermano”, contó un conocido de la víctima.
En ese momento habría decidido “vivir a su manera, aunque no fuera la debida”, decisión que le habría costado la vida, y que terminó por apagar la vida en los ojos de Jesús, que le ganaron el apodo de El Zarco.
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