El café colombiano es uno de los productos de más alta rotación en el comercio tachirense, por lo que la decisión de prohibir su venta y dar un plazo de 15 días para que desaparezca de los anaqueles, anunciada por Freddy Bernal, ha generado molestia entre consumidores y vendedores.
La decisión proviene del recién instalado “Estado Mayor del Café”, encabezado por Bernal, quien aseguró que este órgano se propone recuperar la producción del rubro y convertirlo en bandera de exportación.
La gobernadora del Táchira Laidy Gómez reaccionó ante las amenazas del representante político de Nicolás Maduro de incautar con apoyo de la Guardia Nacional, el café colombiano que no sea retirado del mercado en las próximas dos semanas.
Gómez, exigió respeto para el pueblo del Táchira y acusó a Bernal de ser parte del negocio de contrabando de café en las trochas de la frontera. "No venga usted a estar dando quince días aquí. ¿Quién es usted para dar quince días, si usted es el responsable de que todo el café de contrabando entre al Táchira? ¿Con que moral le habla usted a los comerciantes tachirenses, si usted es el jefe de las trochas?”, afirmó la mandataria.
Golpe al consumidor
El veto al café colombiano tampoco encontró acogida entre vendedores y consumidores. Los primeros aseguran que se trata de un producto de alta rotación, “incluso en un mal día se venden entre 4 y 5 kilos”, dijo Jennifer Suárez, propietaria de una improvisada venta callejera.
Enfatiza que retirar el producto afectará directamente a su clientela, que “prefiere el café colombiano por ser más económico y de muy buena calidad”. Un paquete de medio kilo de café colombiano se comercializa en las calles de San Cristóbal entre 8 y 10 mil pesos, mientras la misma presentación de producto venezolano tiene un costo aproximado de 14 mil pesos.
Leandro Ramírez también se dedica a vender productos colombianos y señala que para los vendedores, sacar el producto de su oferta diaria sólo los obliga a buscar otra alternativa para ofrecer a sus clientes, que serían los principales afectados, pues el consumo de café colombiano es un hábito muy arraigado. “Hay gente que busca marcas específicas, porque siempre en su casa se han acostumbrado a consumir ese café y ahora con esta decisión, les será mucho más difícil comprar el producto que ellos realmente quieren y se les obliga a consumir otro diferente”.
Edixon Figueroa se declara asiduo consumidor de café colombiano, aunque lamenta que en los últimos años la producción de café venezolano se haya visto afectada por expropiaciones de empresas, la desaparición de organismos de apoyo al caficultor como Foncafé y la merma en la producción a consecuencia de la falta de insumos agrícolas, como fertilizantes y pesticidas.
Agrega que la prohibición, sólo abrirá aún más “el abanico de la extorsión por parte de funcionarios que van de local en local pidiendo ‘colaboración’ para dejar trabajar a los tachirenses”.