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Tengo 10 en Nequi: el video de Felipe Saruma y Álex Char viral en redes
El influencer Felipe Saruma y el alcalde Álex Char desataron el escándalo del momento con un video en pleno Carnaval: “¡Estoy mondao, llave, tengo 10 en Nequi!”. ¿Broma inocente o burla con plata pública?
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Colprensa
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Miércoles, 14 de Mayo de 2025

Un video aparentemente inofensivo, grabado en medio del bullicioso Carnaval de Barranquilla, ha puesto en el ojo del huracán al influencer bumangués Felipe Saruma y al alcalde de la capital del Atlántico, Alejandro Char. Lo que comenzó como una escena de humor entre amigos terminó convirtiéndose en el centro de una fuerte controversia sobre el uso de influenciadores en la estrategia de comunicación política.

En la grabación, que rápidamente se volvió viral en redes sociales, se ve a Saruma junto al humorista Juanda Caribe y al propio alcalde Char, bromeando sobre recolectar dinero para comprar una botella de licor. Fue entonces cuando el mandatario lanzó la frase que desató memes y opiniones divididas:“Estoy mondao, llave, tengo 10 en Nequi”.La respuesta, espontánea y en tono jocoso, generó carcajadas entre los presentes… y un debate mucho más serio en internet.

El video no es un hecho aislado. Según reveló el medio La Silla Vacía, la Alcaldía de Barranquilla ha invertido aproximadamente 2.000 millones de pesos en contrataciones con influenciadores como Saruma y Juanda Caribe. El objetivo: impulsar una imagen positiva de la gestión de Alejandro Char a través de contenidos virales que conecten con los públicos más jóvenes.


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La estrategia ha funcionado, al menos en términos de visibilidad. Sin embargo, ha levantado una oleada de críticas entre periodistas, ciudadanos y usuarios de redes sociales que cuestionan el uso de recursos públicos para pagar contenido que, aunque divertido, elude preguntas incómodas o debates de fondo.

Felipe Saruma, quien alcanzó notoriedad nacional por sus videos creativos y su relación con la empresaria Andrea Valdiri, ha mantenido una imagen cercana, carismática y emocional. Por eso, muchos de sus seguidores se sorprendieron al verlo en un video junto al alcalde en un contexto que para algunos se percibe como “liviano” frente a los retos que enfrenta Barranquilla.

Aunque el influencer no ha emitido declaraciones sobre la polémica, su participación en este tipo de contenidos empieza a levantar preguntas sobre los límites éticos entre entretenimiento, política y publicidad institucional.

“Estoy mondao, llave, tengo 10 en Nequi” ya se volvió parte del repertorio digital de la temporada. La frase circula en stickers, audios de WhatsApp, camisetas y TikToks, y ha sido replicada incluso en otros contextos humorísticos y de crítica social.

El debate por el video

Pero también ha abierto el debate sobre si este tipo de comunicación, que apela al humor y al lenguaje popular, trivializa los asuntos públicos o es una estrategia legítima para acercar la gestión de los mandatarios a la ciudadanía.

Más allá del caso puntual de Saruma, el video ha puesto sobre la mesa un tema de fondo: el uso de influenciadores como intermediarios entre la administración pública y la opinión pública. Aunque estas figuras permiten mayor alcance y conexión emocional con las audiencias, también se corre el riesgo de que la rendición de cuentas quede en un segundo plano, reemplazada por likes, risas y frases virales.


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En medios locales ya se denuncia una disminución de la interacción directa del alcalde Char con la prensa tradicional, que contrasta con su creciente presencia en contenidos creados por influenciadores contratados.

Mientras en las calles de Barranquilla todo era fiesta, en las redes sociales la conversación giraba en torno al uso de dineros públicos, la autenticidad del mensaje político y la responsabilidad de los influenciadores frente a su audiencia.

El video de Saruma y Char pasará como un episodio anecdótico para algunos. Pero para otros, representa una muestra clara de cómo el espectáculo se mezcla cada vez más con la política, y de cómo los influencers, incluso sin pronunciar discursos, pueden influir profundamente en la percepción de la gestión pública.


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