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~Para Fedesarrollo, la perspectiva de alcanzar un desarrollo económico en un plazo de 12 años es nula sin los tratados de libre comercio.~
¿Hay futuro económico y social sin libre comercio? La respuesta –pese a que Colombia ha sido uno de los países más cerrados del mundo en salir bien librado de las crisis que han asolado a América Latina- parece decantarse por un NO rotundo. Y así como está: en mayúsculas.
Esa es, al menos, la certeza que tiene el investigador asociado de Fedesarrollo, Mauricio Reina, quien durante su reciente visita a Cúcuta, invitado por Centrales Eléctricas de Norte de Santander (CENS), arrojó una catarata de optimistas cifras sobre los escenarios que le esperan a Colombia con la maduración del TLC con Estados Unidos y la probable firma de otros acuerdos con otros países y bloques económicos a lo largo de los próximos años.
¿Optimismo objetivo basado en evidencia científica? ¿Reafirmación del credo neoliberal que caracteriza a este centro de estudios económicos, reconocido por ser puerta giratoria de la que salen y entran ministros de Hacienda?
A falta de respuestas, los datos de power point exhibidos por Reina aconsejan atenernos a lo que realmente está fuera de duda: con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) -nada comparable con el mediocre desempeño que azota por estos años a los países industrializados- Colombia tiene esta vez motivos de sobra para creer en un desarrollo sostenido.
No ha sido así en el pasado. Ni en los años finales de la década de los 70 y primeros de la del 80, cuando Colombia tuvo tasas de crecimiento económico que promediaron el 5%, el país fue capaz de alcanzar niveles atractivos de desarrollo, algo que requiere lo que ya es un consenso entre los expertos: obras de infraestructura, distribución del ingreso mediante empleo de calidad e ingentes inversiones en educación.
A partir de ahí, la comprensión de la tesis expuesta por este veterano economista de Fedesarrollo se hace más fácil. A su juicio, en los próximos 12 años Colombia con TLC tiene asegurado un crecimiento de su producto interno en rangos nada despreciables, si bien bajo dos escenarios: uno, con paz, con verdaderas obras de infraestructuras y con una educación de calidad en todos los niveles; y, otro, con la posibilidad de que no avancemos un ápice en estos frentes.
En el primero de los casos, el incremento del producto interno per cápita, es decir lo que cada colombiano es capaz de producir, pasará de los 11.000 dólares de hoy a los 20.000 dólares de 2024, una cifra que en ese segundo escenario, aquel en que no hayamos hecho la tarea de pactar la paz, el PIB per cápita de los colombianos pasará de 11.000 a 16.000 dólares.
Hasta ahí las proyecciones. De resto, barras y tortas de lo que ha sido el comportamiento del comercio bilateral en los 6 meses que han transcurrido desde la entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos. Las exportaciones colombianas del sector automotriz (autopartes claro está) han crecido un 85%, lo que no deja de ser curioso, si como nos recuerda el propio Mauricio Reina, Asopartes fue como gremio un profeta del desastre durante la negociación del tratado.
Los ingresos por ventas a Estados Unidos de piedras preciosas subieron un 41%, los de los textiles escalaron un 27%, los de las bebidas y alimentos un 12% y los de los artículos de cuero un 7%. El resto, menos halagador. La peor parte ha corrido por cuenta de las confecciones, con una reducción del 7%, algo imprevisto ya que siempre se le vio como el de mejor desempeño en el TLC; los plásticos, con una reducción 15%; y los minerales, con una caída del 74%, imputable a la baja de los precios de varios de sus productos en los mercados internacionales.
En comercio comparado, una metodología con la que Mauricio Reina busca reforzar las bondades del TLC, el informe también siembra expectativas. Lo hace a partir de los datos que arrojan las exportaciones de Chile, Perú, México y América Central, países que tienen desde hace algunos años TLC con Estados Unidos.
Según su investigación, las exportaciones chilenas de bebidas a Estados Unidos superan 32 veces las hechas por Colombia al país del norte; en lácteos las australes granjas lecheras exportan 13 veces más de lo que vende nuestro Colombia, país que vende a los estadounidenses la cuarta parte de lo que las empresas chilenas de la industria alimenticia ponen en el mercado norteamericano.
Y siguiendo con estos mismos productos, la correlación con América Central, que también tiene un TLC con EE.UU. es, igualmente, demostrativa de las ventajas que encara la liberalización del comercio bilateral: los centroamericanos exportan en textiles 23 veces lo que vende Colombia; en lácteos lo hacen 16 veces más que nosotros y en bebidas 7 veces.
Aun así, los retos, según Mauricio Reina, no son nada fáciles si Colombia quiere entrar en las grandes ligas del comercio dentro de las economías emergentes. El país ocupa el puesto 69 en el ranking mundial de competitividad, por debajo de 8 naciones latinoamericanas, mientras que en temas como educación, calidad de las universidades, bilingüismo y otros indicadores que miden esa competitividad, el camino por recorrer es aún muy largo.
fabio.fandino@laopinion.com.co
¿Hay futuro económico y social sin libre comercio? La respuesta –pese a que Colombia ha sido uno de los países más cerrados del mundo en salir bien librado de las crisis que han asolado a América Latina- parece decantarse por un NO rotundo. Y así como está: en mayúsculas.
Esa es, al menos, la certeza que tiene el investigador asociado de Fedesarrollo, Mauricio Reina, quien durante su reciente visita a Cúcuta, invitado por Centrales Eléctricas de Norte de Santander (CENS), arrojó una catarata de optimistas cifras sobre los escenarios que le esperan a Colombia con la maduración del TLC con Estados Unidos y la probable firma de otros acuerdos con otros países y bloques económicos a lo largo de los próximos años.
¿Optimismo objetivo basado en evidencia científica? ¿Reafirmación del credo neoliberal que caracteriza a este centro de estudios económicos, reconocido por ser puerta giratoria de la que salen y entran ministros de Hacienda?
A falta de respuestas, los datos de power point exhibidos por Reina aconsejan atenernos a lo que realmente está fuera de duda: con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) -nada comparable con el mediocre desempeño que azota por estos años a los países industrializados- Colombia tiene esta vez motivos de sobra para creer en un desarrollo sostenido.
No ha sido así en el pasado. Ni en los años finales de la década de los 70 y primeros de la del 80, cuando Colombia tuvo tasas de crecimiento económico que promediaron el 5%, el país fue capaz de alcanzar niveles atractivos de desarrollo, algo que requiere lo que ya es un consenso entre los expertos: obras de infraestructura, distribución del ingreso mediante empleo de calidad e ingentes inversiones en educación.
A partir de ahí, la comprensión de la tesis expuesta por este veterano economista de Fedesarrollo se hace más fácil. A su juicio, en los próximos 12 años Colombia con TLC tiene asegurado un crecimiento de su producto interno en rangos nada despreciables, si bien bajo dos escenarios: uno, con paz, con verdaderas obras de infraestructuras y con una educación de calidad en todos los niveles; y, otro, con la posibilidad de que no avancemos un ápice en estos frentes.
En el primero de los casos, el incremento del producto interno per cápita, es decir lo que cada colombiano es capaz de producir, pasará de los 11.000 dólares de hoy a los 20.000 dólares de 2024, una cifra que en ese segundo escenario, aquel en que no hayamos hecho la tarea de pactar la paz, el PIB per cápita de los colombianos pasará de 11.000 a 16.000 dólares.
Hasta ahí las proyecciones. De resto, barras y tortas de lo que ha sido el comportamiento del comercio bilateral en los 6 meses que han transcurrido desde la entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos. Las exportaciones colombianas del sector automotriz (autopartes claro está) han crecido un 85%, lo que no deja de ser curioso, si como nos recuerda el propio Mauricio Reina, Asopartes fue como gremio un profeta del desastre durante la negociación del tratado.
Los ingresos por ventas a Estados Unidos de piedras preciosas subieron un 41%, los de los textiles escalaron un 27%, los de las bebidas y alimentos un 12% y los de los artículos de cuero un 7%. El resto, menos halagador. La peor parte ha corrido por cuenta de las confecciones, con una reducción del 7%, algo imprevisto ya que siempre se le vio como el de mejor desempeño en el TLC; los plásticos, con una reducción 15%; y los minerales, con una caída del 74%, imputable a la baja de los precios de varios de sus productos en los mercados internacionales.
En comercio comparado, una metodología con la que Mauricio Reina busca reforzar las bondades del TLC, el informe también siembra expectativas. Lo hace a partir de los datos que arrojan las exportaciones de Chile, Perú, México y América Central, países que tienen desde hace algunos años TLC con Estados Unidos.
Según su investigación, las exportaciones chilenas de bebidas a Estados Unidos superan 32 veces las hechas por Colombia al país del norte; en lácteos las australes granjas lecheras exportan 13 veces más de lo que vende nuestro Colombia, país que vende a los estadounidenses la cuarta parte de lo que las empresas chilenas de la industria alimenticia ponen en el mercado norteamericano.
Y siguiendo con estos mismos productos, la correlación con América Central, que también tiene un TLC con EE.UU. es, igualmente, demostrativa de las ventajas que encara la liberalización del comercio bilateral: los centroamericanos exportan en textiles 23 veces lo que vende Colombia; en lácteos lo hacen 16 veces más que nosotros y en bebidas 7 veces.
Aun así, los retos, según Mauricio Reina, no son nada fáciles si Colombia quiere entrar en las grandes ligas del comercio dentro de las economías emergentes. El país ocupa el puesto 69 en el ranking mundial de competitividad, por debajo de 8 naciones latinoamericanas, mientras que en temas como educación, calidad de las universidades, bilingüismo y otros indicadores que miden esa competitividad, el camino por recorrer es aún muy largo.