

La misión de los padres de familia, los establecimientos educativos, el sistema de salud, los expertos en nutrición y demás especialistas tienen algo urgente por hacer para que en Norte de Santander se levanten barreras contra la diabetes que afecta a niños y adolescentes.
Se trata específicamente de la diabetes tipo 2, la más común en esa población, que es generada por los malos hábitos alimenticios, la obesidad infantil y el sedentarismo. Esos factores que ayudan a que la enfermedad surja hacen parte de los males que afectan a la sociedad del siglo XXI y los cuales pueden corregirse y superarse entre todos.
Teniendo presente lo divulgado en un trabajo periodístico de La Opinión, de que se ha observado en el departamento -desde 2016- un incremento preocupante en la tasa de casos, pasando de 3,1 por cada 100 habitantes a 5,3 por cada 100, en 2023, se requiere ponerle la mayor atención a este problema de salud pública.
Sería recomendable, por ejemplo, emprender jornadas en los establecimientos educativos por parte de brigadas preventivas para tomarles muestras a los niños y adolescentes con el propósito de hacer detecciones tempranas y contar con estadísticas más precisas que permitan estructurar las estrategias requeridas.
Con ese mismo enfoque, tanto las clínicas, hospitales y puestos de salud tendrían a su cargo la campaña para los demás menores de edad con riesgo de padecerla, al igual que a la población adulta en esa gran labor de muestreo.
Jornadas de esta naturaleza son requeridas para poder elaborar ese mapeo aproximado que facilite contar con datos aproximados de los afectados y de la localización por zonas, que también servirán para hacer evaluaciones de las variables socioeconómicas y de comportamientos.
Labores de chequeo de la glucosa y otros indicadores de salud, se requieren para después dar paso a las siguientes acciones en los campos de la atención médica especializada y de las misiones para anticiparse, mediante la detección temprana, a evitar que más personas, por cualquier razón, terminen padeciéndola.
En algo sí tenemos que estar claros y es que no podemos ni quedarnos cruzados de brazos ni permitir que se siga expandiendo puesto que de lo contrario en el futuro estaremos ante un deterioro en la calidad de vida de quienes padezcan la enfermedad que sumado a los altos costos de atención dibujarán un panorama ensombrecedor.
Todo lo que se haga no puede ser considerado como un gasto sino como una inversión en la salud de los nortesantandereanos y para contener que en años posteriores la región esté atravesando graves complicaciones si no actúa con plan concreto para atajar una eventual elevación del número de casos de diabetes.
A la sociedad le compete aquí desempeñarse desde el campo de la cultura ciudadana para inculcar desde el seno del hogar la alimentación sana con el propósito de reducir este factor de riesgo en especial para que aparezca la diabetes 2 que va acompañada de la obesidad.
Enfrentar el sedentarismo entre los niños y adolescentes, ahora impulsado por los videojuegos y los dispositivos electrónicos, es una labor recomendada a padres y profesores para que promuevan que el deporte y la actividad física haga parte del desempeño diario en la casa y el colegio.
El ejemplo a seguir para masificar esa labor es la impulsada por RedPapaz y su plan de alimentación saludable en las casetas escolares.
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