

Lo que sembremos, hoy, nos traerá la cosecha de mañana. Dentro de esa tendencia se encuentra lo decidido por el Gran Santander de emprender una un plan para garantizar la seguridad hídrica para los dos departamentos.
Para los habitantes de Norte de Santander y Santander se trata de una opción de vida, de preservación, de desarrollo y resiliencia con la biodiversidad y el medioambiente que conllevará tener una región defensora del agua.
A veces suena como repetición molesta, pero si no conservamos el agua ni la protegemos, estaremos dirigiéndonos hacia temporadas muy complicadas para el desempeño de las actividades ordinarias que actualmente se llevan a cabo.
Así como deben hacerse inversiones en infraestructura, lo mismo hay que cumplirse en materias tan sensibles como el agua, segmento en el cual la Región Administrativa y de Planeación (RAP) del Gran Santander tiene previsto poner en marcha un plan a doce años con 4.5 billones de pesos que en una especie de bolsa sean aportados por ambos departamentos, la nación y, adicionalmente, con recursos de la cooperación internacional.
Saber qué se quiere, hacia dónde se busca llegar y cuánto dinero tendrá que conseguirse para que lo proyectado cumpla las metas y cubra las necesidades actuales y futuras de la población, es de por sí un gran avance.
Al contar con esos insumos resulta mucho más ágil empezar los trámites ante instituciones nacionales como el Ministerio del Ambiente o Planeación Nacional para la presentación de los proyectos en busca de su financiación, respaldo técnico y puesta en marcha inmediata.
Al tratarse de una iniciativa que encaja dentro de la conservación y preservación de cuencas y regiones de páramos, en el ámbito internacional hay una gran aceptación hacia esta clase de programas, por lo cual las gestiones ante instituciones oficiales en el exterior y organizaciones no gubernamentales es necesario emprenderlas lo más pronto para que el plan se active rápidamente.
Que se desarrollen las tareas en los campos de la reforestación, educación ambiental, tratamiento del agua y de la agricultura de bajo impacto ambiental son de carácter trascendental para que se conjuren los riesgos de posibles afectaciones sobre los ríos, quebradas y nacientes de agua, por ejemplo.
Leemos que se encuentra la educación ambiental. Y tenemos que advertir que así como la cultura ciudadana, esa es otra debilidad evidente en la comunidad, teniéndose toda la razón en lanzar esa gran cruzada para la toma de conciencia y que desde el hogar, el colegio y el trabajo los ciudadanos transformen sus comportamientos.
Para el Gran Santander se trata de un reto construir su plan de seguridad hídrica, toda vez que cuenta con dos páramos representativos, como Santurbán y Almorzadero, así como múltiples cuencas hidrográficas y una ubicación fronteriza, lo que implica grandes desafíos.
A los nortesantandereanos y santantandereanos les corresponde darle el respaldo a esta alternativa que en últimas significará para cada uno y sus familias que los acueductos sigan surtiéndolos de agua potable, que los ríos sean descontaminados, alcanzar mayores niveles de reforestación y, por supuesto, que se logre la sostenibilidad ambiental.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion