

La guerrilla del Eln y la disidencia de las Farc que están enfrascadas en una guerra por el control del Catatumbo siguen poniendo en peligro a la niñez violándole sus derechos al llegar ahora a las redes sociales para tenderle la trampa del reclutamiento forzado.
Es grave que dichos grupos armados ilegales utilicen TikTok y Facebook para lanzar su ataque contra los niños, niñas y adolescentes de esa subregión de Norte de Santander, aprovechándose de su vulnerabilidad para inducirlos a engrosar a sus filas como combatientes o para ejercer otra clase de misiones.
Antes que todo debemos replicar la notificación de Scott Campbell sobre las implicaciones de esa operación ilegal, representante en Colombia del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos: “compromete a una futura generación de colombianos y prolonga la crueldad del conflicto armado”.
Como no queremos que los menores caigan en las garras del conflicto armado para entrar a convertirse en forzados protagonistas, es indispensable reclamar la activación de la función social de estas dos redes para contrarrestar su utilización por parte dichas organizaciones armadas no estatales que desde el 16 de enero se encuentran en guerra en el territorio catatumbero.
Al esperar que los menores y adolescentes del Catatumbo tengan la opción de ir al colegio, la universidad y lograr conquistar sus metas profesionales, familiares y laborales, hay que plantearle a TikTok que fortalezca o establezca un sistema para detectar los mensajes incitadores a abandonar el aula, el hogar y enrolarse en el mundo de la guerra, con el propósito de que los bloquee y elimine o suspenda las cuentas.
El drama y dolor de las madres y familiares de los menores que caen en esos cantos de sirena tiene que cesar y por ello a Meta que maneja Facebook le ponga el ojo a todo lo relacionado con el Catatumbo y haga rastreo de aquellos perfiles vinculados con el Eln y la disidencia de las Farc desde los cuales se emiten mensajes para tratar de cautivar a los pequeños para que vayan a tomar las armas.
Nos encontramos ante una perversa operación que esperamos encuentre un contundente rechazo por parte de esos espacios digitales que aglutinan a millones de usuarios en el mundo y que, como se ve, están siendo objeto de una intrusión criminal por parte de dos grupos que desde tiempo atrás han venido incurriendo en la violación de los derechos del niño, obligándolos a cambiar el lapiz y el cuaderno por el fusil.
Al igual que a Scott Campbell lo “conmovieron profundamente los testimonios en el Catatumbo sobre el uso de las redes sociales, como TikTok y Facebook, para reclutar, engañar y persuadir a los niños, a las niñas y a los adolescentes más vulnerables para que se unan a la guerra”, ese misma sensación recorre las fibras de los nortesantandereanos.
Se necesita una gran acción para ganar este episodio del traslado del conflicto armado al mundo digital y derrotar a los ciberatacantes que en este caso no van tras el hurto de datos o de dinero, sino nada menos que de apoderarse de quienes son el futuro de la región y del país, para condenarnos a una conflictividad eterna.
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