

Que se cometan ataques con granadas en pleno centro de la ciudad a pocas cuadras de la Alcaldía de Cúcuta, en una de las áreas de importantes actividades comerciales, cambiarias y bancarias se trata de un grave indicador sobre el escalamiento de la inseguridad.
El corazón de la capital nortesantandereana debe ser liberado de las acciones de delincuentes como los de la banda AK-47 con acciones que tienen que extenderse hasta la misma zona de frontera con Venezuela.
Una particularidad en el ataque contra el centro comercial, es que la granada utilizada es de origen extranjero, como lo reportó el comandante de la Policía Metropolitana, situación que debe llevar hacia la apertura de una ruta investigativa especial para determinar realmente quienes se encuentran detrás de estas peligrosas acciones que ponen en riesgo la vida y alteran la tranquilidad.
No deben descartarse por parte de la fuerza pública desplegada en esta parte de la frontera que nos encontremos ante organizaciones de índole transnacional que por la porosidad de las trochas y las facilidades para cruzar de un lado a otro por los puentes internacionales, hacen de las suyas en la ciudad.
Para este caso en específico hay que acudir al intercambio de información judicial y de inteligencia con las autoridades de Venezuela para saber a ciencia cierta los movimientos de esa clase de organizaciones delincuenciales y quiénes son sus componentes.
Pero además tiene que servir para tratar lo relacionado con los proveedores de armamento extranjero a algunos grupos de delincuencia en la ciudad. Se trata de un aspecto delicado que debe trascender hasta los canales diplomáticos para que de gobierno a gobierno se asuman compromisos que ayuden a sofocar esta clase de hechos.
Ese video en que los presuntos miembros de la organización criminal que ocultan el rostro con pasamontañas y portan fusiles y lanzan advertencias extorsivas al comercio, es factible que pueda llegar a servir para tratar de descubrir a quienes usan ese tipo de prácticas y así saber a ciencia cierta sus maneras de operar.
Igualmente, Cúcuta necesita la unidad ciudadana y el respaldo a las autoridades civiles, policiales, militares y judiciales para superar entre todos estos momentos y decirles a los delincuentes que los buenos somos más y que la ciudad no se rendirá a sus amenazas ni intimidaciones. Hay que denunciar.
La actividad económica cucuteña hay que protegerla y blindarla de aquellos que mediante la extorsión violenta pretenden obtener provecho indebido, golpeando el empleo, poniendo en riesgo el desarrollo y desestimulando las potenciales inversiones.
Por tal razón es igualmente importante que el Gobierno nacional no deje solos a los cucuteños porque debe de recordar que-nada menos-esta es la ciudad colombiana más importante en la frontera con territorio venezolano.
Teniendo presente que hay un vaso comunicante con el Catatumbo que nos ata al conflicto armado vivido allí sumando el narcotráfico, las bandas delincuenciales criollas y las del crimen transnacional es necesaria la recuperación de la seguridad estructural que nos permita salir de esta persistente oleada de hechos que generan zozobra e inquietud entre la población.
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