Mucho se habla que la educación es la opción para dar el salto real hacia una mejor sociedad donde el conocimiento impere y así facilite alejarnos de la violencia, la pobreza y algunos males que no han permitido sacudirnos de los problemas que nos agobian.
Es entendible entonces la urgencia de que las dos universidades públicas de Norte de Santander avancen hacia la ampliación de los cupos en esos centros de enseñanza superior.
Lograr eso entraña la activación de muchos mecanismos positivos que les cerrarán las compuertas a cuestiones estructurales como el desempleo y subempleo juvenil, generado muchas veces por la falta de la formación académica necesaria para ocupar determinados cargos o porque a raíz de eso se les complica avanzar hacia el emprendimiento, por ejemplo.
Sin embargo, esto requiere más asignación presupuestal, ampliación de la planta docente y otras acciones conducentes a ampliar jornadas o coordinar con colegios o con otras instituciones para la utilización de sus instalaciones para esa ampliación de la cobertura.
En la reciente cita que en la Casa de Nariño tuvieron los 34 rectores de los claustros universitarios oficiales del país con las autoridades nacionales, se anunció que dicho sistema educativo anunció la disposición de generar en el presente año 60.000 nuevos cupos en Colombia.
¿De esos cuántos nos darán para Norte de Santander? Ahí está, la gran posibilidad de gestión que se les abre a las universidades Francisco de Paula Santander (Cúcuta y Ocaña) y la Universidad de Pamplona para que el Ministerio de Educación las tenga muy presente dentro del proyecto de reducir la brecha que hay en la educación superior en Colombia.
Aquí en la región es urgente que este mal recurrente de la falta de oportunidades para entrar a la universidad se comience a desmontar, aprovechando, como lo ha asegurado el ministro Alejandro Gaviria, “que el aumento del presupuesto para la base del sistema universitario estatal, este año 2023, fue el más alto históricamente”.
El Ministerio de Educación precisó que se aumentaron cinco puntos porcentuales por encima de la inflación, más 13.000 millones de pesos adicionales para fomento.
Sin embargo, las universidades estatales colombianas han venido sufriendo complicaciones en las finanzas, razón por la cual el Congreso de la República deberá ayudar a solucionar ese recurrente mal.
Se trata de la reforma a la Ley 30 de 1992, en los artículos 86 y 87, que según lo previsto, va a permitir resolver los problemas de desfinanciamiento estructural, y apalancar las metas de aumentos de la cobertura.
Para Norte de Santander sacar adelante el proyecto de la Universidad del Catatumbo resultará siendo un paso hacia el cierre de la injusticia social, porque estamos hablando de abrirles la posibilidad real a 3.245 estudiantes de esa región de acceder al aula de enseñanza superior y alejarse de ser ‘raspachines’ o potenciales integrantes de los grupos armados ilegales o de tener que irse de la región a buscar su futuro en otra parte del país o el exterior.
Como el departamento ha sufrido tantas frustraciones con iniciativas que se anuncian con bombos y platillos y luego se desinflan y olvidan, para la veeduría y el seguimiento es prudente dejar esta precisión consignada en el sitio web del Ministerio de Educación: “Al ser interrogado sobre el desarrollo de la iniciativa del proyecto de la Universidad del Catatumbo, el ministro Gaviria reiteró que estamos en el tema de los diseños, ya está asegurada la financiación y la idea es empezar este semestre”.
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