Cuando un motociclista se pasa el semáforo en rojo, va en contravía o no lleva casco, se entiende por qué en las estadísticas oficiales o de entidades no gubernamentales que miden y evalúan la accidentalidad, los sitúan de primeros en el balance de fallecidos en accidentes viales.

La Fundación Liga contra la Violencia Vial, de acuerdo con su conteo, advirtió que el 59,66 por ciento de la pérdida de vidas en siniestros en las carreteras y calles del país durante 2022, en Colombia, correspondió precisamente a los motorizados.

Según la citada organización, con base en datos preliminares de Medicina Legal, el año pasado murieron 8.264 personas en accidentes ocurridos en las vías, superando en 13,6 por ciento lo sucedido durante 2021.

Un documento de la Agencia Nacional de Seguridad Vial sobre ‘El control operativo y la fatalidad vial en Colombia’, hace referencia a una pregunta que muchos habitantes se hacen a diario: ¿por qué la forma en  la que se desarrolla el control operativo no es efectiva en la reducción de las muertes del tránsito vial en Colombia?

“...el anhelo de prevenir los siniestros con fatalidades se encuentra rezagado y no es enfrentado efectivamente, pues la labor del control operativo en vía solo es efectiva durante ciertas horas del día, en ciertos días de la semana, los cuáles no coinciden con las horas y los días de la semana en donde existe una mayor frecuencia de muertes asociadas al tránsito vial”, es una de las respuestas del análisis del documento.

El control como mecanismo de disuasión, a través del pago de multas, tiene un efecto muy limitado sobre el comportamiento de los infractores, porque la mayoría de quienes violan las normas de tránsito en Colombia son reincidentes (66%), porque se detectó que se le han impuesto más de dos comparendos en su registro y el 27% de todos los infractores ha tenido más de cinco órdenes impuestas, y estas  conclusiones confirman  la  razón para que las vías sean una zona de  altísimo riesgo para los usuarios.

Al traer este problema al área metropolitana de Cúcuta se encuentra que 148 personas murieron en accidentes viales, pero con un agravante, que el incremento de la mortalidad llegó al altísimo nivel del 61% en comparación con lo ocurrido en 2021. Esto para las autoridades de tránsito de la zona equivale a una crisis total, porque en los seis municipios metropolitanos en 2022 hubo 800 siniestros viales de diferente naturaleza, frente a los 496 del  año inmediatamente anterior.

¿Qué se puede hacer? ¿Se va a pedir apoyo nacional? Aunque naturalmente,  el más afectado por esta siniestralidad desbordada fue Cúcuta.

Lo cierto es que algo hay que hacer, como se advierte por los análisis de los propios especialistas, no es precisamente con más comparendos porque parece ser que la gente que va frente al volante  o conduciendo la moto, no le teme a eso.

Luego hay que redireccionar las estrategias e irse  con mayor fuerza hacia la prevención, la educación vial y el control operativo porque tanto peatones, motociclistas, taxistas, conductores de busetas y automovilistas no tienen comportamientos adecuados.

La gente pregunta, ¿cómo así que en pleno centro, al frente de la Gobernación o la Alcaldía, un motociclista o un ciclista o un taxista se pasen el semáforo en rojo y no haya un solo agente o policía de tránsito que al menos haga respetar esas intersecciones semaforizadas?

Hay mucho que evaluar. Ojalá volviera el policía a estar pendiente a dar vía cuando se forme el trancón. La mortalidad vial no puede permitirse que se dispare a niveles pandémicos.

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