

Como si no fueran suficientes las difíciles situaciones que enfrenta Cúcuta en materia de inseguridad, ahora aparece otro elemento perturbador como es el de la aparición de dólares falsos en el área metropolitana.
¿Será que vienen de Venezuela? ¿Corresponderá a alguna organización local? ¿Se tratará de una operación internacional del delito transnacional? ¿Será alguna organización de falsificadores dedicada a fabricar moneda extranjera ilegal para los narcotraficantes?
La Policía Antinarcóticos y los organismos especializados deben ponerle el ojo a esta operación con billetes de 100 dólares que son muy parecidos a los legales y que hoy tienen nerviosos a los cambistas y a los comerciantes de la capital nortesantandereana.
Múltiples inconvenientes ocasionan maniobras de esta naturaleza porque generan pérdidas a los afectados y grandes ganancias a los falsificadores, se crea un ambiente de desconfianza frente a los billetes verdes lo cual a su vez conlleva a bajas ventas, mientras que las organizaciones logran su objetivo criminal de ponerlos en circulación.
Lo denunciado por el gremio de los cambistas revivió situaciones como las del llamado ‘banco criminal’ de dólares que introdujo en el mercado $44.000 millones en moneda estadounidense falsa, en el sur del país, o la ‘fábrica de divisas’ en la que se incautaron un millón de dólares fraudulentos, en Bogotá.
La alerta lanzada por comerciantes y las casas de cambio tiene que ser atendida por las autoridades respectivas para desplegar los planes dirigidos a detectar de dónde provienen y quiénes están detrás de la estratagema por intentar inundar con moneda extranjera falsa a esos dos renglones de la economía cucuteña.
Este delito que asecha a la ciudad, sirve para tratar una cuestión que fue expuesta en el Concejo durante el control político, referente a la urgencia de hacer más porque los habitantes la ciudad se sientan más seguros en la calle, en el restaurante, en la buseta, cuando van para el estudio o el trabajo y cuando se encuentran en casa.
Una de esas debilidades que ocasiona percepción de inseguridad, se relaciona con las cámaras de vigilancia, porque de 350 más de la mitad no sirven.
Vacíos de esa naturaleza mezclados con los efectos colaterales que provoca la grave crisis de violencia en el Catatumbo, la ya sabida presencia de bandas transnacionales, la guerrilla, la disidencia de las Farc, las disputas entre delincuentes, el microtráfico, los homicidios y el incremento del delito en Villa del Rosario y El Zulia, generan un caldo de cultivo inquietante.
Para ejercer mayor presión sobre esos grupos del crimen organizado, hay que aprovechar que el área metropolitana se encuentra cubierta por el Estado de Conmoción Interior, con el fin de que su componente militar y policial apoye a golpearlas y desmantelarlas, para devolverles la tranquilidad a los habitantes de la ciudad colombiana más importante en la frontera con Venezuela.
Hay que insistir que en la capital de Norte de Santander se requiere que opere un plan de seguridad de trascendencia regional y fronteriza que tenga presente factores exógenos como el conflicto armado, narcotráfico, lavado de activos y de delincuencia binacional que la rodean y afectan con contundencia.
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