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Editorial
La región reclama respuestas
El 0448 inquieta por las dudas y preocupaciones que genera en Norte de Santander el decreto que con ese número habla del preagrupamiento de la disdencia de las Farc en el Catatumbo que sería una zona de ubicación.
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La opinión
La Opinión
Miércoles, 23 de Abril de 2025

No pude ser que se tomen determinaciones de espaldas a la región y dejarla solo como una convidada de piedra a la que ni siquiera se le explica qué es lo que se quiere hacer sino que se adoptan las decisiones sin tener presente las complejas actuales condiciones.
Nos referimos a algo sobre lo que debe haber una claridad meridiana, como lo es la conversión del Catatumbo en zona de preagrupamiento de la disidencia de las Farc.
Lo que preocupa es el silencio gubernamental que emite un decreto para dar los pasos iniciales hacia ese proceso, pero a la hora de la verdad ni siquiera precisa detalles lógicos que a cualquier nortesantanderano le generan dudas.
Una de ellas se relaciona con el hecho tangible de que en esa subregión se libra una guerra entre el frente 33 de esa organización y el Ejército de Liberación Nacional, que ha ocasionado espantosos resultados.
Las dudas y preocupaciones son válidas porque nadie sabe en dónde puede ir a terminar una aventura de estas en medio del fragor de tan fuerte conflicto con más de 100 muertos y 64.000 desplazados.
Por ejemplo, el fantasma de la famosa zona de distensión del Caguán, en el fallido proceso de paz en el gobierno de Andrés Pastrana, está haciendo sonar sus rechinantes cadenas en esta región del país, debido a la poca y nula claridad sobre lo que se pretende.
Ya sabemos que el Gobierno nacional quiere mostrar resultados de su política de ‘Paz Total’, pero deben de haber las garantías, seguridades y compromisos de que finalmente el departamento no terminará siendo escenario de una estrategia que no funcionó.
Porque en la eventualidad que las negociaciones se rompan en esa etapa en que los combatientes de la disidencia ya estén en la zona de concentración, la suerte de Norte de Santander en materia de orden público, sería de las peores en toda su historia.
 Reclamar porque sea un proceso de paz diáfano y que no vaya a convertirse en otra desilución no significa ser enemigos de la paz, la cual obviamente es urgente alcanzar por todo lo que estamos padeciendo, pero eso sí producto de un proceso serio, fuerte y consolidado.
 El comisionado de Paz o el presidente Gustavo Petro nos deben explicar algo sencillo: ¿el preagrupamiento va a ser de personas armadas? ¿Cuántos se van a concentrar en el Catatumbo, solo el frente 33 o todo el Bloque Magdalena Medio comandante Gentil Duarte que tiene en el país seis frentes y una columna móvil?
Se supone que deberá haber un mecanismo de verificación internacional desde un comienzo para hacer el control de las armas, si es que van a acudir con sus pertrechos y para impedir jugaditas que permitan futuros y riesgosos fortalecimientos de este grupo armado.
A Ottty Patiño, al jefe de Estado y al ministro de Defensa, Pedro Sánchez, les corresponde despejar otras dos inquietudes; ¿qué tal que Eln interprete el reagrupamiento como una operación de vigorización del frente 33? ¿Qué tal que eso ocasione el traslado de más combatientes por parte de la guerrilla guevartista? ¿Quién va a cuidar la zona de ubicación?
Norte de Santander merece respuestas, claridades y precisiones frente a un asunto tan delicado que no se puede ir a activar sin tener todas las previsiones y más en una compleja región como la catatumbera que sigue agobiada por una guerra sin fin.


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