

“Esta es la paz de Cristo resucitado: una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante, que proviene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente”.
Las anteriores palabras del papa León XIV, elegido justo ocho días antes de que se cumplan cuatro meses de la guerra en el Catatumbo, no pueden dejarse pasar por alto, porque caen como anillo al dedo tanto en la región como en el país.
El Eln que está en guerra con la disidencia de las Farc debería tener presente esa posición del nuevo sumo pontífice que bien podría significar la opción de reanudar acercamientos con el Gobierno nacional y los colombianos en procura de una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante.
Y al 33 frente de la disidencia que se encuentra a las puertas de iniciar la fase de preagrupamiento en la zona rural de Tibú también debería acoger ese mensaje de: una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante, lanzado al mundo por el sumo pontífice.
A ambas organizaciones les corresponde dar muestras de querer la concordia, desescalar el conflicto, ponerle término a las hostilidades contra la población inerme, dejar de lado las economías ilegales y comprometerse a dar el paso hacia la vida civil.
El planteamiento del máximo jerarca de la Iglesia católica viene a ser algo así como un oasis en el desierto para el caso específico de Colombia, porque desde la emblemática plaza de San Pedro puso a la paz como un derecho inalienable de la humanidad.
Las coincidencias con el momento que se vive en nuestro departamento crecen al ahondar en el mensaje papal, cuando el cardenal Robert Prevost afirmó que la paz debe ser humilde y perseverante y que el mal no prevalecerá.
Estas consideraciones son coincidentes con lo que el Catatumbo y Norte de Santander esperan que se pueda consolidar para definitivamente dejar atrás décadas de violencia, abandono y olvido.
Interpretando a León XIV, se espera que en su pontificado esa iglesia abierta a todos, de la que habló, sobre todo a los que sufren, signifique un papel más activo para destrabar, facilitar, recomendar y servir de garante en los procesos que se lleven a cabo con las agrupaciones armadas con el propósito de ayudar a que se surtan los efectos esperados, siendo “misionera y constructora de puentes de diálogo para ser un solo pueblo, siempre en paz”.
El Eln y la disidencia de las Farc -a la luz de 127 personas muertas, 66.150 desplazados y 11.490 confinados en un conflicto por tratar de dominar una zona con 43.866 hectáreas cultivadas de hoja de coca- es hora de que entiendan y recapaciten de que así no es la forma de actuar.
Teniendo presente que León XIV se erige como un misionero de paz, y que en su labor pastoral visitó en varias oportunidades a Colombia, sería de gran respaldo un mensaje y una oración papal que con su fuerza, filosofía y contenido espiritual para convocar a todos los colombianos a seguir respaldando la paz y al Gobierno y a los grupos armados a concretar acuerdos favorables para las mayorías y al Estado a comprometerse a recuperar la seguridad y a controlar los territorios.
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