Los drones asesinos lanzados por la guerrilla del Eln y la disidencia de las Farc transformaron al Catatumbo en un campo tomado por el terrorismo en donde la población civil indefensa está llevando la peor parte.

La tragedia ocurrida en la vereda 20 de Julio de Tibú, en la que aparatos a control remoto arrojaron explosivos desde el aire que le arrebataron la vida al niño Luis Antonio Aragón y dejaron a doce personas heridas, entre ellas la madre del pequeño, tiene que decirse claramente, es una acción de tinte terrorista.

El menor de edad estaba durmiendo cuando la muerte le llegó desde el cielo, al romper el artefacto el techo de su vivienda y segarle la vida, pasaje bélico que detalla un escenario de extrema peligrosidad, porque ahora las granadas voladoras en cualquier instante pueden destruir a la familia así esté en el resguardo del hogar.

El uso indiscriminado y demencial de esta clase de armamento lleva implícito un mensaje de terror y de intento de sometimiento a los pobladores catatumberos  que desde el 16 de enero de enero se encuentran en medio del histórico recrudecimiento del conflicto interno, sin importarles a los atacantes los impactos que provoquen.

Lo ocurrido en el 20 de Julio no debe quedarse como un hecho más que después pasa al olvido dentro de la larga lista de casos violentos, sino servir de base para que las autoridades militares y policiales encargadas de recuperar la seguridad en la zona activen acciones para contener y enfrentar adecuadamente esa modalidad para cometer ataques y atentados.

Hasta el momento, en el Catatumbo, tres  miembros de la Fuerza Pública y tres civiles han muerto como consecuencia de los drones explosivos que ahora hacen parte del arsenal de los grupos generadores de violencia.

Es indispensable la utilización de los antidrones, avanzar de manera urgente en darles instrucción a los soldados para que le hagan frente a ese enemigo volador e igualmente se adopten métodos  tecnológicos especiales que imposibiliten el uso de estos aparatos.

El Gobierno nacional en desarrollo de su maltrecha ‘Paz Total’ debería evaluar seriamente convertir en un asunto no negociable las condenas contra los cabecillas y perpetradores de atentados con los drones cargados con elementos explosivos, al momento de adelantan conversaciones de paz con las organizaciones armadas ilegales.

Esto es necesario hacerlo porque no hay nada que justifique incursiones criminales de esa naturaleza contra los campesinos indefensos en las veredas catatumberas y así debe tenerlo en cuenta la comunidad internacional para que también condene y repudie  maniobras terroristas como las mencionadas.

En medio de este panorama hay algo todavía más preocupante y que fue advertido por el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, quien señaló al Eln de “este cobarde ataque contra los civiles”  de una “comunidad que quiere dejar atrás los cultivos para uso ilícito y avanzar hacia la paz, la legalidad y una vida digna”. 

¡No más niños asesinados por drones explosivos! ¡No más civiles viviendo en zozobra en el Catatumbo, puesto que ahora mirar al cielo no es una luz de alegría sino un motivo de pánico  ante  el temor de que la muerte llegue volando y les caiga encima!

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