Este 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el cual nació hace 26 años para reflexionar sobre el daño físico y psicológico que a largo de la vida y los años la mujer se ha visto afectada y ha luchado para defender sus derechos ante una sociedad machista.
Con el correr de los años las mujeres han ido cambiando ese entorno social dominado por los hombres. Se han formado y preparado haciendo valer sus derechos de igualdad para ejercer diversos cargos y profesiones para salir adelante.
En Norte de Santander, el ámbito deportivo no es ajeno a esta lucha. Históricamente dominado por los hombres, convirtiéndose en un campo de batalla doble para las mujeres.
Uno por las medallas que dan ese orgullo, el sacrificio al trabajo y la entrega por amor y pasión a una disciplina. Y segundo la lucha por el respeto y la igualdad dentro de una sociedad que se ha resistido al cambio, pero que a la vez ya ha ganado espacio.
Espacio que comenzó a darse en 1957, con la vieja constitución nacional de 1886, en el que se le permitió a la mujer el derecho al voto.
Sin embargo eso no ha sido suficiente y la lucha continúa hoy en pleno Siglo XXI. El maltrato, la discriminación, la violencia intrafamiliar, no cesa a pesar de la dureza de las leyes.
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Mujeres empoderadas
A través de las voces de cuatro referentes en disciplinas de combate y fuerza, veremos cómo enfrentan barreras estructurales y cómo el deporte puede ser tanto un escenario de vulneración como una poderosa herramienta de empoderamiento y transformación social.
Tenemos a Liseth Johana Orozco, exyudoca, multicampeona sudamericana, centroamericana y panamericana, es la primera mujer en Colombia en competir en unos Juegos Olímpicos a los 15 en Grecia 2004, hoy entrenadora, reseña que ha sido una dura batalla para llegar a ser una empoderada.
Ella describe el desafío de liderar en una sociedad que define como “antigua, de pensamientos arcaicos y machistas”.
En su opinión, “esta sociedad no entiende que la mujer se ha ganado los espacios por conocimiento, no por el hecho de ser mujer, sino por el bagaje que hemos logrado de haber sido atletas”.
No obstante, una de las estrategias personales que ha aplicado se relaciona con ignorar ese ruido negativo para proteger su trabajo con los jóvenes.
“Estoy en el deporte no para afrontar barreras ni para superarlas, porque siempre lo he hecho, porque me gusta”.
Sin embargo, Jhoana Orozco reflexiona que “las dificultades obviamente las tiene uno cuando se es adulto y se enfrenta a una sociedad dañina y llena de envidia”.
En ese sentido la sensei precisa que no se rodea de personas que llegan a hacer daño y que no le aportan nada bueno para su vida. “No me interesa tenerlas alrededor mío, siento que no me aportan.
Entonces trato de que siempre estén alejadas de mí para que no afecte mi trabajo al día con los deportistas”.
Para la excampeona, a los niños hay que saber inculcarles el respeto y el valor que tiene una mujer. “Ver que una mujer es la que los lidera, ya es un ejemplo a seguir”, agrega.
Para esta líder deportiva, el primer obstáculo no está en el gimnasio, sino en la mentalidad colectiva.
Esta misma percepción de estancamiento la comparte la instructora Bethsa Guarín, de la Liga de Karate, con 42 años de trayectoria en el deporte, además de haber practicado el triatlón.
Para Bethsa, la celebración del día la no violencia contra la mujer tiene un sabor amargo, siente que “no se ha progresado” y que la violencia se ha normalizado.
“La justicia en la mayoría de ocasiones no atiende las primeras alertas de violencia intrafamiliar. Lo atienden en el caso que haya habido extrema actuación, incluso puede llevar a la muerte”.
No obstante enfatiza que el deporte, como aporte a la mujer, ha beneficiado de muchas maneras.
“El karate es un arte marcial que no solo puede enseñar a defenderse físicamente, sino también mentalmente. Es un deporte que da mucha fortaleza y seguridad”.
Pero Guarín precisa que muchas veces ante la violencia física no es suficiente buscar un refugio en el deporte y se necesita concienciar más, a la sociedad y la mentalidad de los hombres, que han perdido ese respeto que había antes hacia la mujer.