Con una pasión por los escenarios, la música y la escritura, William Samuel Amaya Cáceres, un cucuteño criado en Venezuela, de 27 años, ha recorrido varias ciudades del vecino país en un maleta pequeña donde guarda tanto su ropa, como ese sueño de cantar sobre sus pensamientos, anécdotas e historias por medio del rap, reggae y trap.

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A pesar de cargar con una vida plagada de situaciones adversas, rodeado en ocasiones de compañeros que delinquían para costear sus gastos, y ver injusticias, muchas veces, en barrios marginales, su meta hasta ahora sigue siendo la misma: usar la música como un puente para hablar de lo que ve y siente.

Resaltó que en esa misma cultura de playa de la ciudad donde se crió, una de las más turísticas de Venezuela, fue que nació ese amor por la música tan fuerte, pues a diario llegaban personas a bañarse que ponían rock, reggae, pop o cualquier otro género.

“En el lugar que me crié de Venezuela, se llama Puerto La Cruz, allá estuve hasta los 20 años, y aunque yo desde el colegio sin saber ya estaba practicando y compitiendo con otros compañeros rapeando en descansos, también uno veía como otros panas estaban pensando era en hacer cosas malas”, recordó William Amaya.

Y pese a que sus habilidades para cantar, improvisar y escribir las descubrió casi por accidente, mientras estaba con unos amigos en la playa, una vez que lo intentó vio que le gustó y no le parecía tan complicado improvisar, por lo que empezó a escribir letras de canciones que años más adelante comenzaría a grabar.

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“Conocí muchos artistas en Puerto La Cruz, pero ya cuando quise hacer algo enserio y rapear de verdad, viajé a Barquisimeto, ahí estuve 6 años, cantando, escribiendo y grabando con otros amigos más para hacerme conocido y a punta de talento y canciones, nos llamaron a eventos para cantar, ya he compartido tarima con artistas como Robert Tiamo, Gegga, Big Habanna, entre otros”, aseguró William.

‘Wisac’ como se nombró artísticamente, ya ha sido escuchado por cientos de seguidores y uno de los más gratos recuerdos que le ha dado su vocación de cantante, es recibir mensajes de personas de otros países que, solo conociendo sus temas, escuchan sus canciones y siguen de cerca sus nuevos sencillos.

Un golpe fuerte

Aun así, la inflación y problemática venezolana de los últimos años, también lo llevaron a frenar por un instante sus aspiraciones y buscar la forma de subsistir, pues cuando los alimentos empezaron a subir su costo, todos los eventos culturales y artísticos decayeron, dejándolo sin la posibilidad de seguir cantando en esa ciudad.

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“En ese entonces ya tuve que irme a una zona rural de Venezuela, estuve trabajando mucho tiempo en ese lugar, haciendo algunas labores de campo. Era bastante duro, pero había que hacerlo, de todas formas nunca dejé de escribir canciones y ya con el tiempo, decidí viajar a Cúcuta”, manifestó Wisac.

Hoy en día, con más de dos años y medio en la capital nortesantandereana, el rapero asegura, que no tiene más que agradecimientos para todas las personas que hoy, especialmente a tiendas de ropa y tatuaje que lo acompañan, patrocinan y aconsejan a que siga creyendo en la posibilidad de cantar, pues ven en él, un sólido artista.

Una posición firme

Y con esa premisa, William que cuenta con aproximadamente 80 tatuajes en su cuerpo, ha estado en varias ocasiones con un micrófono recitando sus letras en eventos culturales en Cúcuta, acompañado de los raperos más populares de la escena.

“Tengo letras de todo, de lo que vi en Caracas, en Puerto de La Cruz, de la vida en el campo, y por supuesto del socialismo y todo lo que ocasionó: la pobreza de los barrios y las alternativas que daba el estado que eran ser chavistas o irse a buscar suerte en otros países, porque si no se morían de hambre”, sostuvo William.

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Sus posiciones inamovibles y fuertes, dice, son producto de la corrupción que alcanzó a conocer entre varias instituciones del estado y grupos armados.

“Dejar de ver personas en el parque, de niños jugando beisbol que antes eran grandes ligas, y pasar a ver en semáforos licenciados, artistas, médicos e ingenieros cantando para tener unas monedas, es algo que te marca para siempre”, señaló.

“Y no estoy excusando ninguna práctica, a mi hermano lo mataron hace algunos años, fue un golpe muy fuerte, tuve que viajar de Cúcuta a Venezuela para verlo, y a él le prometí que íbamos a vivir de la música, por eso sigo en esto, y lo haré por muchos años más”, concluyó Wisac.

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