La fundación es dirigida por Sandra Rodríguez, una profesora experta en el mundo del ballet que, pese a la pandemia, dirige clases virtuales y presenciales con las normas de bioseguridad a todos los jóvenes interesados en aprender la magia del ballet, escasa en Cúcuta.
“Es un modo de vida. Aprendí a vivir con la danza, no puedo vivir sin ella, realmente es la magia que hace que todos los días me levante con una nueva creación y proyección, no solamente para mí sino para las bailarinas que están a mi cargo”.
Venezolana de nacimiento ha vivido en la frontera durante toda su vida, Sandra Patricia es una profesora, bailarina y coreógrafa de ballet, quien, por más de 40 años, ha estado inmersa en el mundo de la danza, el arte y el baile.
Maestra de profesión busca proyectar a los nuevos talentos de la región a elevar sus estándares artísticos por medio de la práctica, disciplina y constancia.
“Saber por lo que están pasando mis estudiantes cuando se montan a punta, saber controlar la emoción del dolor desconectarse y seguir adelante así tenga ampollas o duela un dedo, el público paga para ver un espectáculo y hay que estar a la altura”.
Comenzó desde los 5 años practicando por orden de su madre a quien le agradece por el impulso, a lo largo de su carrera ha participado y trabajado en el Ballet Metropolitano de Medellín, el Cisne Dorado de Yopal, el Ballet de Ocaña y ahora dirigiendo la Fundación Ballet de Cúcuta.
Su fuerte dedicación la han llevado a ser tenaz con la práctica y la ejecución del ballet de tal forma que comenzó a crear coreografías.
“Para construir una coreografía lo primero es tener un tema definido con música como herramienta de inspiración, pero en algunas ocasiones el silencio también te conecta, porque la danza viene de adentro, de los latidos del corazón”.
Ha participado y ganado sin fin de premios en su época de bailarina, y argumenta que el teatro es un factor fundamental para una buena representación de ballet, pues de nada sirve tener una técnica impecable si sus rostros no trasmiten la emocionalidad de la obra.
Aún así, recalca la existencia de dificultades sociales como la aceptación del hombre como productor y ejecutor de obras de ballet en la región.
“Es un problema no solo de ahora si no de siglos atrás, pero debemos entender que sin un príncipe las bailarinas no podemos bailar. Es importante que ambos géneros se encuentren en escena y enriquezcan la obra”.
Busca incrementar la escena del ballet en Cúcuta por medio de clases gratuitas en centros comerciales o escenarios de esparcimiento como la ciclovía para generar en la población de Cúcuta una cultura que apoye y disfrute de esta milenaria práctica.
“El ballet ofrece un conocimiento amplio del reconocimiento corporal y al movimiento, ofrece una experiencia musical exquisita, y una historia particular con un mensaje decodificado por medio del arte”.
Sandra finaliza recomendado a las personas que deseen aprender a danzar y a los bailarines de profesión que lo importante es cultivar el arte de manera constante, la disciplina es la base de un bailarín de calidad.
Pueden encontrarlos en la página de Facebook: Ballet de Cúcuta centro de formación, en donde es posible observar el crecimiento de sus integrantes en propuestas audiovisuales.