Tradicionalmente, Cúcuta se ha caracterizado por ser una ciudad comercial, ofreciendo productos y servicios a colombianos y venezolanos que la han convertido en una de las fronteras más activas en esta materia.
Pero, este desarrollo comercial ha llevado a que se den unos cambios en el esquema residencial de la ciudad y es por esa razón que hoy es fácil encontrar barrios que prácticamente dejaron de ser conformados por núcleos familiares, para darle paso al auge de negocios.
En esta transformación, varios son los inconvenientes que se vienen presentando en estos
sectores, pues hay personas que se resisten a dejar los lugares en donde han vivido toda una vida, así los impuestos, el pago de servicios públicos y los problemas de seguridad estén en aumento.Lea: Norte de Santander proyecta un turismo creciente
El Llano se queda sin residentes
Uno de los sectores que otrora fuera de los preferidos por los cucuteños para vivir es el barrio El Llano. Sus calles anchas y la cercanía con el centro de la ciudad fueron el principal plus para que se diera su crecimiento a mediados del siglo pasado, pero en la actualidad ese paraíso para residir se está acabando.
Sus pocos habitantes sostienen que el crecimiento de la industria del calzado, en lo que compete a fábricas, venta de insumos y locales comerciales, han llevado a que las familias emigren a otros sectores.
En la zona actualmente también se ve una alta presencia de empresas de publicidad, venta de repuestos y de ropa. La familia Olarte Jaimes es una de las que se mantiene allí, pero asegura que
hoy es casi imposible vivir en el barrio, debido a que los servicios públicos son cobrados como sector comercial y no residencial.
Conozca: Así fue como mataron a 120 inocentes en Norte de Santander
“Antes los servicios llegaban con tarifas normales, pero de un tiempo para acá el recibo de la luz no se baja de los $250.000 al mes, el agua no se baja de los $200.000, el gas de los $120.000.
Eso es como pagar un arriendo en su casa propia; ni hablar de cómo llega el impuesto predial, porque nos ponemos a llorar”, dijo Luz Amalia Jaimes, habitante del sector.
El Latino, absorbido por el comercio
A mediados del siglo pasado, uno de los mejores barrios de Cúcuta era el Latino, pues su
amplias casonas, con piscinas, cautivaban a las familias pudientes de la época para vivir en esta zona.Con el pasar del tiempo, principalmente desde finales del milenio anterior, el comercio
empezó a acabar este barrio residencial. Una de las familias que aún sobrevive a su transformación es la López Olarte, que pese a la alta tarifa de servicios públicos, del impuesto predial o la presencia de habitantes de la calle, se resiste a dejar de vivir en un sitio que catalogan de privilegiado.“Nosotros tenemos todo cerca, basta con caminar una cuadra y se encuentra de todo, desde ropa, calzado, panaderías, ferreterías, todo lo que hay en el centro. Entendemos el crecimiento de la ciudad, pero al intentar vender la propiedad no nos ofrecen lo que vale, por lo que decidimos seguir aquí”, dice Hernando López, quien lleva cuatro décadas en el sector.
Hoy el paisaje del barrio Latino dejó atrás las casonas y mansiones del siglo XX para dar paso a locales comerciales, venta y compra de motos, repuestos, academias, y hasta algunos prostíbulos.
La Playa se está acabando
Otro de los céntricos barrios de la ciudad que se resiste a pasar a la historia es La Playa.
En el caso de este sector, que se precia de estar rodeado de colegios, centros médicos, restaurantes y de instituciones como la Gobernación, aún predominan los pequeños conjuntos de casas en los que se mantienen algunos habitantes.Le puede interesar: Otro atraco con disparos en La Playa
En La Playa es común ver locales de librerías, academias de belleza, de seguridad, entre
otras. Algunas estaciones de servicio se encuentran allí. En el barrio se notan letreros de venta de propiedades, por lo que algunas de estas edificaciones presentan abandono.Jairo Cruz es uno de los vigilantes que presta su servicio en el sector y asegura que en el día el barrio tiene alto movimiento por la presencia de los trabajadores, pero en la noche su trabajo se incrementa por la presencia de personas extrañas.
“Toca estar pendiente porque muchas personas buscan hacer el daño, entonces se roban un bombillo, una reja, una teja y después los propietarios no nos pagan por estos robos”, afirmó el vigilante que vestía un uniforme color marrón con beige.
La Merced
El estar cerca de la Terminal de Transportes y a la subida del Indio hizo que el barrio La Merced, en la Comuna 5, fuese uno de los preferidos de los cucuteños en el siglo pasado.
Su proximidad al centro fue también un plus para que muchos lo habitaran,
pero con la construcción de la Diagonal Santander, lo que dividió el barrio en dos, todo empezó a cambiar para los pobladores. Actualmente el espacio residencial va en descenso, pues esta zona de la ciudad es conocida como ‘La Meca’ de los repuestos de automóviles, además de la reparación de los mismos.El paisaje en la actualidad va desde los servicios automotrices, algunos bares, restaurantes y el alto flujo de migrantes, debido a su cercanía con la Terminal.
Sus habitantes han reclamado por la invasión al espacio público en los últimos años, pero los operativos y controles por parte de las autoridades no ha frenado el auge de esta industria.
“Las zonas de tolerancia también están creciendo. Algunas dejaron de funcionar en La Ínsula para ubicarse aquí”, aseguraron a La Opinión líderes comunales de la zona.
Los Caobos
La transformación que se vio a finales de los años 90 en los barrios Latino y El Llano la empezaron a experimentar en Los Caobos comenzando el siglo XXI. En Cúcuta, este sector ahora es reconocido por tener un potencial en el área gastronómica, de diversión, así como una nueva zona rosa, según cuentan algunos de los trabajadores de los nuevos establecimientos comerciales, pero también un gran auge de entidades de salud.
Al caminar por las calles de Los Caobos se evidencia que se mantienen algunas propiedades del siglo pasado, en su mayoría de propiedad horizontal, mientras predominan los letreros de ‘se vende’.
Hace algunos meses, cansados de la inseguridad, de la presencia constante de habitantes de calle, de la invasión al espacio público, de los recicladores que dejan las basuras regadas frente a las casas y de la contaminación auditiva que generan los vendedores ambulantes, la comunidad del barrio decidió promover un plantón pacífico en donde, a través de carteles, lanzaron un S.O.S. a la administración municipal y a las autoridades.
A la fecha, las construcciones de edificios se evidencian en la zona, además de las adecuaciones de grandes casos en restaurantes o bares que recibe día a día a los cucuteños.
Conozca: ¿Por qué el desempleo sigue más alto que antes de la pandemia?
Otros barrios que están bajo amenaza
Actualmente, algunos puntos de los barrios El Rosal, Guaimaral, La Ceiba, El Contento, San Rafael, Blanco, Carora, Lleras, San Luis, entre otros, están presenciando un incremento del comercio, por lo que cada día se hace más difícil vivir en estas zonas.
En El Rosal y San Rafael, por ejemplo, se ha visto un incremento de estaciones de
servicio, dispensarios de medicamentos, supermercados e institutos de formación técnica de varios sectores. En La Ceiba se nota un aumento en la apertura de establecimientos gastronómicos, de servicios, al igual que instituciones de salud.En lo que respecta al barrio Guaimaral, el crecimiento va encaminado por los locales de belleza, supermercados, ferreterías y establecimientos de ocio. En el caso de Carora y San Luis, la venta de repuestos de motos y carros, además de lubritecas ha hecho que las vías principales de estas zonas sean netamente comerciales.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en: http://bit.ly/