En la capital de Norte de Santander se respira alegría gracias al Cúcuta Deportivo. Por quinta vez en su historia, el elenco motilón regresó a la primera división, su casa habitual en los más de 70 años de profesionalismo en el fútbol colombiano.
Los rojinegros cerraron un año de altas y bajas cumpliendo con un objetivo por el que lucharon desde 2022 cuando regresaron a la vida tras superar su momento más oscuro al estar desafiliado del rentado, sin reconocimiento deportivo y peor aún, en proceso de liquidación judicial.
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La situación pasó con un nuevo acuerdo de reorganización, se intentó en 2022, 2023 y 2024 y fue hasta este diciembre que por fin salió del infierno de la B.
El logro fue cumplido en el viejo y necesitado estadio General Santander que estuvo colmado por la sufrida y noble hinchada del rojinegro que vio a su equipo ser campeón del Torneo II-2025 venciendo 3-2 a Real Cundinamarca en la tanda de penales, luego de empatar 2-2 en el global.
El fronterizo fue el segundo mejor equipo del año alcanzando 86 puntos, solo superado por Jaguares de Córdoba, también ascendido a primera tras ser líder de la reclasificación y campeón del Torneo I.
Cúcuta inició el año dándole continuidad el proceso de Bernardo Redín. En el primer semestre rozó su clasificación a la final, pero increíblemente cayó en los minutos finales de la jornada de cierre de los cuadrangulares ante Patriotas y fue eliminado. En dicho semestre fue cuarto en la primera fase (31 puntos) y tercero en las semifinales (9 pts).
La historia del segundo semestre sería con un cierre glorioso. En el todos contra todos fue tercero (30 unidades), ganó su cuadrangular (13 puntos) y se impuso en la final ante Cundinamarca.
¿Cuáles fueron las claves del ascenso?
La mejor nómina de la categoría
Para el Torneo II-2025, la dirigencia del equipo hizo un esfuerzo económico para armar una nómina de peso con jugadores de mucha experiencia, ganadores y de jerarquía que terminaron dando el ascenso.
Se mantuvo la base con los ofensivos argentinos Cristian Álvarez y Matías Pisano, el central argentino Diego Calcaterra, el lateral cucuteño Mauricio Duarte, el volante Juan Ceballos y en el frente Michell Ramos. Asimismo, emergieron con mayor participación, el arquero Ramiro Sánchez, el lateral derecho Luis Hinestroza y el volante Luis Guevara.
Llegaron jugadores para todas las líneas: Sergio Román al arco; Luis Payares, Henry Plazas y Amaury Torralvo a la defensa; Santiago Orozco, Juan Pablo Díaz, Lucas Ríos y Sebastián Támara al mediocampo; Eduar Arizalas, Wilmar Cruz y Jhon Valencia a las bandas, y Jhonathan Agudelo y Jaime Peralta al frente.
Cambio de timonel
Cumplidas cinco fechas, Redín fue cesado de su cargo tras registrar tres empates y dos victorias, además de una eliminación en Copa Colombia ante Atlético Nacional. Jorge Peralta, director técnico del equipo Sub-20, asumió de interino por dos fechas antes de la llegada de Nelson ‘el Rolo’ Flórez, campeón como jugador con el equipo en 2006.
Flórez, que antes dirigió a Fortaleza y Barranquilla FC, tomó el cargo con un cuerpo técnico institucional conformado por otros históricos como Braynner García y Walter Moreno, así como Peralta, los preparadores físicos Octavio Restrepo y Jorge Chaparro, el médico Duvick Madariaga, el vídeo analista Juan Aristizabal, el fisioterapeuta Julio Angulo, el fisiólogo Hugo Pabón, el preparador de arqueros Cristian Vega, entre otros.
El entrenador tuvo el temple para tomar decisiones como apartar jugadores por no estar en condiciones físicas-atléticas para la competencia, darle una identidad de juego al equipo (basada en la posesión y elaboración) y la capacidad de unir a un camerino complejo por la cantidad de experimentados.
El Rolo dirigió 17 partidos con un saldo de 10 victorias, 4 empates y 3 derrotas.
Unión de grupo
En medio de las diferencias en el camerino, propias de cualquier grupo de trabajo, los jugadores encaminaron esfuerzos por el objetivo dejando al lado las divisiones.
“Fuimos compañeros, todos se enteraban que no era fácil el camerino porque teníamos jugadores de mucho rodaje, experiencia y no era fácil dejar a alguien de suplente o no convocado. Pero todos nos hicimos fuertes, nos tocó luchar, sufrir y creo que fue un punto que día a día nos dejaba más alto”, confesó Sebastián Támara.
Hinchada
Si bien el acompañamiento -por protesta- no fue masivo en el estadio General Santander, fuera del mismo, el plantel fue alentado y exigido constantemente.
En las dos finales, tanto en el estadio Metropolitano de Techo como el máximo escenario deportivo de Norte de Santander, las tribunas estuvieron colmadas de seguidores del fronterizo.
El discurso manejado por los jugadores y cuerpo técnico señaló siempre a la hinchada como un gran aliado empujando al equipo en momentos difíciles, siendo ese jugador número 12 y esa herramienta de presión para los rivales.
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