Siguen ocurriendo hechos de violencia en la ciudad que nos estremecen, que nos asedian, que día a día nos quitan la tranquilidad, que ya asustan, y si bien en varias columnas y medios de comunicación se ha cuestionado al alcalde quien pareciera que en algunos temas no le toma el pulso a la ciudad, la realidad es que el concejo municipal también tiene responsabilidades en el gobierno de una ciudad. Así es, esta corporación administrativa legalmente tiene la competencia de citar al alcalde o a sus secretarios para hacerles lo que se denomina un control político, que consiste en citar a alguno de estos funcionarios cuando no cumple su programa de gobierno, o lo hace de manera deficiente o irregular para cuestionarlo. Por decirlo de manera simple, el concejo municipal ayuda a coadministrar una ciudad, colabora en su tarea al alcalde. Ese es el control político.
Lo he escrito en otras columnas, el problema de la inseguridad de Cúcuta es tan grave y de tal complejidad que requerimos para trazar una política pública eficaz de asesorarnos con especialistas de seguridad incluso ya con recorrido internacional, que muestren resultados, que tengan experiencia comprobada, no podemos improvisar en el tema de la inseguridad. En particular no tengo nada contra el secretario de seguridad de la ciudad Diego Villamizar, a quien ni siquiera conozco, pero a todas luces no tiene la experiencia para el ejercicio de ese cargo, y lo que si es cierto es que si la ciudad sigue improvisando, el costo social y comercial en el mediano plazo será muy alto. Cada día se escucha a gente que ya no quiere ni salir a algunos sitios públicos o restaurantes en las noches por todo lo que ha sucedido. Que recuerde Cúcuta no había vivido una situación tan caótica y de dificultad en temas de violencia como ahora. La preocupación crece y debemos tomar medidas urgentes. Es hora de que todas las autoridades que tienen competencia para afrontar el tema de inseguridad lo hagan de manera urgente, con personal idóneo, o de lo contrario a esta ciudad se la termina llevando el diablo.
El país anda descuadernado por donde se le mire. Lo que sucede en el Cauca es espantoso. Ya incluso se habla de una guerra total, la inseguridad crece de manera alarmante en todo el país, y todo ello ocurre mientras el presidente sigue enviando un mensaje equivocado, inviable constitucionalmente e inoportuno de convocar una asamblea constituyente. Pareciera como si el gobierno nacional va por un camino, y las regiones y las ciudades deteriorándose por otro. Desde la Casa de Nariño no se percibe, o por lo menos da la impresión que no les interesa, el deterioro y la inseguridad de las ciudades como Cúcuta. Cada vez menos veo un noticiero de televisión, es insoportable ver el registro de un hecho violento tras de otro. Por todo ello el concejo municipal de Cúcuta debe tener más presencia, más iniciativa en el principal problema que agobia a Cúcuta.
El problema de la inseguridad y violencia en varios países de América Latina es de tal complejidad que ha hecho que las democracias como sistema político retroceda, y por ello Bukele en San Salvador se ha convertido casi que en un ejemplo en América Latina, más que por logros económicos o sociales para su país, por el solo control de las pandillas. El temor del retroceso llega a niveles insospechados: Donald Trump si llega a triunfar en las elecciones de noviembre anuncia la creación de algo así como un Reich – imperio. La inseguridad y la violencia en las ciudades está afectando la convivencia y la seguridad de las ciudades. Actuemos ya, antes de que sea tarde.