Las elecciones que acaban de pasar, en las que, como en las presidenciales, no pude sufragar por problemas de salud, ocurrió un hecho sin precedentes, que deja lecciones para el futuro: por primera vez ganó una mujer que ha reconocido públicamente su inclinación sexual gay, fracasaron las desprestigiadas encuestas, que mostraron graves fallas de credibilidad, se evidenció el ocaso de los partidos y se abrió la puerta a las coaliciones, que serán las armas electorales del futuro.
El hito histórico de estos comicios -que transcurrieron en total tranquilidad, en parte por la política de paz emprendida en buena hora por el presidente Juan Manuel Santos, -a quien no le debo ni un saludo- fue la elección de una dama que tiene novia y no oculta su inclinación sexual, quien derrotó en las urnas al hijo de Galán, al nieto de Turbay, al periodista de Petro y a todas las firmas encuestadoras, que mostraron graves deficiencias pero sobre todo, falta de imparcialidad y de seriedad. Ninguna, ojo, acertó el resultado: todas fallaron.
A Claudia López, la alcaldesa, la conozco por televisión y he seguido con atención sus propuestas, sus programas y su deseo de acertar en favor del futuro de los bogotanos. Todo lo que dice me gusta, aunque hay que criticarle su vehemencia en algunos momentos en que se le va la mano, en varonil actitud, en contra de lo que no le cae bien. Los bogotanos tendrán que acostumbrarse a su genio, que ojalá sea muestra de una decisión de trabajar en favor de los diez millones de personas que habitamos esta hermosa sabana descubierta por Gonzalo Jiménez de Quesada. Ella ya ha recibido muchos ataques y tendrá que revestirse de paciencia para aguantar lo que le espera. Es una pionera en lo que puede pasar a la capital, que por primera vez es gobernada por una mujer gay, que no oculta a su amor, una senadora con la que se dio un beso que causó escandalo entre los pacatos y la derecha. No creo que esta sea la cuota inicial para que la política caiga en manos de lo que se denomina “el tercer sexo”, pero sí creo que abre la puerta para que muchas personas que tienen inclinaciones sexuales diferentes salgan del closet y se confiesen.
En el pasado gobierno había dos ministras que eran pareja. Ahora, el segundo cargo oficial será ocupado por alguien gay. Hemos sido, por ello, noticia en todo el mundo. ¿Qué nos espera ahora? Deseo para empezar, que se reglamenten las encuestas y que le vayan bien a Claudia y a Bogotá, mi querida ciudad, en manos de alcalde que reconoce su baja popularidad, producto de desacertadas actuaciones, que ojalá no se repitan. GPT
