Los resultados de las elecciones siempre tienen consecuencias. Pero más todavía en los Estados Unidos, porque el tema trasciende de lejos la política interna, que se quedará en debates sobre la inflación, el empleo, la reserva federal y los intereses, el déficit fiscal, la reducción de impuestos a las corporaciones, la adopción de las criptomonedas, la inmigración ilegal, y hasta el aborto; en materia internacional, las secuelas son mucho mayores y muy preocupantes, porque involucran a todo el planeta, en particular al conocer que un radical republicano, Marco Rubio,será el secretario de Estado o ministro de Relaciones Exteriores.
Los Estados Unidos, convencidos de su rol hegemónico, en tanto controlan la OTAN y las Naciones Unidas, creen tener la razón en casi todo. Es una postura errónea, derivada del ‘Destino Manifiesto’, corolario surgido de su progresivo expansionismo, y consolidado con sus triunfos militares y la supremacía nuclear demostrada en el siglo XX. Sin embargo, el mundo no es monolítico ni simple, a pesar del ímpetu globalizante, sino un mosaico de distintas civilizaciones y culturas cuyo dinamismo se manifiesta en variadas formas, y a ritmos diferentes. La visión de sociedad y de modelo económico, con sus respectivas instituciones y políticas públicas, varía de un lado a otro. Es cierto que colapsó la Unión Soviética y terminó la Guerra Fría, pero no lo es menos que Estados Unidos no se quedó sin rival, porque más temprano que tarde surgió comercial y militarmente otro gigante, la China, con una mano de obra de 780 millones de personas, bien organizada, lo cual le otorga una capacidad productiva sin precedentes.
Podríamos pensar en la visión de Trump sobre las guerras de Ucrania y Gaza, o en una postura férrea que probablemente adopte frente a los regímenes de Venezuela, Cuba e Irán. Todo representará tensiones en el mediano plazo, pero un caso especial para el análisis de riesgos global es gira en torno a las relaciones entre Estados Unidos y China, y más con Rubio al frente de la política exterior, un acérrimo anticomunista de origen cubano, lo cual explica su posición ideológica.
En apariencia, esas relaciones concentran su punto más álgido en el déficit comercial norteamericano, dado que China exporta a Estados Unidos 689 mil millones de dólares mientras le compra apenas 244 mil millones, lo cual le permitió a Trump decir en campaña que subiría los aranceles a las importaciones chinas el 60%. Obviamente, esto no es viable, puesto que terminaría golpeando la economía estadounidense, dado que aumentarían rápidamente los precios al consumidor y la inflación, fuera de poner en dificultades a los fabricantes nacionales que dependen de componentes importados chinos.
Otros temas candentes son Hong Kong, Taiwán, las criptomonedas, y las buenas relaciones entre Xi Jinping y Putin. Como es sabido, Marco Rubio se pronunció durísimo contra el gobierno chino al reprimir las protestas de Hong Kongen 2020, demandando libertades públicas, a lo cual respondió Pekín con sanciones personales por considerar que se trataba de indebida intromisión en asuntos internos. Mucho más grave será lo de Taiwán, que puede escalar militarmente, dada la pretensión de Pekín de reincorporar la isla a la China, porque la estima ligada culturalmente desde hace siglos, y la ve como nación ficticia creada en 1949 con el auspicio de Estados Unidos.
El ajedrez internacional será complejo, dados los acercamientos entre China y Rusia, y el conflicto en Ucrania, así como por el anuncio de Trump de convertir a Estados Unidos en epicentro del bitcoin, porque las supuestas ventajas también pueden derivar en enormes riesgos y grandes especulaciones. Por algo, el mismo Trump hace 8 años era un radical en su contra.
A medida que aparezcan las tensiones y crezcan en espiral, iremos conociendo el verdadero talante de Trump y Rubio, al igual que el de otros líderes mundiales. El equilibrio entre la popularidad interna, que siempre buscan, y la responsabilidad planetaria, no será nada fácil. Ojalá la diplomacia al estilo Kennedy y Kruschev les sirva de guía.
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