No me sorprendió que el Fiscal Néstor Humberto Martínez, a quienes algunos ven, en este país, como un héroe nacional, haya salido a ridiculizar el inventario de bienes que hizo la Farc. Y digo esto, porque fue, precisamente él quien, desde antes de hundirse el plebiscito del 2 de octubre, ya venía metiendo las narices, que de paso no son nada pequeñas, en los supuestos bienes del grupo guerrillero.
Como el acuerdo inicial de las Farc no preveía nada sobre esto, el Fiscal Martínez, exigió que ese punto fuera incluido, argumentando “que ninguna paz podría ser estable y duradera si las guerrillas desmovilizadas hacían tránsito a la vida civil y a la democracia, con multimillonarios patrimonios espureos al servicio de sus intereses y de su causa política”. No obstante que históricamente está demostrado que en ninguno de los acuerdos de paz que hasta ahora se han firmado, se ha incluido, taxativamente, un punto relativo a la entrega de bienes.
Aún así, la excepcional sugerencia del Fiscal, reverencialmente fue atendida, quedando establecido en el acuerdo final que “los bienes y activos que no hayan sido inventariados una vez concluido el proceso de dejación de armas recibirán el tratamiento que establece la legislación ordinaria.
Con la habilidad y el fino sentido del humor que heredó de su padre, el famoso comediante don Salustiano, ridiculizo el inventario de las Farc, por incluir traperos pocillos, botas y otros tantos objetos menores, como bienes para indemnizar a las víctimas, pero sin entrar a fondo en la razón por la que la guerrilla los incluyó. No me queda ninguna duda de qué si en el inventario no hubieran sido incluidos, el Fiscal hubiera pegado el grito en el cielo, solicitando ser encarcelados, posiblemente por el delito de enriquecimiento ilícito. Así las cosas, no fue una burla de las Farc contra las víctimas, sino una previsiva precaución, conociendo la ojeriza que les tiene el Fiscal.
Pero no solo la crítica del Fiscal se refirió al inventario de cosas y objetos sencillos. También cuestiono el inventario de inmuebles, porque en el listado de los mismos, no se incluyó ni siquiera un solo folio de matrícula inmobiliaria. Aquí si se pelo las rodillas el Sr. Fiscal, pues olvido que ninguno de esos bienes figura a nombre de los desmovilizados de las Farc, pues a la luz del derecho, que tanto invoca el Fiscal, los guerrilleros no son propietarios sino poseedores u ocupantes.
Así que resulta una aventura descabellada, solicitarle al Gobierno que requiera “a las Farc para que identifiquen como corresponde en derecho, los inmuebles de su propiedad, a través de su folio de matrícula o, cuando menos su cédula catastral”.
Lo único que le faltó a la metida de pata del Fiscal, fue exigir que los exguerrilleros presentaran sus declaraciones de renta. Él tiene que saber, y, además, confiar en que el Gobierno será capaz de establecer los datos de los inmuebles inventariados que ningún guerrillero tiene en su poder.
Para nadie es un secreto que este Fiscal, cuota política de Germán Vargas Lleras, ha intentado ponerle zancadillas al acuerdo de paz. Como un simple columnista que desea la paz para este país, le recomiendo al Gobierno, no dejarse arrinconar de las pretensiones del Fiscal General de la Nación, entrando a tomar decisiones que le permitan seguir adelante, enalteciendo el premio nobel de la paz, que le fue concedido al señor Presidente.